Después de 128 años de haber sido creada, la policía dejaba el pasado 20 de julio el tradicional verde oliva. Ahora 908 uniformados usaban el azul naval en el plan piloto que se empezará a implementar en 11 municipios de Colombia. Las protestas que desembocó el asesinato del joven estudiante de derecho Javier Ordoñez en septiembre del 2020, pedían una reestructuración de la Fuerza Pública. La respuesta del gobierno ante esa súplica que se convirtió en un rugido fue cambiar el uniforme. Para esto escogió a dos de los más importantes diseñadores del país, María Luisa Ortiz y Hernán Zajar.
En las tardes húmedas de su natal Mompox el niño Hernán Zajar corría por el parque central mientras veía, en las puertas de las casas, como las viejas matronas tejían sus filigranas, su croché. Nunca fue consciente de eso, él, un niño criado en el barrio Manga de Cartagena pero que cada vacación, hasta que cumplió los 14 años, la pasaba en el precioso pueblo donde nació hace sesenta años, creció rodeado de la belleza de las tejedoras.
De papá Libanés, Armando Zajar, todo lo que supo del buen gusto le llegaba por la familia Momposina de su mamá, la siempre hermosa Cecilia Rojas. La tía Ana que vivía en Francia, llegaba una vez al año con la maleta llena de vestidos, uno para cada una de las muchachas del clan. Y Hernán veía cómo su mamá, con la delicadeza de las momposinas de antes, lucía sus trajes cuidadosamente seleccionadas dependiendo de la época.
Eran los años de ver cine en el parque y enamorarse Monica Vitti y soñar con Jane Fonda y creer que un día sus manos tan pequeñas como la lluvia podían vestir a diosas del celuloide como Grace Kelly. Por supuesto, ese deseo de ser diseñador no era compartido por sus papás.
Entre el cine, la pintura y los libros fue creciendo Hernán Zajar. Su papá tenía un hotel en Cartagena y quería que él estudiara Hotelería y Turismo para que se encargara del negocio familiar. Los hombres duros no hacían encajes. Así que a los 17 años encontramos a Zajar con dos empleos, uno administrando el hotel familiar en la mañana y el otro en las tardes, en el Sorteo Extraordinario de Colombia en donde un amigo de su papá le consiguió un empleo.
Le dijo a los viejos, cuando fue mayor de edad, que quería irse a estudiar a Barcelona Administración de Turismo a Saint Paul del Mar, pero el demonio de la vocación abraza y no deja escapar a nadie. Por eso solo duró unas semanas en la universidad, se salió y se vino a Bogotá sin que sus papás lo supieran. En las noches, usando el restaurante de un amigo, El Bodegón Cartagenero, montó su primera e improvisada boutique. Los contactos lo llevaron a David Sanchez Juliao, el escritor de Lorica, quien se había craneado la historia de un joven boxeador que se enamoraba de una niña bien de Cartagena. Gallito Ramírez fue la telenovela, hecha en 1985, que disparó las carreras de dos mitos de la farándula colombiana, Carlos Vives y Margarita Rosa de Francisco. Esta última encarnó a la Niña Mencha y fue un suceso que aún hoy repercute ya que, aun hoy, los mayores de cuarenta le decimos la Mencha a De Francisco.
Parte del éxito tuvo que ver con la ropa que ella vestía. Era tanta la fiebre que despertó el vestuario de la Mencha que la gente llamaba a Zajar para que le hiciera una pinta igual. Entonces se dio cuenta que podía tener su marca y ganar plata haciendo vestidos. De todas maneras le alcanzó para hacer el vestuario de novelas tan importantes como Caballo Viejo, La Vorágine, Azúcar.
Los siete años, entre 1993 y el 2000, cuando fue el diseñador de las reinas, le sirvió para consolidar su nombre. Zajar sabe que su apellido vende, por eso creó en el 2003 Zajarcorp, una boutique con todas las de la ley que funciona en la Calle 64 Nº 3-41 de Bogotá en donde él mismo atiende a su clientela. Además, es el diseñador exclusivo de Calzatodo y de la marca Home que se especializa en edredones. Sin embargo lo de él no es convertirse en Zara, sino en seguir haciendo respetar su nombre como una marca exclusiva.
Ahora vive entre Bogotá y Miami y ha expandido sus diseños en La Florida, -aunque aún no tiene boutique-, Puerto Rico, Venezuela y Kuwait. Zajar ahora debe imponer su sello en renovar la imagen de una policía que está cada vez más y peor cuestionada. Si el experimento funciona en las ciudades de Villa de Leyva, Barichara, Mompox, Providencia, Bogotá, Medellín, Santa Marta, Cali, San Andrés, Providencia, Cartagena, Zajar pasará a la historia como el hombre que le quitó el verde oliva a una de las policías mas cuestionadas del mundo.
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