Pasar por la carrera 13 con calle 40ª en Bogotá, a principios de los años 70, era presenciar un verdadero espectáculo. En esa esquina, donde antes quedaba una casona y una estación de gasolina, se estaba llevando a cabo una de las hazañas más recordadas de la ingeniería de la ciudad, Colombia y América del Sur. Para ese entonces, el Edificio UGI se estaba levantando, y no precisamente de una manera convencional, sino que se estaba construyendo de arriba para abajo. La mente detrás de esta innovadora manera de construcción fue Hernando Vargas Rubiano, un hombre que quedó en la historia de la arquitectura colombiana gracias al edificio que se construyó al revés.
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Hernando Vargas Rubiano, el pionero de la arquitectura en Colombia
Cuando hablamos de arquitectura en Colombia, sí o sí tenemos que hablar de Hernando Vargas Rubiano. Nacido en Tunja en 1917, desde su infancia mostró un talento natural para imaginar y crear. Por eso, después de graduarse como bachiller del ‘Colegio de Boyacá’, se matriculó para estudiar ingeniería en la Universidad Nacional. Sin embargo, en ese aprender, conoció la arquitectura y fue uno de los estudiantes que lideró la apertura de la carrera en Colombia en 1937. Su pasión por dicha labor se vio bien recompensada en 1941, cuando se graduó dentro de la primera promoción de arquitectos del país.
Con su cartón en mano, empezó a trabajar casi de inmediato con el gobierno, realizando algunos proyectos de vivienda campesina en Cundinamarca y Santander, además de apoyar al Ministerio de Obras Públicas. Para 1944, ganó el concurso para diseñar la Clínica de Occidente en Cali y también logró hacer parte del levantamiento del Hospital Universitario del Valle. Aun así, un año después decidió armar maletas y partir a Bogotá para fundar su propia firma, empresa que lo puso entre los arquitectos más reconocidos del país y lo llevó a ser elegido como presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitecto (SCA), consiguiendo la recordada visita del prestigioso Le Corbusier.
Sus años posteriores, además de estar rodeados por las hojas de papel, las escuadras y los lápices, también estuvieron marcados por la enseñanza, pues se convirtió en profesor de la Universidad en donde estudió, y junto a otros cuatro arquitectos, fue uno de los fundadores de la Universidad de los Andes. Su importancia en la arquitectura fue tal, que repitió como presidente de la SCA y desarrolló proyectos para que la profesión se reglamentara y controlara adecuadamente. Además, llevó la labor a otros lugares del país, como los Llanos Orientales, y estuvo detrás de obras como la vía circunvalar de Villavicencio.
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La idea para la creación del Edificio UGI
Con todos esos años de experiencia sobre sus hombros, Hernando Vargas Rubiano quiso ir más allá y empezar a desarrollar procesos constructivos innovadores. El primero de ellos lo realizó en el actual edificio de la Procuraduría General de la Nación, levantado en 1972, pero su obra máxima fue el Edificio UGI, que se inauguró en 1974. En compañía de su amigo, Guillermo González Zuleta, el boyacense desarrolló un proceso constructivo que jamás se había visto en Bogotá, Colombia o América del Sur, y se decantó por levantar el edificio al revés, debido a los “inconvenientes externos” que se presentaron.
Y es que, los estudios previos a la construcción demostraron que en el lote no se podía levantar un edificio de forma convencional, ya que las columnas afectarían el tema de los parqueaderos, por lo que Hernando Vargas Rubiano envió a su hijo, Hernando Vargas Caicedo, hasta Alemania para ver si era factible construir el edificio de arriba para abajo, una idea que había dado su socio González Zuleta y que incluso colegas ingenieros habían tildado como ilógica. En tierras teutonas, el hijo del boyacense encontró que era factible y entonces la obra inició, robándose las miradas incluso antes de ser inaugurada.
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El edificio que se construyó al revés
Lo primero que se levantó fue el núcleo central, la columna vertebral del edificio, pues es desde el cual se desprendieron las otras estructuras. Su construcción constó de 16 pilotes, 12 de ellos conectados directamente a el núcleo y otros 4 distribuidos en el exterior para estabilizar la estructura terminada. Midió 75 metros de altura y allí también se realizaron todas las conexiones eléctricas y de acueducto, además de las escaleras y los ascensores. Ya finalizado, se montó sobre él una estructura de vigas metálicas para empezar a montar piso por piso, utilizando cables de tensionamiento para soportar las cargas y mantenerlos en pie.
De esa forma, fue como por 2 años el Edificio UGI fue construido al revés, logrando despertar la curiosidad de aquellos que no podían creer que un ‘rascacielos’ pudiese levantarse del cielo al suelo. Finalmente, la construcción fue inaugurada en 1974, marcando un hito para la arquitectura colombiana, y fue tal su fama que fue sede del Banco Interamericano de Desarrollo, del extinto Banco Conavi y del Instituto Colombiano de Ahorro y Vivienda. Hoy, 50 años después de su apertura, sigue adornando las calles bogotanas, desafiando, para muchos, la gravedad, pues parece flotar, algo que solo podía lograr Hernando Vargas Rubiano.
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