Sin la gracia del personaje de parodia que a veces escuchamos en los espacios vespertinos de algunas emisoras, desde la orilla de la derecha, el sancionado ex ministro del Interior del régimen uribista, Londoño Hoyos, se lanza en ristre contra el alcalde de Bogotá Gustavo Petro, sin piedad arremete contra el Presidente de los colombianos, Juan Manuel Santos (“Juampa”, le apoda) y, de contera, como hada maléfica de los cuentos infantiles, se atreve a acusarme, sin prueba alguna e invocando oráculos futuros, de estar preparando un festín con los recursos públicos de Bogotá, con la benevolencia del Alcalde Mayor y el Presidente de los Colombianos, para uso indebido en la campaña a la alcaldía que empieza a prender motores.
Por supuesto, de las acusaciones temerarias del uribismo contra mi persona, a estas horas del paseo, además de las acciones judiciales que he interpuesto en defensa de mi buen nombre, también debo decir que he decidido develar las intenciones protervas y de baja ralea que, amparados en escenarios de opinión pública y en las redes sociales, intentan configurar estrategias oscuras, en mi sentir, intentando extender cortinas de humo para salir del hueco de innumerables delitos cometidos durante uno de los períodos gubernamentales de mayor violación de las libertades y derechos humanos en Colombia.
Más allá de las invocaciones que el exministro sancionado hace con respecto a una eventual presidencia del Alcalde Mayor de Bogotá, también de las advertencias sobre la “toma del Castro chavismo” de la ciudad de Bogotá, en esta oportunidad con la complicidad de “Juampa”, que reparte con el “idiota útil” de Germán Vargas Lleras “mermelada” de “dobles calzadas y viviendas gratis”, en el colmo de los desobligantes calificativos en contra de Pero y del Presidente Santos (también contra Enrique Santos, hermano del Presidente), se atreve Londoño Hoyos, con soberbia impunidad, deslizar una amenaza velada de atentados y bombas para “triturar al enemigo”. Pregunto: ¿Será recordación amenazante al Vicepresidente de lo que le sucede al que se aleja del uribismo? Vaya uno a saber.
Pero más allá de los señalamientos de Londoño Hoyos, en su invocación de fantasmas para amedrentar candidatos (“ahí viene el lobo, ahí viene el lobo!”, gritaba el pastorcito mentiroso de la fábula), sin duda que una de las intenciones ocultas del uribismo y del libelo del exministro consiste en intentar reacciones del alto gobierno para documentar, ante propios y extraños, la existencia de un complot contra oposición y, cabalgando en semejante mentira, “tomar las de Villadiego”, para escapar de la mano de ley que sigue apretando el cuello de los “alfiles” del uribismo.
Pero el uribismo debe saber que sus acusaciones y señalamientos no nos arredra. Que al igual que en el pasado, estamos preparados para responder, con tono reposado, todas las falacias irresponsables y groserías que en medios virtuales y en las redes lanzan contra el que escribe estas líneas y los integrantes de la corriente de opinión multicolor del progresismo.
Así pues, seguiremos insistiendo ante las nuevas ciudadanías, sin caer en provocaciones, en las razones que nos asiste para, con el favor ciudadano, regir los destinos de Bogotá profundizando en el talante humano de un gobierno que tiende la mano a los más desprotegido, en especial a las víctimas y, sin temores, ordena el territorio, Metro a Metro, en su vocación sostenible. No importa si nuestro humanismo le revuelve la tripa y el segundo apellido al exministro Londoño Hoyos. Si podemos.