Una de las frases más socorridas del presidente Mao Zedong, era: “Hay un gran desorden bajo el cielo y la situación es excelente”. Cuando el orden social es crítico, dados los problemas de desempleo, inflación, pobreza, desigualdad y descomposición social, el desorden ofrece a las fuerzas revolucionarias una gran oportunidad para ganar el poder y actuar de forma decisiva.
Quizás esto sucede en la región latino americana, en la que han llegado al gobierno fuerzas alternativas, de centro- izquierda, y populismos que canalizaron ese descontento. (Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, Lenin Moreno en Ecuador, Alberto Fernández en Argentina, Lula da Silva en Brasil y Gustavo Petro en Colombia). La inestabilidad política, la improvisación, el narcotráfico y la corrupción han sido las barreras para lograr los cambios prometidos en campaña.
Si el líder quiere continuar en el poder con éxito, tiene que concretar sus ideas y propuestas programáticas asociadas a las realidades concretas que vive el país inmerso en una coyuntura de economía globalizada que no puede ignorar, so pena de fracasar en el intento.
En Colombia, Gustavo Petro ganó las elecciones en una reñida disputa con el candidato “de la derecha” el ingeniero Rodolfo Hernández. Curiosamente ambos coincidían en señalar la necesidad de un cambio para acabar con la corrupción y disminuir la brecha social. Se sumaron a sus campañas fuerzas heterogéneas y la contienda se decidió por quienes votaron en “contra” del oponente y no necesariamente por apoyo al ganador. En efecto, en primera vuelta Petro alcanzó 8.527.768 (40.33%), mientras que el Ingeniero 5.953.209(28.15%) y Fico 5.058.010 (23.92%).
Para alcanzar la victoria en segunda vuelta, el Pacto Histórico sumo fuerzas con sectores liberales y del centro, moderando su discurso frente a radicales de izquierda. Alcanzando 11.281.013 (50.44%) frente a Rodolfo Hernández 10.580412 (47.31%). Una vez posesionado, estableció un gabinete ministerial pluripartidista donde incluyo a “seniors experimentados” de partidos tradicionales (Álvaro Leyva, Guillermo Reyes, conservadores; Ocampo, Alejandro Gaviria, Cecilia López y Néstor Osuna liberales) y de izquierda Patricia Ariza; y “los juniors del pacto”, Irene Vélez, Diana Corcho y María Susana Muhamad.
Con la coalición mayoritaria en el Congreso, el Gobierno logró la aprobación de la reforma tributaria de manera expedita. No obstante, después de siete meses, los hechos recientes han debilitado lo que se creía que era una aplanadora legislativa. Los señalamientos al hermano y al hijo del Presidente de haber recibido apoyos del narcotráfico para la campaña o benéficos en la propuesta de Paz Total, la posición de la Corte Constitucional al tumbar la toma de posesión del presidente con funciones en la Comisión de Regulaciones de Energía y Gas, CREG así como su potestad para suspender leyes en curso que atenten contra la Carta Magna.El jalón de orejas de Washington sobre el aumento exponencial de narcocultivos, la crisis de orden público en el Caguan que terminó con el asesinato del subintendente y el secuestro de 79 personas, entre civiles y policías, que el Ministro Prada calificó como de “cerco humanitario”, la creciente oposición a la reforma a la salud, que podría pasar convertida en una colcha de retazos, al tiempo que incidió en la remoción, poco protocolaria, del Mineducion Alejandro Gaviria, por ser crítico de la reforma, que en documento más amplio, discutido en Consejo de Ministros, recibió el apoyo de Ocampo, Cecilia López y Jorge Iván Gonzales (director de planeación).Complementaron esta salida, las hoy ex ministras Patricia Ariza (Min Cultura) y María Isabel Urrutia (Min Deporte), quienes se enteraron a través del Twitter del Presidente.
Los partidos tradicionales de la coalición, han tomado distancia del proyecto “Corcho”, así como los sectores de oposición, Centro Democrático y Cambio Radical que, en cabeza de Germán Vargas Lleras, quien cada vez se hace más visible y cercano al clan Char, ha señalado “Albergo la esperanza de que las líneas rojas, azules y verdes de los partidos socios de la coalición no se van diluyendo en el trámite, como ocurrió con la reforma tributaria, y que los anuncios de los jefes, en esta ocasión, sean creíbles” (El Tiempo, 5/03/2023). El pulso político, que en la primera fase genero esperanza, ahora se ve cargado de incertidumbre, pues se ha debilitado la imagen del gobierno del “Cambio Social” comprometido en la lucha contra la corrupción, la búsqueda de la paz, combatir la pobreza y la exclusión social, con incentivos para los jóvenes con la gratuidad de la educación superior, la reducción de las tasa de interés del crédito educativo y oportunidades para la juventud rural, con proyectos de infraestructura y conectividad digital.
Con la salida de Alejandro Gaviria, se crea un vacío por falta de liderazgo para emprender las reformas educativas que el país demanda. El hoy exministro, había señalado que el 55% de las sedes educativas no tienen agua potable, el 11% tienen energía eléctrica intermitente, el 60% carecen de conexión a internet, el 47% transitan por caminos sin pavimentar (trochas), que impide cumplir la meta de ampliar cupos en educación superior. En el área rural alrededor del 50% de los estudiantes de educación media no terminan sus estudios básicos, en el tránsito a la educación superior desertan el 50%.
Se destaca la ausencia de un modelo integral que articule la educación con la visión de un país industrializado a tono con los avances en materia de Inteligencia artificial, procesamiento de datos y en investigación y desarrollo. Deja a la educación en un plano rezagado, entendiendo que los cambios en esta materia deben ser de largo plazo y con dirigentes experimentados en un sector conflictivo, gremialista, pues la educación como la cultura y el deporte han sido considerados mercancías que se compran y se practican en instalaciones y clubes cuya calidad depende del poder adquisitivo de los usuarios.
Que decir de la pertinencia de la oferta educativa, de espaldas a la demanda del mercado laboral. La Federación Colombiana de la Industria del Software y Tecnologías Informáticas, calcula que el país requiere de 170.000 programadores, y que, si todas las universidades o instituciones educativas intermedias formaran programadores, todos tendrían empleo asegurado. En la actualidad se forman profesionales que no tienen oportunidades laborales, caso de programas en ciencias administrativas y del derecho, donde el mercado ya está saturado. Colombia es el quinto país de Latinoamérica con menos oportunidades laborales para los jóvenes profesionales.
Según la OCDE, en el 2021 ocupamos el segundo lugar con mayor número de jóvenes que ni estudian ni trabajan ( 27.1% de sus jóvenes), solo superados por Turquía, donde los “nines” son el 28.7%. Es de advertir, que en Colombia de los 3,1 millones de jóvenes 'ninis', 67 % son mujeres.
La meta propuesta del gobierno de 500.000 nuevos cupos universitarios es ambiciosa, pero difícil de cumplir en la realidad. En materia presupuestal, la Ley 30 de 1992, establece un incremento de los recursos de las universidades al ritmo del crecimiento del IPC, pero el número de estudiantes se ha cuadruplicado en los treinta años de vigencia, lo que ha generado un gran déficit en las universidades públicas. La ampliación en la cobertura requiere ir acompañada de un gran esfuerzo del Gobierno y de todas las instituciones de formación en educación superior. Además del aumento de los recursos, se requiere aumentar la planta docente, la planta física (construcciones, terrenos) y de una gerencia experta en planificación. Para lograrlo, es indispensable la participación del sector privado puesto que, en Colombia, la oferta en educación superior se asume en partes iguales entre el sector público y privado.
Siguiendo las recomendaciones de Mariana Mazzucato, en “Relación con el Estado Emprendedor y la Oposición entre Publico vs Privado y sus Mitos”: Las condiciones impuestas a los países más débiles, a través de la “contención fiscal”, no debería basarse en la reducción del tamaño del sector público, sino en incrementar los incentivos de los gobiernos para gastar en áreas como educación, e I+D y también en transformar el sector público desde dentro, para que sea más estratégico, meritorio y dinámico” (febrero 2023) . En efecto, en muchas de nuestras instituciones universitaria, persiste una burocracia con jerarquías perversas, entre los profesores dictadores de clase y los “doctores” que investigan y tienen mejores ingresos amen de las llamadas cátedras vitalicias. Lo cual, impide una movilidad de los profesores recién formados y mal remunerados.
No obstante, como lo recuerda el maestro Julián de Zubiría, “sin transformar la educación básica de poco servirá ampliar los cupos en las universidades. Es como si un constructor quisiera embellecer, fortalecer y ampliar los pisos altos de un edificio y la azotea sin mejorar los cimientos” (Espectador, 20/02/2023).
Es el momento, en que el gobierno que inspiró el Cambio Social, abrazando la utopía de la renovación, aterrice sus reformas (salud, laboral y pensional), así como la esquiva meta de alcanzar la paz total, en un plano más realista, buscando consensos y no imponerlos, donde fluya el dialogo y las aproximaciones con distintos sectores que también deben ser escuchados y más que polarizar hay que unirlo por encima de toda ideología, buscando el interés colectivo. Uno de ellos es la Paz que no es otra cosa que la aspiración valida a cerrar los conflictos armados con todos los grupos al margen de la ley donde está la influencia del narcotráfico y el paramilitarismo. De acuerdo con el senador Roy Barreras, las versiones sobre posibles conversaciones o negociaciones entre mafiosos y cercanos al Gobierno son una ofensa a la legitimidad del estado de derecho y pidió que se suspendan “todo tipo de diálogos, oficiales o extraoficiales, con los narcotraficantes, que no son necesarios, y hacen daño al noble propósito de la paz total”.
Condenar o absolver a priori es equivocado y confiamos en la ética del gobernante que demuestre su independencia y respeto por los pesos y contrapesos que ejercen los otros poderes para amainar la tempestad política donde surge toda suerte de oportunismo y retomar los problemas estructurales del país, para que el gran desorden reinante nos permita transitar a una situación de veras excelente.
*Profesor-Investigador; Exrector UNAL
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