En el Bronx se podía conseguir todo lo que se quisiese, desde una papeleta de Bazuco hasta menores de edad para tener sexo. Allí, frente a los ojos de las autoridades y de cámaras de seguridad, que pareciera no veían nada, todo se compraba y todo se vendía. Y los millones y millones de pesos que todos los días circulaban le pertenecían a un par de familias que controlaban la zona, que se hacían conocer como los ganchos.
Uno de los ganchos más poderosos era Homero, que lo dirigían alias Mosco y alias Homero, dos medio hermanos de apellido González a los que todos les temían. La Fiscalía los tenía investigados por homicidio agravado, reclutamiento de menores, concierto para delinquir, tráfico y porte de armas y estupefacientes. Allí los González eran reyes intocables. Allá en la Ele, en medio de el pasar diario de unos cinco mil habitantes de calles crearon un bar estrato seis que se llamó el Bar de Homero, que por muchos años la discoteca más tenebrosa de Bogotá y tal vez de Colombia.
En el Bar de Homero había sillas de cuero, se conseguía cerveza nacional e importada, y hasta dj, de puertas para adentro, estando en la zona más deprimida de la ciudad, era un lujo estar allí. La mayoría de los clientes de este exclusivo bar, eran VIP, quienes allí adentro podían hacer lo que quisieran y consumir lo que quisieran y comprar los quisieran.
Este bar de piso color amarillo estridente y mesas de madera era un homenaje al programa de dibujos animados los Simpson, del que sus dueños, los hermanos González, eran muy aficionados, de ahí el nombre de su banda delincuencial con la que se convirtieron en temidos millonarios.