La nueva Ministra de Ciencia y Tecnología, como figura pública que es, está promocionando indirectamente y de forma gratuita-creo- el ganoderma lucidum, otro de miles de productos naturales, medicaciones milagro que se comercializan en todo el país como suplementos alimenticios, pero son ensalzados con vigor en todos los medios existentes- prensa, radio y televisión e internet- como panaceas, es decir, sustancias milagrosas que curan todas las enfermedades.
Los charlatanes y timadores de la medicina han existido desde los tiempos de Esculapio, pero los actuales, literalmente han acaparado y comprado la franja electromagnética de las comunicaciones las 24 horas. Todos los medios de comunicación, nacionales y regionales, por dinero, entregan espacios publicitarios sin el menor asomo de censura o de cuestionamiento a miles de individuos que, con delirios de grandeza algunos, con una falta de escrúpulos total otros, o con las dos condiciones, se dedican a engañar literalmente a la gente incauta, enferma y angustiada por una afección incurable o dolorosa, promoviendo el uso de terapias carentes de soporte científico alguno, de tratamientos naturales “ inocuos” como inútiles. Y muchos de estos individuos se presentan como perseguidos por la ciencia médica y por el establecimiento oficial.
Todas las cadenas radiales y televisivas, así como la prensa hablada y escrita, fueron penetradas por mercaderes y seudocientíficos: naturistas, homeópatas, reflexólogos, podólogos, quiroprácticos, acupunturistas, homeosiniatras, terapistas neurales; masajistas tántricos, finlandeses, coreanos, indios y chinos; ayurvédicos, gurús y yoguistas; programadores neurolingüísticos, medidores de la entropía cuántica, bioenergéticos, biocibernéticos holográmicos, sanadores Reiki, radiestesistas, cirujanos cuánticos y psíquicos. Y, naturalmente, los chamanes de todos los rincones del país, entre los cuales el Indio amazónico (que no era lo uno ni lo otro) es buena referencia, porque vivió de los incautos durante 40 años, en las narices del Ministro de Salud de turno, a cinco cuadras del edificio Urano en Bogotá, donde se reglamentan las políticas para mejorar y mantener la salud pública del país.
La ganoderma pelucidum, el hongo de la inmortalidad es otra más de las sustancias “naturales” inservibles para tratar cualquier condición médica, pero muy eficaz para enriquecer a todo aquel que la comercialice. Así como el veneno de escorpión azul, el noni, las flores de Bach y de Jamaica, las esencias florales, el Reduce Fat Fast (para adelgazar) o Machoman (tratamiento de la impotencia sexual). Y tienen licencia del INVIMA.
Ahora, gracias a que la recién nombrada Ministra Torres (esperemos que no tenga conflictos de interés en el asunto, porque sería deplorable), científica con hoja de vida brillante sale en televisión a crear expectativas sobre ganoderma lucidum, sin una contraparte que discrepe al respecto, serán millares de incautos enfermos que acudirán a comprar esa maravilla de la naturaleza. Cito textualmente lo que aparece en una de las páginas de internet (Amazonas Salud Y Belleza):
“El Reishi (Ganoderma lucidum) es un hongo considerado en Oriente como el "hongo de la inmortalidad", con un uso documentado en China desde siglos antes de Cristo. Este hongo ha sido reconocido entre las 10 sustancias terapéuticas naturales más eficaces, demostrando: - una acción antialérgica - antihistamínica- antiinflamatoria - antiaging- contra la inflamación crónica- ansiedad- insomnio- hipertensión- regulador hormonal (menopausia, amenorrea, dismenorrea, endometriosis)- problemas de glándulas tiroides- Hepatitis A y B- Psoriasis- Protección de cardiotoxicidad en tratamientos con quimioterapia.
Al ejercer una gran acción antioxidante, funciona muy bien contra las infecciones virales en su prevención.
Gracias a sus ácidos ganodéricos, constata una actividad: - Antihistamínica Hepatoprotectora- Antihipertensiva-Hipocolesterolémica.
De esta forma, protege los hepatocitos e inhibe la síntesis y absorción del colesterol. Es una opción ideal para tratar alteraciones hepáticas ya que disminuye los niveles de enzimas hepáticas y eleva los niveles de glutatión (un potente antioxidante que protege nuestro sistema inmune).
También constata una acción sedante del Sistema Nervioso Central (SNC), por lo que resulta idóneo en casos de ansiedad e insomnio.
También se ha comprobado una acción tonificante sobre el corazón y el sistema cardiovascular. Tiene una acción arritmógena para el corazón.
Ha demostrado capacidad para modular el cortisol (una hormona que se libera como respuesta al estrés producida por la glándula suprarrenal) y de esta manera luchar contra la inflamación crónica.
Como en todo tratamiento, hay una serie de precauciones a la hora de tomarlo: -En pacientes con diabetes, el médico deberá controlar la glucemia para considerar si debe regular o no la dosis de insulina.”
Es decir, con semejante fantasía, hasta ahora velada para nosotros, ya no se necesitarán hospitales, ni médicos, ni exámenes de laboratorio, ni tomógrafos, ni quirófanos, ni ambulancias. Ni procedimientos dolorosos e incómodos.
Pero no todo es malo. Ahora si se pueden trasladar los 40 billones del presupuesto nacional dedicado a salud, al Ministerio de Defensa. Son 28 millones de consultas por año, millones de cirugías innecesarias, de prolongadas esperas en sanatorios y clínicas, que se podrán solventar así, sin problemas. Un frasco de ganoderma por persona y adiós los males; no más cuotas moderadoras, no más EPS, ni descuento en los salarios para salud. Y como acaba el envejecimiento, ya podrán aumentar la edad de jubilación hasta 100 años.
Seremos 300.000 personas del sector salud que vamos a engrosar las filas de desempleados con este descubrimiento portentoso, pero todo sea por la humanidad. Y por nuestra nación.
Parece ciencia ficción, pero no lo es. Esta es otra de las consecuencias de la famosa ley de talento humano en salud, vigente desde 2007, en la cual se autorizó el ejercicio de las llamadas medicinas alternativas, entre las cuales se cuentan la homeopatía, la medicina tradicional china, la medicina ayurvédica y las medicinas tradicionales, es decir, las prácticas y productos de los chamanes. Y las facultades de medicina, odontología y de ciencias de la salud, avalados por el Ministerio de Educación, tienen postgrados en todas estas seudociencias. Al fin y al cabo, la educación es un negocio.
Todas las llamadas terapias alternativas, en mayor o menor medida, apelan al uso de estas sustancias; todos sus practicantes denigran de la ciencia, pero se escudan bajo su sombrilla cuando les conviene. Si el paciente, gracias al efecto placebo, se mejora algo, se ufanan de sus éxitos. Pero si la terapia falla, entonces le dicen al familiar: “señora, es una lástima que me trajo a su marido demasiado tarde” Es decir, con cara ganan la pseudociencia, la farsa y el timo y con sello pierde la medicina oficial, científica.
Si sirve de consuelo, el engaño y la superstición abarcan otras áreas del acontecer nacional. Los honorables senadores del gobierno anterior, salían despavoridos del Capitolio Nacional dizque porque había fantasmas. Y hacían misas de exorcismo, pagadas con recursos públicos, en un país laico. Y la presidencia contrató chamán para evitar lluvias durante el mundial juvenil de fútbol que se hizo en Colombia. Y en la fiscalía, durante el Uribeato, consultaban a un parasicólogo para realizar las investigaciones exhaustivas.
De manera tal, no veo por qué una Ministra de Ciencia y Tecnología, con un palmarés de científica, no pueda entusiasmarse con el hongo de la felicidad eterna. Hace muchos años un ilustre ex presidente se iba en avión presidencial, con nuestros impuestos, a la clínica de la doctora Aslan en Rumania, donde le hacían tratamientos para el rejuvenecimiento. Llegó a los 94 años, pero por la buena vida que se daba con la inmensa fortuna que heredó y acrecentó durante su vida política y por el whisky que se aplicaba en dosis industriales, no por los tratamientos costosísimos e inútiles con Gerovital de la famosa e inescrupulosa paisana de Vlad El Empalador, el no menos ilustre Conde Drácula, de la novela de Bram Stocker.