La serie House of Cards creada por Netflix es una radiografía del panorama político estadounidense. Una historia llena de ambición, hipocresía, sexo, prebendas y, por supuesto, poder. Al ver capítulo tras capítulo, la similitud con la arena política colombiana se hace más evidente, pues muchos de los personajes de la serie encajan perfectamente con nuestros principales protagonistas del poder. Aquí una comparación de algunos personajes de la serie con nuestros ‘honorables’ políticos.
En principio es necesario hablar del personaje principal: Frank Underwood. Un líder innato, enfermo por el poder, que hace uso de todo tipo de artimañas para quedarse con la supremacía, en principio, del Congreso, para luego seguir escalonando y hacerse con el poder del ejecutivo. Podría decirse que su personalidad es la representación más impecable de aquella frase “El fin justifica los medios”. La comparación, para algunos, podría resultar ofensiva, sin embargo es evidente que la relación más directa de Frank Underwood con los personajes de nuestra política, es con el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe. Ambos son líderes de bancada; son, probablemente, los congresistas con más influencia en el legislativo; y unos lobistas sin límite; personifican al político déspota y autoritario que busca un poder concentrado solo en él. Son, pues, Frank Underwood y Álvaro Uribe, personalidades reflejadas a sí mismas. Lo que queda sobre el tintero es una pregunta suelta: ¿Cuál de los dos acude a métodos más maquiavélicos?
No es un secreto que los políticos manipulen la información para usarla en su favor. Y es acá donde, a través de Zoe Barnes, entra el papel de los periodistas en la serie. Esta joven periodista, redactora del Washington Herald, que en su búsqueda por un lugar reconocido en la prensa logra conocer a Frank Underwood, establece una relación laboral que consiste en que Francis (Frank Underwood) le suministre datos de interés nacional que rondan en la Casa Blanca para que, finalmente, sean publicados como una primicia. Los artículos publicados por Zoe Barnes van a ser los grandes escándalos del gobierno y van a ocupar los titulares de todos los diarios estadounidenses. Un caso muy similar al que tenemos en Colombia con las columnas de Daniel Coronell, quien trabaja para la Revista Semana. Coronell, que es —quizá— el columnista más leído del país, domingo a domingo destapa un nuevo escándalo que salpica a las principales cabezas del poder; escándalos de los que se va a hablar toda la semana. Hasta el momento no se conoce que Coronell acuda a los mismos métodos que Zoe Barnes para conseguir su información —esperemos que no—, pero lo que es cierto, es que sus fuentes son impecables, y sus pruebas contundentes, casi que irrefutables. La diferencia entre estos dos personajes la marca Coronell, al hacer una clara oposición a Álvaro Uribe; caso contrario a lo que vemos en House of Cards, donde el político es aliado de la periodista.
Todo buen político debe tener aliados y enemigos. Y entre los grandes aliados de Francis resalta, sobre todo, Doug Stamper. Un personaje frío, precavido y con una increíble capacidad de mentir. Es la mano derecha de Francis, con quien crean sus estratagemas para conseguir preponderancia política. Stamper es una de las piezas claves en la carrera de Underwood, pues sin él, seguramente, jamás habría tenido éxito. Su carácter se acerca mucho al del hoy vicepresidente German Vargas Lleras, e incluso al de Néstor Humberto Martínez, actual Ministro de la Presidencia. Vargas Lleras se caracteriza por ser seco y frío. Es la mano derecha de Juan Manuel Santos, y para muchos críticos del gobierno, es una grave amenaza por ser quien tiene un poder similar al del Presidente. “Nunca antes, desde cuando se instauró la figura de Vicepresidencia, en 1991, un vicepresidente había acumulado tanto poder”, documentó la Revista Semana. Como vemos, una Vicepresidencia bien administrada puede llegar a concentrar un poder similar al del Presidente. Y es en esto en lo que Vargas Lleras y Stamper se relacionan: su poder, a la vista de todos, no es gran cosa, pero bajo cuerda llevan las riendas de gran parte del gobierno.
Los caudillos más reconocidos recurren al uso de chivos expiatorios para alcanzar sus objetivos. Estos chivos expiatorios se caracterizan por ser personas débiles de carácter, y por esta misma razón es que son manipulables. Es el caso de Peter Russo: un congresista que esconde una historia de drogas, alcohol y prostitución; un personaje que en medio de la debilidad encuentra la fortaleza a través de sus dos hijos. Russo guarda información que solo conoce Francis y Stamper, un secreto que los llevará hasta el final. Su personalidad refleja una similitud a la del exvicepresidente y hoy candidato a la alcaldía de Bogotá Francisco “Pacho” Santos, quien es uno de los aliados más fuertes de Álvaro Uribe. Pacho Santos y Peter Russo comparten, en primera medida, que son personajes controvertidos por sus actos y declaraciones; y por otra parte, son personalidades que demuestran inocencia, pero que a la hora de la verdad y en lo fáctico, no tienen nada de inocentes. Ambos han caído en trampas de sus jefes, pues vale la pena recordar el episodio del Centro Democrático en el que era casi segura la candidatura presidencial de Pacho Santos, pero que a última hora fue arrebatada para quedar en manos de Óscar Iván Zuluaga. De la misma forma Peter Russo ha caído en las mismas trampas creadas por Francis.
Es así como House of Cards nos muestra el funcionamiento, no solo de la política estadounidense, sino de la política en general. A cada personaje de la serie se le podría encontrar plasmado uno de los protagonistas que ejercen el poder en Colombia, porque ninguno se salva. Así como en todo, la política no es ajena, y los hay buenos y malos; pero, desafortunadamente, son más los malos.