"Hemos perdonado, pero sin olvidar. Falta la verdad": Sigifredo López

"Hemos perdonado, pero sin olvidar. Falta la verdad": Sigifredo López

El único sobreviviente de la masacre de los once diputados aprovechó para pedirles esclarecer los hechos porque hay un inocente condenado por el secuestro

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diciembre 08, 2016

El único sobreviviente de la masacre de los once diputados, el único testigo y quien estuvo secuestrado siete años por las Farc, aprovechó el acto de perdón para pedirles esclarecer los hechos y dar los nombres de los responsables del secuestro de los doce diputados del Valle   porque hay un inocente, Héctor Fabio Mazuera, condenado por un delito en el que nunca participó. Recordó además que por no haberse dicho la verdad él fue víctima de humillaciones, vejámenes y señalamientos que lo hicieron pagar cárcel por una supuesta complicidad con la guerrilla que las Farc negaron rotundamente, asi como haber tenido relación alguna con el  exdiputado.  Pablo Catatumbo quien presidió el acto de reconocimiento y perdón, reafirmo que se relatará lo sucedido ante la Comisión de la verdad.

 

Estas fueron las palabras de Sigifredo López en Cali:

sigi - "Hemos perdonado, pero sin olvidar. Falta la verdad": Sigifredo López

Señores Pablo Catatumbo y demás integrantes de las FARC

Con el alma limpia de odios, el corazón henchido de compasión y la mente clara hemos venido a decirles que la familia LOPEZ NIETO, integrada por mi señora madre NELLY TOBON, mi esposa PATRICIA NIETO, mis hijos LUCAS GUILLERMO Y SERGIO ALEJANDRO y YO, LOS HEMOS PERDONADO, no una vez, ni siete veces siete, sino setenta veces siete, como enseña Jesús en la Parabola del Perdón.

Nuestro perdón es un perdón sincero y generoso que nació de nuestras convicciones cristianas y a traves del cual logramos liberarnos del dolor y la indignación. Perdonamos para no seguir secuestrados por el odio que es el peor de todos los secuestros; el perdón nos ayudó también a intentar reconstruir nuestras vidas y sanar las heridas que nos dejó el injusto secuestro al que fui sometido durante siete largos años.

Con esto quiero decirles que hemos perdonado, pero sin olvidar lo que pasó. Las infamias hay que recordarlas y difundirlas para que queden grabadas en la memoria colectiva y nunca más se repitan con otras víctimas. En lo que a mi respecta, además de víctima tengo la calidad de testigo, de único testigo con vida del cautiverio a que fuimos sometidos los 12 diputados secuestrados por las FARC; por lo tanto llevo también sobre mis hombros la responsabilidad de mantener viva la memoria de mis compañeros, y de trabajar sin descanso en la construcción de una cultura del perdón que nos permita avanzar hacia la verdadera reconciliación de nuestro País, tal como ellos lo anhelaban y mil veces me lo dijeron en sus memorables y profundas reflexiones que se constituyeron en la única expresión de libertad que tuvimos durante el secuestro. Estoy seguro que todos ellos, allá en la eternidad hoy se sienten orgullosos de sus familiares, no solo por el inmensurable amor demostrado durante todos estos años, sino porque han interpretado fielmente su pensamiento, al seguir trabajando y aportando desde distintos ángulos a la reconstrucción moral de nuestro país, convirtiéndose

En un ejemplo de perdón, de reconciliación y de la grandeza e integridad moral que requiere la sociedad colombiana adportas del posconflicto.

También quiero decirle a Colombia que la muerte de mis compañeros: JUAN CARLOS NARVAEZ REYES, FRANCISCO JAVIER GIRALDO, JAIRO JAVIER HOYOS SALCEDO, CARLOS ALBERTO BARRAGÁN LÓPEZ, RAMIRO ECHEVERRY CARLOS ALBERTO CHARRY QUIROGA, HECTOR FABIO ARIZMENDI, ALBERTO QUINTERO, EDISON PÉREZ NUÑEZ, NACIANCENO OROZCO, SÁNCHEZ Y RUFINO VARELA, no fue ni será en vano, todos ellos entregaron su vida a la construcción de una mejor sociedad; valga recordar que a partir de la noticia de su vil asesinato los colombianos salieron por millones a las calles a gritar NO MÁS FARC, su indignación se expresó en adjetivos como terroristas, criminales, asesinos y con ese repudio generalizado legitimaron y validaron el discurso oficial que por entonces incitaba al odio y a la eliminación militar del adversario como única fórmula posible para terminar el conflicto armado colombiano; estoy seguro que este rechazo social y político finalmente fue lo que le hizo entender al secretariado de las FARC que el secuestro se les había convertido en una estrategia fallida, en un verdadero bumerán que acabo con el poco respaldo popular que tenían y les demostró que el ejercicio de la violencia jamás le daría éxito a su lucha. Estoy convencido que la masacre de los Diputados del Valle les hizo más daño que todas las bajas que le haya propiciado el Ejército Nacional de Colombia en cincuenta años; en mi humilde criterio esa es la principal razón por la cual las FARC aceptaron sentarse en la Habana, por la que firmaron el acuerdo de paz, razón por la cual hoy están pidiendo perdón y en ese orden de ideas repito el asesinato de mis compañeros no ha sido en vano, aporto y seguirá aportando mucho a la paz de Colombia.

Quiero confesarles que para mí y para mi familia ha sido muy difícil ser el único sobreviviente de una masacre tan horrible. Después de un largo secuestro de siete años, atreverme a hablar de perdón y de reconciliación en una sociedad enferma de violencia que periódicamente requiere de chivos expiatorios en quienes vaciar todo ese odio para compensar su indignación, me costó que me pusieran preso, que me tacharan de guerrillero, que me acusaran de los peores delitos, que me exhibieran ante el mundo como el peor delincuente del país, y cargar con todo el odio que la sociedad tenía y tiene, quizá bien merecido, contra las Farc, me correspondió llevar injustamente una carga y una responsabilidad que era exclusivamente de ustedes, y que nunca asumieron hasta el día de hoy. Con la ayuda de Dios, con nuestra dignidad en alto y con la fuerza moral de nuestra inocencia ganamos la batalla por nuestra vida, por nuestra libertad y hoy seguimos dando la batalla por nuestra dignidad y nuestro buen nombre. Por esta razón acepto el perdón solicitado por las FARC, no sin antes recordarles que la verdad es la mayor y más importante medida de reparación para una víctima. Si ustedes hubieran asumido la responsabilidad por el asesinato de mis compañeros, y hubieran contando toda la verdad al país, a mi jamás me hubieran puesto preso, y habrían aliviado la carga de incertidumbre y dudas de los familiares, y habrían

Evitado también tanta injuria, calumnia, re-victimización y pérdida de oportunidades que nos han causado en distintas esferas de la sociedad.

Esperamos que la generosidad de las victimas sea retribuida con verdad y con el compromiso real e inquebrantable de renunciar, para siempre, al uso de la violencia de las armas para ejercer la política, que reparen integralmente a sus víctimas, y que ayuden con recursos económicos a la reconstrucción de este país que ustedes ayudaron a destruir.

Gracias a los acuerdos de paz quienes cometieron el crimen de guerra de asesinar a sangra fría a mis compañeros asambleístas no irán un solo día a la cárcel. Tengo que confesar que me costó mucho trabajo aceptar que así fuera, pero comprendí que en las actuales circunstancias era mejor renunciar al derecho a que se hiciera justicia retributiva a cambio de evitar más muertes inútiles, mas barbarie, mas crueldad, más dolor y comenzar a construir el camino hacia una paz estable y duradera.

He dicho que el perdón que hemos otorgado es un perdón cristiano, por lo tanto incondicional. Sin embargo, como ciudadanos nos abrogamos el derecho inalienable a exigir la verdad, por eso a partir de ahora queremos de ustedes respuestas sinceras y ciertas, que cuenten toda la verdad sobre sus crimines, porque la verdad, repito, no es solamente es la mayor medida de reparación sino la principal garantía de no repetición para las víctimas.

La verdad que ustedes digan sobre el secuestro de los diputados y quienes lo llevaron a cabo, también permitirá aclarar la situación de una persona inocente que lleva 13 años privado de la libertad, acusado de integrar el grupo de captores. Se trata del señor HECTOR FABIO MAZUERA a quien nunca vi ni durante ni después del secuestro, pero que en manos de la fatídica fiscalía 38, terminó víctima de una larga e injusta condena. Lo exhorto a que sin ninguna demora hagan un pronunciamiento público y aporten los elementos necesarios para que la justicia reverse esta ignominiosa condena y MAZUERA pueda reunirse de nuevo con su señora madre.

Llegó la hora del perdón, pero también la hora de la verdad. No podemos saltarnos este eslabón sin el cual el perdón quedaría huérfano de sentido. Desde este momento ustedes escucharan a lo largo y ancho del país el reclamo de verdad de las víctimas, nada nos silenciara y nada obligará a olvidar a nuestros muertos, mis compañeros Diputados seguirán viviendo en el corazón de todos los vallecaucanos.

SIGIFREDO LOPEZ TOBON

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