Hoy, el marido que ayer regalaba flores, vuelve a montar a su esposa, le ahoga el grito con su mano, queda tendido sobre ella; la violación quedará impune. Hoy, a la joven que ayer le regalaron chocolates y la ranchera de un mariachi borracho, ha vuelto a ser ignorada, acosada y humillada por su jefe. Hoy las mujeres vuelven a ser manoseadas en el Transmilenio, tomadas como botín de guerra, despreciadas en las universidades. Hoy no es el Día Internacional de la Mujer, hoy ha vuelto a ser un día normal.
En el zoológico facebookiano la doble moral se extiende como una peste. Ver cómo un borracho golpeador, que tiene confinada en una casa de tres pisos a su esposa, esgrime el estúpido feminismo de los pétalos de rosa, los chocolates virtuales y las canciones de Arjona en Facebook solo porque es 8 de marzo, es francamente repugnante.
Aunque pensándolo bien estos criminales son un poco menos peores que las mujeres que los alcahuetean. Ellas son las ñoñitas que esperan, al menos un día al año, transformarse en las heroínas de las novelas coreanas con las que hacen la digestión cada mediodía. Inocentes, no tienen más remedio que mostrar, con orgullo, su estúpido masoquismo en redes sociales: el osito al que mantengo me regaló este ramo, el matoncito que me bravea porque no trabajo me llevó a ver la última del de Titanic, el monstruo que me viola cada noche me regaló un palco para ir a ver a Vicente Fernández en Guanajuato.
Ese lumpen mujeril, producto final del machismo salvaje latinoamericano,
es el que legitima el irrespeto que le profesamos
los hombres a las mujeres en esta tierra sin ley
Ese lumpen mujeril, producto final del machismo salvaje latinoamericano, es el que legitima el irrespeto que le profesamos los hombres a las mujeres en esta tierra sin ley. Muchas de ellas piensan que Florence Thomas es una solterona amargada, que Simone de Beauvoir es una degenerada y que toda mujer que no haya podido concebir un hijo o cometió el pecado de abortar, está condenada a vivir un infierno en vida y se convertirá, después de su muerte, en una llorona espectral.
Hoy es un día cualquiera, hoy seguimos llamando puta a la que nos dejó por un tipo mejor, hoy todavía creemos que no tienen criterio para el voto y que la mejor mujer del mundo no es la que trabaja, la que lucha, sino la que nos atiende bien, la que no exige sus orgasmos, la que en silencio acepta, agradecida, que las mantengamos.
Lo triste es que este tipo de bestia machista no es exclusivo de la pobreza, la ignorancia o la derecha. Conozco el caso de una joven del Congreso de los Pueblos que fue agredida sexualmente por un abogado que trabaja con un senador de la República, conozco los rumores que asocian a un presentador de la televisión con la golpiza a su compañera, una mujer que estaba embarazada. En las ONG los monigotes izquierdosos se cansan de subestimar a las mujeres, sobre todo si son bonitas. La gran mayoría de mis amigos, tengo que reconocerlo, piensan que no hay nada más fastidioso que una mujer inteligente.
Hoy, que no es el día internacional de la mujer, nadie cita a Paulo Coelho y Arjona. Hoy siguen posteando Espelucada el misógino reguetón de Twister el Rey, que en uno de sus versos dice Píllala, cógela, agárrala, martíllala, o ponen al gran Silvestre diciendo El que enamore a mi mujer yo le enamoro la de él, pa que sepa, pa que sepa que lo ajeno se respeta. Hoy la lucha por los derechos de las mujeres ha vuelto a importar un pepino. Hoy es un día cualquiera.