El primer caso sucedió a mitad de febrero de 2021, cuando un pasajero del vuelo 1787 de Avianca de Santa Marta a Bogotá, fue encontrado muerto con las manos plegadas sobre sus rodillas y síntomas de ahogo.
Posterior a la sorpresa y angustia de los tripulantes, el cuerpo fue transportado por entre el pasillo de mano en mano, seguido por su equipaje en una procesión escandalosa.
Ya en tierra, el cuerpo fue entregado a las autoridades que sorprendidas determinaron como causa de muerte un caso atípico de ahogo espontáneo, evento raro con un único registro histórico previamente reportado y pobremente detallado en la enciclopedia médica general según indicaciones del médico de turno.
La noticia del caso alcanzó una breve crónica periodística de dos párrafos escuetos en un periódico regional, debajo de una publicidad de santería que prometía atraer a su ser querido a la mayor brevedad.
Lo que hubiera pasado desapercibido se convirtió en una noticia nacional cuando 5 casos similares sucedieron en menos de una semana en vuelos siempre provenientes de Santa Marta y en todos los casos las víctimas eran hombres de edad media encontrados con síntomas de ahogo al momento de aterrizar.
Las autoridades constituyeron un grupo especializado de investigadores forenses determinados a analizar cada posible elemento atribuible a la muerte y rastrear su causa común, mientras más casos se reportaban en aeropuertos de todo el territorio nacional.
Tras meses de análisis, Javier López, investigador de amplia reputación, presentó en una rueda de prensa lo que en sus palabras definió como una extraña epidemia de muerte nunca antes reportada en la historia.
Según López, todas las víctimas habían pasado al menos una semana en una playa caribeña de difícil acceso en las horas previas a su muerte y según información de los locales todos se habían visto acompañados de una mujer de aspecto pálido y contextura delgada, vestida de negro que caminaba detrás de ellos.
Sin embargo, ningún registro de las cámaras confirmaba tal afirmación, por el contrario, se veía a los hombres caminado solos por entre las playas.
Este hecho sepultó para siempre la reputación investigativa de López, quien recibió críticas por descartar los análisis de alimentos y otras causas posibles y adoptar como única hipótesis la mujer de negro como único factor común entre los fallecidos.
A los pocos días de su suspensión, los casos se detuvieron de repente y el caso fue cerrado y clasificado como insoluble.
Con el tiempo, en un país de realismos mágicos y playas inexploradas, los hechos se convirtieron en historias de playa, en las que aquellos hombres no caminaron solos esos días, sino tuvieron la fortuna de conocer a la misma muerte en aquella playa, la misma que horas después los alcanzaría al aterrizar, y la misma cuyas huellas en la arena fueron fácilmente borradas como todo por el mar.