Queridos Héctor y Gustavo: Aunque el primero ya no está, y no obstante sigue vivo, y el segundo empieza su lucha política como presidente de la República, quiero hablarles, con todo respeto, aunque sin distancia física ni, mucho menos, social, desde el corazón, a quienes desde la misma orilla, así sea bajo distintas circunstancias, enfrentaron y resistieron la intolerancia. Lo hago desde el ministerio de la igualdad, que aun sin crear existe hace mucho tiempo, evocando a mi padre, Luis Jorge, y a mi madre, Cecilia, lo mismo que a Marthica, mi esposa y maestra como yo, a María del Rosario, la madre de nuestros hijos, Santiago y Valentina (ya ausente, aunque siempre presente) y también maestra, lo hago, reitero, de manera abierta/directa, es decir, sin el tan usual corsé de la impostura o de la hipocresía. A Gustavo, es muy grato recordarlo, lo conocí en un colegio al sur de Bogotá dictando una charla sobre el Plan Colombia. Al terminar, lo saludé y él, generoso, se quedó a la mía sobre la relevancia del cine y del audiovisual en estos tiempos aún regidos por la caverna de Platón. Sí, porque hoy muchos ven las imágenes pintadas en la piedra y creen que esa es la realidad.
A propósito de lo que viene en materia de educación/pedagogía y cultura con el Pacto Histórico, va este texto acerca de la figura del gran Héctor Abad Gómez (HAG) que, de rebote, tiene relación directa con el programa político del PH que ya han implementado Gustavo Petro, Francia Márquez y su equipo de empalme, con respecto a asuntos puntuales como la reforma a la Ley 30 de Educación, la Reforma Tributaria, la Reforma Política, la Reforma al Congreso: para que se vuelva ‘chiquito’ en número y teoría y eficaz en calidad y praxis, como digo en mi poema/canción Una bandera pisoteada y al revés. (1) Lo primero que habría que decir con respecto al humanista, al filántropo, al pedagogo, sería lo relativo a la educación y al supuesto enseñar: nadie enseña a nadie, todos aprendemos de los demás porque todos sabemos otras cosas. Pobre el profesor que aún insista en creer, desde una posición vertical, la del Poder, que enseña a alguien. HAG jamás tuvo esa nefasta pretensión: entendía la pedagogía como una conversación, la misma en la que se construye un mundo y una sociedad igualitarios, no regidos por la desigualdad connatural a los poderosos, creyendo quizás que la diferencia no es antinomia de la igualdad, sino su más preciado complemento.
A diferencia de Sábato que almorzó con Videla y morigeró el informe Nunca más al servicio de la Dictadura, no del Pueblo ni de la ética, HAG mantuvo siempre en alto la ética, la decencia, la dignidad. Mezcla de Rimbaud (hay que cambiar la vida) y de Marx (hay que transformar el mundo) actuó en consecuencia, sin reparo alguno por el peligro que encarnan los enemigos de la vida. Los enfrentó en una batalla desigual de antemano: eso sí, jamás olvidó su Manual de tolerancia, (2) para recordarles a gobernantes y dirigentes, alcaldes, ex directivos de Aerocivil y demás ‘personajes’, que el mal mayor de este país, corrupción aparte, es la intolerancia, el irrespeto por la diferencia, la negativa a construir puentes comunes, todo por pensar más en el mundo de las cosas que en el de las personas: ojalá el Gobierno que inicia el 7.ago.22 le dé vuelta al asunto. Gracias a la vida pude conocer, así no en persona, a un ser humano íntegro como el señor, el médico, el pedagogo, HAG, auténtico defensor de los DDHH que con su actuar dialéctico recuerda siempre a Baudrillard: “El verdadero ascenso espiritual del hombre está en el retorno al abrazo de las cosas humildes”.
Porque, sí, su vida fue un paradigma de humildad, de respeto por la diferencia, de reconocimiento de los demás, de tolerancia y de igualdad, sin olvidar nunca que somos los demás de los demás, en diálogo con el Alberto Cortez de A mis amigos. (3) A Héctor Abad Gómez lo asesinaron por evidenciar un problema social en Colombia, como ya lo había hecho Gaitán, por mostrar las lacras que nos desangran, por desnudar y revelar, con nombres propios, a los productores de esas lacras, en fin, por recordar que la memoria es el único tribunal incorruptible. El 25.ago.1987 fue asesinado en Medellín Héctor Abad Gómez, médico colombiano, escritor (no, ‘ensayista’), luchador por los DDHH y defensor de los mismos, especialista en Salud Pública y, por encima de todo, humanista, filántropo, altruista. Egresado de la U. de Antioquia, con Maestría de la U. de Minnesota. Fue también fundador y presidente, hasta caer baleado, del Comité para la Defensa de los DDHH de Antioquia.
Su libro Manual de tolerancia (1988) es un faro en movimiento y ejemplo de pedagogía horizontal, no vertical; una lección no deliberada de conocimiento asociado sin remedio a la bondad; una forma sabia y sin eufemismos de recuperar la memoria de un país acostumbrado a la peste del olvido: una obra magna para poder comprender los procesos sociales, políticos, económicos, de salud y educación, como una forma de acercarse a una mejor interpretación de la historia y de ahí a plantear el problema de la identidad como pueblo. Un hombre, un artista, un científico que sabía que la mejor manera de solucionar los problemas nacionales es tener a unos ciudadanos, niños y niñas, jóvenes, adultos y adultas, con libertad de pensamiento y de expresión y acceso a la educación, a la Salud Pública, al empleo. Todo ello, dentro de una verdadera Justicia Social, entendiendo, claro, que si no es Social no puede ser Justicia, lo que conduce, por derivación, a un país más justo, más equitativo, más proclive a la cooperación que al individualismo tan propio de la suciedad neoliberal y del capitalismo.
Este es un homenaje a su legado de hombre público y, ante todo, a su condición de humanista, persona sabia y hombre bueno, no maniqueo sino en su honda acepción ética, ligada a honestidad, corrección, dignidad: ruta que se frustró con su asesinato, impune hasta hoy, siendo precandidato a la Alcaldía de Medellín. Su fin, con motivo de la escalada terrorista en los 80 del siglo XX, responde al marco conceptual socio-político de una época signada por la debilidad y el desprestigio de las instituciones políticas, el auge del narcotráfico, del paramilitarismo, las lógicas y no siempre justas respuestas de la guerrilla, la corrupción a todo nivel, el desgreño administrativo, el exterminio sistemático de la UP, en fin, un panorama desalentador por donde se le mire. Ante lo cual HAG reclamaba la negligencia y mala fe de los dirigentes que “viven en ‘otro mundo’: en casas lujosas de barrios aislados y bien protegidos, para los cuales ‘todo funciona bien, es eficiente y fácil’, como algunos similares de Manila o Yakarta”, lugares donde estuvo con la OMS. Por contraste, también tenía presente a aquellos seres que jamás serán olvidados y a quienes, como el Che y Camilo, la adversidad los ha hecho sujetos mayores: “Este es el destino de los grandes hombres. Sus contemporáneos, tratando de opacarlos o aun de destruirlos, los han hecho más grandes”. (4)
Pues sus certeros pronunciamientos sobre las condiciones de vida de los marginales, en condición de miseria, le acarrearon la enemistad de colegas, compañeros de facultad y directivas de la época, lo que lo llevó a laborar en el exterior: así, trabajó en Manila, donde cocreó una escuela de salud pública y en Yakarta, en pleno apogeo de la persecución al fantasma del comunismo. En contraste con esos privilegiados, decía HAG, “para la gran masa solo hay incomodidades, estrujones, esperas, largas colas, inseguridad y temor, escasez y privaciones. Esta es el Asia tropical y hacia allá vamos, en Colombia y en […] Latinoamérica, si no se hacen las reformas básicas de nuestra estructura social y económica, que traigan un mejor reparto de todo: de la tierra, de los servicios, de la educación, de la seguridad, de los ingresos y del empleo. Espero que tengamos todavía oportunidad para poder hacer todos los cambios radicales que les permitan a nuestros países el no precipitarse, irremediablemente, al estado de ‘imposible retorno’ en que se encuentran ahora algunos países de Asia.” (5)
Pues déjenme decirles, aquende y allende las fronteras, y no es un placer decirlo, pero ya estamos, a causa de los políticos, como los que combatieron en su momento a HAG, en ese obsceno y repugnante estado de ‘imposible retorno’. Desaparecidas las FARC (o ‘La Far’, como dice Varito, apodo por vía de Fabio Ochoa), quedó en evidencia, por un lado, que el problema mayor de Colombia, el de la descomposición, la podredumbre y la corrupción, no se debía a ellas; y, por otro, que todos los males de Colombia podrían, y pueden, resolverse a través de la educación de calidad, una eficiente Salud Pública y el adecuado reparto de la riqueza, de los bienes públicos, de las regalías, hoy, por arte de ma(f)ia, en manos de unos pocos, todos corruptos. Por fortuna, comienza a andar el Acuerdo de Escazú y se ha caído la oferta de Sacyr por las ‘obras’ del Canal del Dique, (6) cuyos fines hasta ahora son tan oscuros como la ‘urible’ noche que todos los habitantes de esta comarca hace rato la quieren obsoleta.
Cuando se entienda que pensar diferente no reclama ni, mucho menos, justifica la presencia de un cadáver, ese día pasaremos en la Colombia que ahora recupera el PH, dejando atrás la pesadilla de Fosa Común, ese día pasaremos, reitero, de menores a mayores intelectuales, según Kant. Máxime si ya se ha puesto a operar la educación pública gratuita y de calidad, el campo para sus labradores, a pagar impuestos en proporción directa a los ingresos y en condiciones de igualdad, se ha reconocido la pensión a los mayores de 65 que no la tenemos, logrado erradicar los asesinatos a sangre fría, vuelto normal que policías y soldados cumplan con su deber antes que pensar en ser ‘héroes’, se ha acabado el Escuadrón Móvil para Matar a Discreción o ESMAD (nunca fue antidisturbios sino prodisturbios) (7), en fin, Colombia, ojalá, deja atrás el funesto/triste recuerdo de ser superpotencia orbital de la muerte y deriva en potencia mundial de la vida. Al recuperar, de paso, sus fuentes de agua, campos, cosechas, bosques, flora y fauna y manda al basurero ecológico el fracking, la minería extractiva, los yacimientos fósiles y opta por energías limpias, como ya pasa en muchos países del mundo.
Claro, todo esto, sin olvidar la Reforma del Sistema General de Regalías: regalías que, en los últimos 24 años, fueron pírricas a causa de la gestión de los últimos cuatro desgobiernos, razón por la que dejaron una deuda fiscal que rebasa los COP$ 125 billones, siendo la mayor (83) (8) la del subpresidente que terminó vestido de policía para impresionar con la autoridad como argumento y no, como es lo correcto y lo ético, con el argumento como autoridad: pero, es que, claro, u obvio, como dice el vallenato que tanto le gusta: ‘¡qué cultura va a tener!’ Qué cultura va a tener semejante dechado de frivolidad, de caminos errados, de alianzas con ñeñes, popeyes y cayitas, afán de mandar, todo ello sintetizado en la expresión que le enseñó, o que aprendió, porque hay unos que también saben cosas pésimas, ‘su’ general y que, con tanta prepotencia como ridiculez, repite/entona/vocifera como si fuera lo último en guarachas: ‘¡Ajúa!’ He ahí una síntesis insufrible, sobre lo que no debe ser jamás la política.
Por último, no puedo reprimir esta pregunta que me asalta desde hace muchos años: ciudadano Álvaro Uribe Vélez, ¿conoce, sabe, tiene usted pormenores del asesinato del señor Héctor Abad Gómez, ser humano honorable, honesto, digno y Apóstol de los DDHH y no como usted miembro de 'Los Doce Apóstoles'? ¿Sabe quién lo mató o mandó a matarlo, sobre todo si se considera que el otro candidato a la alcaldía era el de su gusto, Bernardo Guerra Serna? Un sentido pésame a los familiares de HAG por haber perdido a una persona, a un ser humano, a un artista integral como él. Ahora, La memoria, de León Gieco, (9) para brindar por dos recuperadores de ella y por la necesidad de un cambio urgente en las condiciones de vida de los colombianos. Y para la muerte un vade retro: ¡retroceda! o ¡apártese! ¡¡¡Salud!!!
A Gustavo Petro, dicho como mayor que él pero no por prurito de gobierno ni desde la terraza de la arrogancia, sino desde el piso/base de igualdad y tolerancia, le pido centrarse en lo nuclear de su propuesta para que, junto a ese prodigio de mujer desde su mirada, trasegar y dignidad, Francia Márquez, piensen que basta con echar a andar la educación pública/humana y accesible para la mayoría; dar el campo a los campesinos y revisar el TLC; la jurisdicción agraria, la Ley de Baldíos (¡no más LCSA usurpando tierras!), porque así la Ley contra el Hambre no será solo un arma jurídica, sino un potente instrumento para lograr la seguridad alimentaria de esta y otras generaciones. En una época como la que deriva de la guerra en Ucrania, urdida, no por Rusia, sino por los EEUU y su brazo armado la OTAN, a través del Think Tank de la Rand Corporation, según señala Atilio Borón. (10) Idea que comparto en un texto que se le adelanta y dejo como tributo a dos recios luchadores contra la injusticia. (11)
Notas, enlaces y bibliografía:
(1) https://www.youtube.com/watch?v=IYYWdhJFYaM
(2) ABAD GÓMEZ, Héctor. Manual de tolerancia. U. de Antioquia, 1988, 142 pp.
(3) https://www.youtube.com/watch?v=g4vr3MTT8fE
(4) Íbidem, 1988: 70.
(5) Íbidem, 1988: 118-119.
(7) https://rebelion.org/esmad-escuadron-movil-antidisturbios-no-todo-lo-contrario/
(9) https://www.youtube.com/watch?v=_bC9mqsGeJQ
(11) https://rebelion.org/la-rara-unanimidad-frente-a-la-invasion-de-ucrania/
* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, desde 2012, y columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre Manuel Zapata Olivella y su novela magna Changó, el gran putas, fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión, EE y Las2Orillas. E-mail: [email protected]