Desde el año 1996 se conmemora el Día Mundial de la lucha Campesina como una forma de honrar a 19 trabajadores sin tierra que murieron durante una masacre en Eldorado Dos Carajás (Brasil) perpetrada por la Policía Militar y, más allá, para destacar el papel desempeñado por los campesinos en la provisión de alimentos a pesar de las condiciones en que viven.
Valga el Día Mundial de la Lucha Campesina para recordar a quienes participaron en la Revolución de los Comuneros con las banderas de “Tierra, trabajo y libertad”; a aquellos que impulsaron la creación de ligas y cooperativas que dieron impulso a la lucha campesina en la década del 20 del siglo XIX; a los indígenas como Manuel Quintín Lame, divulgador del derecho ancestral del indio a la posesión de la tierra; a los cientos de trabajadores de Las Bananeras masacrados el 6 de diciembre de 1928 por exigir mejores condiciones laborales y prestacionales; a líderes agraristas como Juan de la Cruz Varela; a los miembros de las juntas de acción comunal de cada vereda; a los sindicatos agrarios; a cada campesino que lucha a diario por lograr un mejor nivel de vida.
El Día Mundial de la Lucha Campesina nos invita también a recordar que los pequeños productores en todo el mundo, a través de la agricultura familiar, generan el 80% de alimentos que se consumen; y que esta forma de producción en Colombia está representada por hombres y mujeres campesinos, indígenas, afrocolombianos, pescadores, que viven, en general, en condiciones de pobreza y abandono.
Esta conmemoración es importante para precisar que los campesinos como ciudadanos rurales han constituido históricamente organizaciones y movimiento social con formas organizativas propias, enfrentando una estructura institucional frente a la cual se espera ganar las demandas; y que el movimiento campesino, como acción colectiva, se ha propuesto incidir en la transformación o cambio social.
Dos deudas inmediatas tiene el Estado colombiano con los campesinos: ratificar la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales; e implementar los temas pendientes de la Reforma Rural Integral producto del acuerdo de paz. Lo primero para desarrollar y fortalecer políticas en favor de los trabajadores rurales teniendo como sustento el derecho a la tierra, el derecho al agua y el derecho a las semillas. Lo segundo para hacer realidad las acciones que se derivan de los principios de transformación y desarrollo sostenible y estructural del campo, con equidad, igualdad y democracia; la regularización de la propiedad; la democratización del acceso y uso adecuado de la tierra; y la presencia del Estado para la construcción de la paz en los territorios.
A pesar de la represión, las amenazas, encarcelamientos, estigmatizaciones, asesinatos a miembros del movimiento campesino, de la violación a sus derechos humanos, del fenómeno del desplazamiento, los campesinos como ciudadanos rurales mantienen dignamente en alto sus banderas.
Un saludo especial a las mujeres y hombres campesinos, proveedores de nuestros alimentos, cuidadores del ambiente y actores de los territorios rurales.
