Históricamente las regiones colombianas con fuerte identidad han padecido cierta exclusión, señalamientos o mofas. En el país se identifican dos con idiosincrasia marcada y culturalmente enraizada: paisas y pastusos. (no se excluyen otras). Pero la gente del sur ha sido blanco de la discriminación con odiosas conjeturas y burlas. Evidente que en este caso han existido manifestaciones xenofóbicas contra un pueblo valeroso (la xenofobia no es solo contra extranjeros, es el desprecio u odio a las personas por poseer una cultura distinta a la propia).
Las burlas y desprecio hacia los nariñenses han sido evidentes, incluso facilitadas por medios "importantes". El Espectador publicó hace 51 años un artículo ofensivo y ridiculizante contra los pastusos, escrito por la tristemente célebre periodista María Teresa Herrán. La edición del periódico en Pasto fue quemada como protesta por los agravios. Como este, podríamos rememorar otros desafortunados episodios.
Nariño ha sido una región contestaría, distinta al resto del país, con históricas manifestaciones contrarias al conveniente centralismo nacional. Es sorprendente que no se haya consolidado una autonomía o independencia. Hace 45 años el escritor G.A. Gardeazábal lo anunció en la revista Arco: “Colombia perderá a Nariño, como perdió a Panamá”. Gran suerte para el país que ello por ahora no haya ocurrido. Pero el sesgo contra los pastusos sigue vigente, tal vez catalizado por un gran nivel de virtuosismo de un resiliente pueblo.
No podría ser la excepción la displicencia contra nariñenses, cuando se evidencia la profunda crisis de los medios de comunicación tradicionales, hoy amenazados en su poder por las nuevas tecnologías y la pérdida de credibilidad. Es precisamente allí donde un sureño los pone en jaque a la mayoría y les da lección de sostenibilidad. Pocos se dan cuenta que en Colombia hay un magnate del periodismo que se mueve orondo y lirondo sin despeinarse, tal vez (libra por libra) el hombre más poderoso de los medios: Hernando Suárez Burgos.
Es dueño de todos los Extras (el periódico en papel más consumido en Colombia) y de diarios que son reyes en sus regiones como Diario del Sur, Diario del Cauca, además del Periódico Deportivo, la agencia HSB noticias, canal de TV, cadena radial (HSB radio). Con más de 20 periódicos y cinco revistas, este hombre es el mayor importador de papel en Colombia. Como industrial es mucho más exitoso con una habilidad para los negocios asombrosa. Dicen es el mejor experto para comprar empresas en quiebra para reverdecerlas. Veamos ejemplos: compró J. Glottmann en crisis y reconstruyó su fábrica de electrodomésticos con la cadena Sisco. Recibió el Diario Deportivo de estupefacientes, hoy es el Periódico Deportivo. A Luis Bernardo Ricaurte le negoció sus almacenes de ropa, hoy es la floreciente cadena LUBER, compró la marca Jeans and Jackets, hoy integrada a Luber y así otros, convertidos en oro cual Midas contemporáneo.
Si con ello no es suficiente también tiene su propia universidad, su consorcio de hoteles y resort Xilon, su marca de café (San Juan), su línea de gaseosas (La Cigarra), los jugos de fruta (Kist), los bebidas rehidratantes (HSB), igualmente las energizantes (HSB plus), industria de papas fritas y patacones, su marca de agua El bosque (número 1 en ventas en el suroccidente), clubes y complejos deportivos con canchas sintéticas. Todas boyantes industrias y empresas que le dan una extraordinaria sostenibilidad financiera a sus medios de comunicación. Un ejemplo para el mundo.
Suárez desde sus sólidos emporios ve por ejemplo como La W y Caracol radio penden de un hilo del Grupo Prisa. Mientras pontifican Julio Sánchez y Darío Arizmendi (ahora Gustavo Gómez), este conglomerado padece una de las peores crisis. ¿Qué hay debajo de ellos? “El grueso de la deuda de la compañía Prisa (956 millones de euros) acaba de ser refinanciado lo que ponía en riesgo su viabilidad. La deuda total del grupo llega a los 1.455 millones de euros”. Nada menos que ¡más de seis billones de pesos colombianos! (Ver informe) Una monstruosidad que muestra la realidad, que poco conoce una opinión pública, cegada por ídolos con pies de barro.
¿Por qué la discriminación, desprecio y segregación contra un valor que le aporta al desarrollo del país? Seguro porque no es bogotano, o prominente cacao de alcurnia. Un pastuso cualquiera, un campesino de provincia (nacido en Potosí en la frontera con Ecuador) que puso a las “vacas sagradas” de los medios contra las cuerdas. El hombre que en sus medios no tiene necesidad de apelar a banqueros para refinanciarlos, ni a salvavidas desesperados, mucho menos a masacres laborales o a despidos masivos. De allí que de vez en cuando aparezcan comunicadores de medio pelo haciendo mandados de sus jefes, tirando pullas y dardos, ante la “amenaza” que les significa el poderoso Hernando.
Al magnate Rupert Murdoch, que al igual que Suárez tiene industrias diversas y es dueño de un imperio de medios, le han criticado por poner sus periódicos al servicio de sus causas. Lo mismo que ha hecho Suárez Burgos. Pero peores pecados históricamente han cometido los cacaos que han influido a su antojo en el poder y se apoderaron del establecimiento. ¿Quiénes han sido los dueños de El Tiempo, El Espectador, Semana y otros ídem? Los que apuntalaban a sus fichas para lograr poder político y económico (la mermelada de siempre).
A Hernando le critican su sinceridad al exigir a periodistas apoyo para sus amigos políticos, está en su derecho. Pero no dicen nada de las barbaridades, manipulaciones de la opinión pública, intrigas con intereses ocultos para manejar a su antojo el país mediáticamente, especialmente cuando no había internet. ¿Los famosos periódicos, revistas, cadenas no han tenido multimillonarios contratos con el Estado por décadas? A quienes se creen “vacas sagradas” les tienen miedo, nadie puede meterse con ellos, se creen intocables. Alguna vez un columnista desnudó a uno de estos personajes, su valiente editora lo apoyó y la coyuntura provocó la generación de un nuevo periodismo independiente. Con el pobre pastuso si se meten. Hace poco una despistada y locuaz cotorra youtuber (sin control de calidad) hablaba con libreto ordenado (¿por sus jefes?) contra la censura de prensa a favor de los cacaos y ataca a Suárez. Aquí cabe de maravilla la máxima “Ven la pajita en el ojo ajeno y no la tremenda viga en el propio”.
Suárez beneficia directamente a miles de familias colombianas. Como industrial le entrega al país un enorme valor agregado a través de sus factorías, “Made in Colombia”. Fue senador de la República cuando quiso y se retiró cuando quiso. Es imperturbable y como sus productos, indeformable, mientras multinacionales de los medios como Univisión siguen perdiendo, con una reestructuración que llevó al despido de más de 200 empleados. Ello afianza la histórica ‘xenofobia’ contra un bravo pueblo excluido, mientras Suárez despierta envidia con tufillo discriminatorio por ser un pastuso exitoso, con sus cualidades y defectos, el Murdoch colombiano.
Apostilla: Como experto en adquirir empresas en crisis, ¿Suárez se le apuntará a comprar la porción colombiana del grupo Prisa? (Aunque dicen que Caracol radio y la W son la joya de la corona de una compañía en pena). O se animará por Univisión (con Coronell adentro) ya que casi nadie se le ha querido medir.