Hace unos años Carlos Bernal Pulido, el nuevo magistrado de la Corte Constitucional, me dictó clase en un posgrado en la Universidad Externado de Colombia. El señor Bernal preguntó en una sesión al auditorio si alguien no comía carne, respondí que yo, en esa época era vegetariano. Interrogó el porqué, le respondí que por respeto a los animales. Él precisó que si esa era mi razón, tampoco debería comer plantas, pues ellas también sufrían. Lo hizo en tono de burla dramatizando un diálogo imaginario en el que él hablaba con una lechuga, y esta le pedía, con intensa piedad, no ser comida. El chiste, como chiste, no fue del todo malo. Mucha gente soltó una fuerte carcajada burlándose de mi condición.
Ahora bien, cuando de forma serena intenté rechazar su burla y explicar con mayor profundidad mis razones, él concluyó unilateralmente la discusión invitándome a la calma, hasta ahí lo estaba. Luego, agregó: "era solo para ejemplificar lo absurdo que era ser vegetariano". Recuerdo que quise mandarlo a la mierda, pues en esa época me gustaba mucho mandar a la mierda, pero opté por el silencio. Obvio hoy cuando lo pienso bien, me arrepiento del silencio de ese momento y de no haber tenido la capacidad de reaccionar de forma asertiva frente a lo que sentía, pero bueno. Así fue, así era yo cuando eso, otras épocas, otras comprensiones, otras reacciones... Ya he cambiado, y claro, espero que él también.
¿Por qué espero que él haya cambiado?, ¿por qué hoy hablo de esto? Contesto brevemente. Hoy, el profesor Bernal Pulido es magistrado de la entidad judicial que vela por la integridad y la supremacía de la Constitución. Hoy, además, sé que el magistrado es cristiano gracias a diversas informaciones de la Revista Semana. Y bueno, si el señor Bernal Pulido utilizó su posición de poder para intentar ridiculizar, estigmatizar y discriminar mi condición de vegetariano en ese momento. Me inquieta profundamente que hoy, cuando nos enfrentamos a nuevas posiciones cristianas que pretenden vulnerar derechos constitucionalmente reconocidos, personas así lleguen a ocupar este tipo de cargos; personas que encuentran en la diferencia una amenaza.
En todos los medios se hace referencia a la estructurada hoja de vida del señor Bernal y a sus amplias capacidades académicas, pero considero oportuno recordar esta anécdota que por simple que pueda parecer, dice mucho de alguien que en adelante será responsable de salvaguardar las garantías constitucionales. Y bueno, mi inquietud se reafirma cuando el 3 de mayo leí en la Revista Semana lo siguiente: “Antes de la elección, la bancada del Partido Liberal decidió respaldar a Osuna, aunque la senadora Viviane Morales había hecho una intensa campaña por Bernal, con quien comparte su condición de cristiano”.
El lamentable éxito de las campañas políticas que utilizan plataformas religiosas fundamentadas en la discriminación ya no sorprenden: para la muestra, tenemos el No en el plebiscito por la paz. Hoy que la senadora Morales insiste en el referendo antiadopción y en sus ayunos contra la “ideología de género” y, cuando su esposo afirma que “Si a ustedes les fascina lo políticamente correcto, a nosotros nos fascina lo cristianamente correcto”, preocupa que la diferencia siga siendo objeto de estigmatizaciones, discriminaciones y vulneraciones.
Por todo lo anterior, espero que el señor Bernal haya cambiado. Espero que sus visiones no sigan intentando vulnerar a nadie en ningún escenario y que sus creencias religiosas, no contaminen su interpretación del derecho en la Corte Constitucional.