No sé si el viaje de Obama a Cuba le vaya a servir más a Trump o a los demócratas, pero sin duda va a producir un impacto notable en la política estadounidense. Tampoco resulta fácil predecir lo que generará en América Latina esta aproximación del imperio con lo que algunos llamaban “el patio trasero de los Estados Unidos”, y así decían precisamente porque la relación que tenía USA con nosotros era, por un lado de dependencia/pertenencia y por otro lado de abandono. Igual que en aquellas casas donde se tiende a cuidar más el antejardín, que el solar de atrás, así nos trató Estados Unidos por muchos años.
Pero las cosas con Obama han sido a otro precio, en especial en este segundo mandato cuando por fin el premio nobel de Paz ha empezado a dejar sentir su verdadero talante democrático. Obama pudo finalmente imponer su reforma a la salud, está avanzando en el cierre de la prisión de Guantánamo, dos promesas reiteradas e incumplida en estos siete largos años de gobierno, e insiste en la reforma migratoria. Por si fuera poco, aflojó la tensión en las relaciones con Cuba, permitió vuelos comerciales a La Habana, acordó con Raúl Castro la reapertura de las embajadas y ahora visita la isla por tres días.
Esos pasos que seguramente puede dar ahora con más libertad dado que ya no tiene que cuidar una reelección, se convierten en un desafío para la campaña electoral en la que emerge como gran amenaza la faceta más retrógrada de la política americana: la cara de Trump, el millonario que se ha ido consolidando como el más seguro candidato republicano y un contendor de miedo para Hillary Clinton.
La fortaleza que ha tomado el facho de Trump
radica en el miedo que el americano medio le tiene
a un montón de mitos, construidos sobre falsas premisas
La fortaleza que ha tomado el facho de Trump radica en el miedo que el americano medio le tiene a un montón de mitos, construidos sobre falsas premisas. El más grave, tal vez, es ese fantasma enfermizo a la izquierda, al comunismo, que de manera absurda se ha convertido en un temor irracional, mucho peor que una peste contagiosa como el ébola.
Cuba es eso para muchos, un exportador de comunismo y un país contrario a las libertades. Si un presidente como Obama se atreve a abrirle las puertas, Estados Unidos se podría inundar de ideas indeseables. Por eso la visita de Obama a Cuba es un paso que podría monopolizar a su favor el loco de Trump y hacerle daño a la campaña de Hillary.
Por otro lado, está el miedo a la inmigración, en especial de gente proveniente de América Latina. Como si Estados Unidos no fuera una nación hecha de inmigrantes desde sus más remotos tiempos. Pero esa historia es desconocida olímpicamente por Trump para afirmar sin el menor empacho que la llegada de extranjeros es la causa de problemas como el desempleo, la inseguridad y la droga.
En el lado demócrata la defensa de los inmigrantes y de las relaciones con Cuba ha sido más bien tibia, demasiado temerosa y sin fuerza para enfrentar la verborrea irracional del precandidato republicano. Da la impresión que a Obama lo han dejado solo en su camino de apertura, mientras en la campaña el único que toca estos temas de frente y con el desparpajo de un ignorante, es el señor Trump.
Por esto la visita de Obama le puede servir a Cuba, que verá aliviadas las medidas de embargo y bloqueo, pero me temo que le pueda llegar a servir mucho más a esa facción cada vez más grande dentro del partido republicano que encuentran en las necedades de Trump la expresión de su miopía internacional y un resguardo para sus miedos.
El Hello, mister President con el que seguramente saludó Raúl a Obama resulta esperanzador para América Latina, pero atemorizante para la campaña estadounidene y para el mundo, que no resiste un Hitler al mando de la primera potencia mundial.
http://blogs.elespectador.com/sisifus
