Darío, rey del imperio Persa (490 A.C) y padre de Jerjes I, no había podido olvidar la rebelión de los griegos, inspiración del levantamiento jónico en Asia menor. Incluso, se dice en múltiples testimonios que recomendó a su siervo que le recordara el acto de los atenienses a la hora de la comida.
A la par, las ciudades-estado griegas habían aprendido de lo sucedido en Mileto (500 A.C) y con la democracia como forma de gobierno se oponían a toda tesis tiránica, razón por la Hipias, el tirano, al ser expulsado buscó alianzas con los persas.
Creyendo que ejército ateniense aún era leal al tirano, Datis, el general del ejército persa, pensó que este se dividiría al llevar a cabo la confrontación con Hipias de su lado. Después de consolidar la estrategia, tomó como punto de inicio a la zona costera de Maratón, en la cual, según sus cálculos, unos 50.000 miembros del poder bélico persa se dirigían (sin duda, el ejército más grande de la época).
Por otro lado, unos 10.000 atenienses se dirigieron al punto de encuentro para la batalla, pero una cosa le preocupaba al general Milcíades: que los multiplicaban en número. Decididamente envió al corredor Filípides que, según relatos como el de Heródoto, corrió durante dos días unos 246 kilómetros hasta llegar a Esparta por ayuda.
El mensaje de Filípides fue el siguiente: “Hombres de Esparta, los atenienses os piden ayuda y os ruegan que no permanezcáis de brazos cruzados mientras la ciudad más antigua de Grecia es aplastada y sometida por un invasor extranjero. Eretria ya ha sido esclavizada y Grecia se debilita por la pérdida de una buena ciudad".
Los espartanos dicen que apoyarán al ejército griego, pero después de las carneas, una celebración religiosa que tardaba unos diez días y que no permitía batallar o luchar durante hasta la luna llena. La situación no puede verse peor para los griegos.
Sin embargo, se toparon con la realidad de que las flotas en las que viajaba el ejército persa se dividieron, enviando unos 20.000 hombres a Atenas (donde hay mujeres, niños y adultos desprotegidos), mientras los cerca de 30.000 restantes a Maratón.
Milcíades, general griego, no dio paso atrás y decidió luchar. Aprovechado la situación envió a su grupo élite (falanges hoplitas) a los costados y al resto de los miembros al centro, pero líneas de arqueros persas (letales a 200 metros) bordeaban la línea de batalla.
Aun así, dieron paso a la batalla, donde sorprendieron a los arqueros al correr cuando estaban a unos cien metros de llegar al cuerpo a cuerpo, sin afectar la marcha el peso de unos 35 kilogramos de su armadura y armas.
Las falanges griegas liberaron a los costados y lograron encerrar a los persas que habían avanzado en el centro. La lucha se volvió una masacre de persas, donde muchos de ellos huyeron despavoridos al mar y las embarcaciones. Atenas se impuso ante el imperio.
La reacción del general Milcíades fue de preocupación, pues recordó que había dado la orden a las mujeres de suicidarse en caso de ver llegar a los barcos persas y no al ejército ateniense, la flota que llevaba al resto del ejercicio persa iba en camino. No se podía perder tiempo.
Fue cuando de nuevo Filípides salió de Maratón a Atenas en una travesía de alrededor 42 kilómetros, en la que todo era incertidumbre. A pesar de todo pronóstico, el corredor llegó primero que los persas. Cuando entró en la plaza de Atenas, con el último aire, gritó: “Victoria”. Murió instantáneamente después de cumplir su misión.
Versiones dicen que el ejército griego llegó también antes de los persas, quienes al verlos huyeron sorprendidos. No obstante, otras mencionan que las mujeres, niños y adultos se colocaron en su cabeza el corinto (casco de batalla) simulando ser el ejército, causando pánico en los persas y provocando su huída.
El pensamiento occidental es resultado de batallas decisivas del otrora pueblo griego que lograron imponer su dominio, como también el de historias como la de Filípides o Maratón que describen la condición humana en su esplendor.
Cuando el ejército espartano llegó para brindar ayuda quedó atónito tras los miles de cadáveres y la victoria griega. Filípides convertido en héroe es recordado por las maratones que hoy conocemos.