Historia de dos ciudades

Historia de dos ciudades

Por: ROLANDO ANDRÉS LÓPEZ PEREIRA
diciembre 01, 2014
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Historia de dos ciudades

Parafraseando el título de la famosa novela de Dickens, “Historia de dos ciudades”, más o menos eso es lo que viene sucediendo en la Bogotá Humana del siglo XXI. El alcalde Petro consiguió lo que hasta ahora ningún burgomaestre había propuesto ni logrado: hacer de Bogotá dos ciudades en una.

Hay una Bogotá moderna, pujante, elitista, orgullosa que se ubica… podríamos decir que de la calle 72 hacia el norte, con algunos puntos ubicados en la localidad de Chapinero al sur de la mencionada calle. Pero hay otra Bogotá vetusta, descuidada, resentida por décadas de abandono. Ese es el resto de la capital.

El tema de ricos y pobres en Bogotá no es de ahora, es de siempre. Pero hasta el momento los Pombo y los Uricoechea de la primera ciudad habían vivido en una amistosa indiferencia con los García o Pataquiva de la segunda. De hecho ambas ciudades viven simbióticamente, se necesitan. ¿Qué sería de Niza Antigua sin los plomeros u ornamentadores de Ciudad Jardín Norte? ¿O de los vecinos de La Castellana sin los vidrieros y mecánicos de Rionegro?

Gustavo Petro pretende ahora sorprender a los bogotanos con su audaz propuesta de hacer Vivienda de Interés Prioritario (VIP) en zonas de estrato 5 y 6 de la ciudad. En sí esta iniciativa es revolucionaria, justa, humana, pero improvisada de cabo a rabo. El alcalde pretende que más de 300 familias se ubiquen en barrios como Chicó, Santa Bárbara, San Patricio y otros por el estilo, pero no tiene en cuenta las normas mínimas de subsistencia que necesitan esas familias de escasos recursos que van a vivir en los proyectos de vivienda que tiene el Distrito en esos sitios.

Pensemos en que ya están viviendo estas personas en sus nuevos apartamentos. Muy bien por ellos, residirán en una zona muy bonita, con parques muy hermosos en las cercanías, con distintas oportunidades de recreación y entretenimiento a la mano (cines, restaurantes, bares, casinos, etc). No obstante el Alcalde no ha pensado en cosas básicas como la educación de los niños de estas familias.

Las escuelas distritales más cercanas quedan ubicadas a más de 40 cuadras a la redonda, cuando en otros lugares estos menores estudian en colegios que quedan muy cerca de sus lugares de residencia. Su economía se vería afectada pues las tiendas de barrio y los sitios en los que solían hacer las compras de la canasta básica familiar, ya no estarán tan a la mano. O si los hay tendrán unos precios para ellos exorbitantes, acordes precisamente con los habitantes originales de esos barrios de estrato 5 y 6.

Petro afirma que estas experiencias se han replicado en otras ciudades del mundo, como Toronto, Nueva York, París, Barcelona o Melbourne, entre otras. Es cierto, el experimento ha funcionado, pero gracias a una importante previsión que hicieron los mandatarios de dichas metrópolis: socializaron el proyecto, lo armonizaron con ambas comunidades, tanto la que va a ingresar como la que los va a recibir. Y eso es lo que no ha hecho Petro. ¿Por qué?

El cálculo político de esta jugada es interesante. Petro busca exacerbar los ánimos en momentos en que se prende el ambiente electoral para elegir el próximo alcalde de Bogotá. El actual alcalde sabe que en estos momentos los habitantes de esas dos ciudades están descontentos con la mala situación en la que se encuentra la ciudad: agudos problemas de movilidad, eliminación de los colegios por concesión, crisis del sistema de recolección de basuras, deterioro masivo de la malla vial… en fin. Esos problemas y otros más afectan tanto a tirios y troyanos.

Pero Petro sabe que si enarbola el estandarte de la lucha de clases, del enfrentamiento secular entre ricos y pobres, pues estos últimos seguramente van a apoyarlo a él, pues es a quien identifican como el único defensor de sus derechos que han tenido en años. En estos momentos esa no es la percepción que tienen de Petro la mayoría de habitantes de la segunda ciudad. Pero si Petro les muestra que Bogotá tiene una pequeña ciudad ricachona y ampulosa que se niega a compartir sus privilegios con la otra ciudad, pues la polarización que surja de esa acción generará que esos bogotanos de menos recursos olviden sus críticas e inconformidades con el actual alcalde, para decidirse a votar nuevamente por el candidato que Petro apadrine en las próximas elecciones. El ambiente ya está dado y por eso es que los bogotanos estamos hablando de ese tema.

El problema es que Petro tiene aún un año por delante y de seguir el estado de postración administrativa en que se encuentra el Distrito Capital, tal vez la jugada de la polarización no le sirva para mantener a uno de los suyos al frente de los destinos de la capital colombiana por los próximos cuatro años.

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