No olvidemos que Hollman ha sido el mejor gerente que ha tenido Canal Capital en su historia de dos décadas. Hollman estuvo al frente del canal público de Bogotá entre 2012 y 2014, y yo —que estaba en ese canal desde 2008— tuve la oportunidad de trabajar a su lado. Fui testigo de cómo convirtió el canal público de Bogotá en una competencia seria para los canales privados. Con su carisma y capacidad gerencial convocó a editores, conductores, camarógrafos y al personal del área técnica y administrativa a trabajar en el propósito de ser una alternativa real para los televidentes colombianos.
Recuerdo que partimos de tener apenas cientos de telespectadores y al final de 2015 (gracias también a la posterior gerencia de Lisandro Duque) llegamos a tener 50.000, y durante los días de Rock al Parque en años sucesivos, 300.000. Por eso, un día los enemigos de la paz sabotearon la emisión del canal y sobre las imágenes de una pauta política obligatoria lograron hacer escuchar una canción de las Farc. Fue el mismo día que José Obdulio Gaviria publicó un perverso panfleto en El Tiempo en el que acusó a Hollman de ser terrorista. El mismo día, qué coincidencia. La maldad pretendía dañar la imagen de un periodista carismático que ya se destacaba y al tiempo embarrar el proceso de paz que entonces se avecinaba.
Hollman respondió construyendo un canal que fuera como Colombia: multiétnico y multicultural, con presentadores y periodistas negros, indígenas y mestizos, también de la comunidad LGBTI y muchas mujeres, todos grandes profesionales. Por aquellos días, el avance técnico y tecnológico del canal público de Bogotá fue formidable, una red de periodistas barriales salía al aire con una tableta desde cualquier lugar de Colombia, para cubrir tanto el conflicto en el Cauca como el proceso de paz en La Habana, con corresponsales en Washington y New York. Hicimos centenares de programas sobre memoria del conflicto (aquí la insistencia de Hollman era por el equilibrio informativo: que recordáramos a las víctimas tanto de las acciones violentas de los paramilitares como de las guerrillas) y cubrimientos en alejados rincones del país donde sus habitantes protagonizaban algún acto de paz. Lo vimos muchas veces reunido con el personal técnico y administrativo, sea para inaugurar una nueva unidad móvil o para celebrar el éxito de una emisión.
Hollman también vinculó al canal a los que eran tal vez los mejores periodistas del país, tales como Germán Castro Caycedo, María Elvira Samper, la internacionalista Laura Gil, Antonio Caballero, Antonio Morales, María Jimena Duzán y otros expertos en varios campos culturales, políticos y deportivos. Así logramos conquistar una numerosísima audiencia con sentido crítico y con pertenencia por su país y sus recursos naturales y culturales. El día que el alcalde Petro fue destituido por el procurador Ordóñez, el Canal Capital fue el único medio que mostró cómo multitudes ofendidas con la decisión llegaban a la plaza de Bolívar a defender al alcalde, mientras los otros medios callaban. Así, en cuestión de días, Petro regresó otra vez a la alcaldía.
Doy fe de que Hollman se entregó a fondo en su condición de gerente y que puso toda la energía en informar sobre lo que los otros medios ocultaban impunemente. Todos los días el canal era visitado por estudiantes, líderes sociales, víctimas de todas las violencias, científicos (recuerdo al doctor Rodolfo Llinás en el programa Diálogos), que entraban así en contacto con aquellas nuevas audiencias. Pero todo esto lo echó al traste la nueva gerencia peñalosista, que ha llegado incluso a eliminar valiosos archivos de memoria con la infame excusa de que ocurrieron accidentes electrónicos. Lo que ocurrió en el Canal Capital durante la administración de Peñalosa fue un verdadero retroceso y un crimen cultural, que la historia y la sociedad no les perdonará. Con el crecimiento del nombre de Hollman en las encuestas por la alcaldía de Bogotá se vislumbra la posibilidad de que el mejor gerente que ha tenido el Canal Capital sea ahora el mejor gerente de la ciudad. El 27 de octubre no podemos equivocarnos en la elección.