Amanece y muchos colombianos, como nuestra amiga Daniela, dan inicio no a un nuevo día, sino a un capítulo más en su odisea. Odisea que inicia con un lavado de dientes y la pregunta: ¿qué hago hoy?, tras encontrar una nevera vacía, anaqueles desprovistos de cualquier clase de alimento, hijos con el estómago vacío y con todo un día escolar por delante.
De planta, jornales, ocasionales, teletrabajo, o cualquier modalidad de trabajo que resulte, sería un espectáculo. Daniela tan solo va en busca un sustento para el hogar. “Disminución del desempleo”, escucha en las noticias y lee en los periódicos; camina por las calles y escucha de un televisor: “Aumento de oportunidades en el país del sagrado corazón”. Con una carpeta en la mano y meditabunda, sin conocimiento alguno de qué le dará de comer a sus hijos una vez lleguen a casa, muchos de nosotros terminamos el día en busca de una vacante que nos abra las puertas a nuestros sueños.
Así transcurre un día en la vida de Daniela, tratando de encontrar su sustento diario; ingeniera industrial de profesión, madre de dos hermosos niños, pero dueña de una vida no deseada por muchos. No ha perdido su capacidad de sorprenderse cada vez que en una entrevista de trabajo su, probablemente, futuro jefe, le hace insinuaciones atrevidas para que logre obtener el puesto. Confía que algún día esto cambiará, y podrá obtener su trabajo sin tener que vender su dignidad.
Se siente harta de las mentiras escuchadas en la televisión. No hay vacantes para ella en las calles. Muchos menos hay vacantes en una sociedad polarizada y con rezagos de lo que una vez fue.
Pide ayuda a su amigo, el político, quien una vez le tendió la mano a cambio de unos “voticos”, pero hasta el día de hoy, la mano ha estado tan vacía como los anaqueles de su cocina. Un voto más perdido en las elecciones pasadas. Se da cuenta que en la sociedad en la que vive, no hay vacantes de ningún tipo, muchos menos en la clase política, lo ha intentado, no es hija de nadie.
Cómo pueden existir vacantes en un país que está controlado por los hijos de hijos del hijo de “…” y rellenan con el nombre de algún político (sifilítico) de antaño, o con el nombre de algún lugar teniente; y en el peor de los casos, con el nombre de un "mafioso".
Como muchos otros colombianos que no encuentra vacante en un país con “muchas oportunidades” en la tv, y escasas en la realidad. No se detienen a pensar mucho en un futuro posible, solo en el cómo vivo hoy, animado por las criaturas del cuarto de al lado. Se acuesta todas las noches y encuentra regocijo en sus sueños, donde hay vacantes para tocar las estrellas, para soñar que vuela, y que lo hace a grandes alturas. No hay vacantes en la realidad, pero las encuentra todas cuando cierra sus ojos.
Dedicado a los que luchan por su diario vivir, sin importar las adversidades que se vengan, sin importar los engaños que hay en el camino a sus metas. A los que miran hacia arriba queriendo surcar los cielos de este país.
@UnTalDuart