En las elecciones regionales del 27 de octubre, la capital de la república se encuentra en un dilema entre dos candidaturas de lo que llaman izquierda y dos que representan la democracia liberal.
En las primeras están Claudia López (respaldada por la Alianza Verde y el Polo) y Hollman Morris (respaldado por Colombia humana y la UP). Acá cabe anotar que curiosamente la organización de Gustavo Petro que respalda a Morris hace parte de la internacional comunista del Foro de Sao Paulo y las agrupaciones políticas que apoyan a López también se encuentran inscritas en ese aquelarre, por lo que Bogotá esta pérdida con el triunfo de cualquiera de esas dos candidaturas.
En la otra esquina se encuentran Carlos Fernando Galán y Miguel Uribe, que representan genuinamente a la democracia liberal, de la que dijera Winston Churchill: “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por hombre. Con excepción de todos los demás”. Dentro de los demás está también el totalitarismo, llámese fascismo, nazismo o comunismo, siendo este último el que acecha en Colombia y desde luego primero sobre Bogotá como punta de lanza para tomarse el país.
En un debate en el Senado de la República en el mes de julio de este año, con ocasión de la reunión del Foro de Sao Paulo en Caracas, en donde participaron miembros de las Farc, Carlos Felipe Mejía, senador del Centro Democrático, cuestionó la presencia de la Alianza Verde de Claudia López en ese conciliábulo, respondiendo el senador Antonio Sanguino de la mencionada agrupación con evasivas, diciendo que no se encontraban afiliados pero que son respetuosos de esa internacional. Si la Alianza Verde no hace parte del Foro de Sao Paulo, hay que preguntarle a sus directivos por qué no lo hacen borrar de la página web de esa entidad en donde aparecen como afiliados. Lo que pasa es que dentro de las mañas que manejan los marxistas de diferente pelambre está poner la cara cuando les conviene y ocultarse si las condiciones no le son favorables.
Se afirma por parte de algunos académicos, que si la llamada izquierda gobernó durante 12 años a Bogotá, no hay problemas en que vuelva a tomar las riendas de la ciudad, pero olvidan que los jefes del foro de Sao Paulo, han cambiado de estrategia y ante el poco avance para dominar los gobiernos de toda Latinoamérica, buscan radicalizar sus posiciones con levantamientos violentos de sectores amaestrados en la conspiración, como ha sucedido en los últimos días en Ecuador y Chile, de ahí que apoderarse de la administración de Bogotá, sería un importante paso para los objetivos de conquistar el gobierno nacional en el 2022, en donde utilizarían desde luego la protesta ciudadana, buscando levantamientos y así desprestigiar y acorralar el sistema de gobierno, para lograr sus fines.
En una campaña electoral, las fuerzas totalitarias siguiendo las enseñanzas pérfidas del comunismo utilizan la democracia para después destruirla, lo que significa que el triunfo de una candidata como Claudia López, sin importar la etiqueta que utilice, es un golpe a la democracia liberal, ya que todo ese proceso izquierdista tiene muchas décadas de complot, no solo con las elecciones, sino además infiltrando la educación, la justicia, la cultura y a las organizaciones sociales.
En caso de ganar, el marxismo de la candidata izquierdista de marras llevaría a Bogotá a la venezolanización en poco tiempo, porque ahuyentaría las inversiones, haciendo que los pequeños y medianos propietarios no arriesguen su dinero. Además, en esa eventual alcaldía se podría replantear la construcción del metro, lo cual sería otra gran frustración en materia de transporte masivo para la ciudadanía.
En un gobierno totalitario en la ciudad, todos los empleados públicos tendrán que acudir a las movilizaciones para respaldar a la alcaldesa, so pena de perder el empleo y parte de la población podría ser chantajeada sino asiste a las manifestaciones, por eso cuando se engaña especialmente a la juventud con el cuento del cambio o con el sofisma de que llevamos doscientos años con los mismos hay que medir la repercusiones catastróficas que eso tiene.
Bogotá se encuentra en la disyuntiva entre defender la democracia o caer en el totalitarismo comunista que, con los atuendos de la Alianza Verde y el Polo, mediante el engaño ha ganado a sectores despistados para conducir a la ciudad y al país a una aventura irracional, por ello hay que recordar a Napoleón cuando decía: “la realidad tiene un límite la estupidez, no”. Entonces, hay que salvar a Bogotá.