La política es una actividad colectiva que engloba una práctica primorosa, que desde su concepción epistemológica es una forma organizativa fundamental en la toma decisiones. Sin embargo, los malos procesos que han imperado en el acontecer histórico desvirtúan su ejercicio y lastiman profundamente la sociedad.
La crisis desencadenada por la pandemia he exhibido a nivel nacional e internacional los problemas iterativos del ayuntamiento municipal de Calmar, Bolívar. Gobiernos locales folclóricos, con discursos elementales y sin una lógica argumentativa, que confían más en los aspectos religiosos para afrontar las crisis que en el potencial de sus fuerzas vivas.
Los constantes escándalos de algunos miembros del concejo reflejan la forma irresponsable en la que el municipio y sus corregimientos asumen la política y la carencia de seriedad al momento de la toma decisiones por parte de los pobladores.
La acción cultural y colectiva, acompañada de formas organizativas que recojan las diferentes expresiones y sectores del municipio, es una vía importante para redimir y refundar la política en Calamar. Pero también necesitamos un diálogo crítico en el seno de las instituciones educativas del municipio que permita reorientar la educación, elevar la conciencia e incentivar la ciencia en todos los aspectos sociopolíticos.
El arte y la cultura juegan un papel fundamental en la invención de un mejor Calamar, a manera de la tradición estética filosófica se convierten en una propuesta de un municipio distinto.
Es necesario que los nuevos dirigentes entren en un proceso de reflexión, el cual les permita alejarse de la vieja forma de hacer política, profundizando en el actuar desde lo necesario y realmente fundamental para Calamar. Es importante crear una cultura que le apueste a la ciencia, al profesionalismo y que construya de manera conjunta un nuevo y mejor estilo de vida.