Unos sicólogos norteamericanos, de esos que hacen estudios para matar el tiempo y sacar conclusiones “profundísimas”, analizaron 450 parejas de recién casados durante sus primeros cuatro años de matrimonio y llegaron a la conclusión de que tener una pareja bonita es más importante para los hombres que para las mujeres. Pero aterricemos el asunto en Colombia que, con el perdón de los señores, tiene muchos feos; por lo menos eso les escuché decir un día a un grupo de argentinas que departían solas en la mesa de un bar en Bogotá. De hecho, tengo un amigo que dice que cuando va a salir con su pareja, prefiere hacerlo de noche para que no los vean. Eso me recuerda un chiste coloquial del papá que le pregunta al hijo:
—¿Qué quieres ser cuando grande?
—¡…vón!
—¿Y por qué dices eso?
—Porque siempre que veo a una mujer bonita de la mano de su novio, todos los hombres dicen: ¡Qué hace esa vieja tan linda con ese …vón!
Típico comentario de hombres en nuestro país.
Un especialista en relaciones de pareja, el Dr. Leonardo García, dice que estudios biológicos demuestran que cuando uno ve a una persona bonita, inconscientemente se está fijando en su salud genética porque resalta la simetría, lo cual quiere decir que una persona es saludable. Me da una pena, pero aquí hay feos exitosísimos con las mujeres; o si no, con todo respeto, pensemos en la simetría del Tino Asprilla (claro que eso tiene que ver con las medidas económicas y de las otras), o la de Leonel Álvarez, o la de Mandíbula (el de Sábados Felices), o la de muchos feos célebres colombianos. Dicen los científicos que lo que pasa es que a las mujeres nos conquistan con capacidad intelectual, o por un componente ideológico muy marcado, es decir, por el oído… Aunque a algunas con el bolsillo grueso es suficiente. Como diría una amiga mía, en Colombia, feos o bonitos, la mayoría ¡son unos perros! Esto me trae a la memoria una pareja amiga de mis papás en la que el señor era muuuy feo y ella muuuy bonita; él muuuy mujeriego y ella llevaba su cruz, como decían las abuelas que había que hacer. Un día al señor le sirvieron la sopa fría, y dijo: “Esto está como beso de boba”, y ella contestó: “¡Ja, es que ni las bobas se le escapan!”.
El olor es otro componente importante para las mujeres, más que la belleza de su hombre, según el estudio. Un día, viajando entre Miami y Nueva York, se subió uuuuun churrononón de esos monos estilo Brad Pitt que me encantan, y se sentó en la silla detrás de mí en el avión. Mientras decolábamos, empezó a llegarme un olorcito a pecueca y no sabía de dónde. Miré debajo de la silla, alrededor y nada. Pues les cuento que al segundo me di cuenta que ese rubio despampanante se quitó los tenis y muy fresco subió los pies sobre la punta trasera de mi descansabrazos izquierdo, al lado de la ventanilla; no, pues hasta ganas de romperla como medida de emergencia sí me dieron, pero también hasta ahí llegó el baile de ojo y con mucha pena le hice bajar “las paticas olorosas” al monazo pecuecón. No hay poder humano que nos rinda a las mujeres frente a un lindo que huela a feo. Estoy de acuerdo.
Termina el estudio diciendo que la belleza es solo la cuota inicial de una relación de pareja, porque es algo externo. Claro, con el tiempo la belleza cambia y se afianzan otros valores que, sin duda, son mucho más importantes. Le escuché un día decir a un amigo que para saber si la bonita lo quería, la llevaba a fútbol y a comer fritanga en los alrededores del estadio. “Si va sin problema, me quiere”… Bueno…
Debo concluir diciéndoles que todas hemos caído redondas antes feos con labia, ¡y yo casi no salgo de ese túnel!… Pero hay que reconocer que también hay feos muuuy interesantes y buenas personas. Si la belleza cansa, la feura ni se diga, ¡y más cuando son feos y sinvergüenzas! En lo particular tengo un calvo espectacular, así que ¡con los bonitos también hay matrimonio feliz!
¡Feliz resto de semana!