Cuando el doctor Gustavo Petro habla de la paz latinoamericana, por el caso de la crisis de Venezuela, en su prosapia marxista debe referirse a la estrategia del socialismo del siglo XXI, la cual consiste en que la camarilla comunista venezolana se perpetué en el poder, reprimiendo y asesinando a la población, con el envilecimiento de las masas, que es la condición necesaria para sostener a la dictadura.
El pasado 4 de enero, 13 países del Grupo de Lima advirtieron que no reconocerán la reelección de Nicolás Maduro en Venezuela y también le hicieron un llamado para que no asuma la presidencia, respetando las atribuciones de la Asamblea Nacional de ese país. Además, le recomendaron transferir en forma provisional el poder ejecutivo hasta que se realicen nuevas elecciones presidenciales democráticas.
Sin embargo, el gobierno mexicano de Andrés Manuel López se marginó de la propuesta del Grupo de Lima, alegando la autodeterminación de los pueblos, caso bastante curioso, porque cuando estaba una dictadura como la de Pinochet en Chile, los izquierdista mexicanos no hacían mención al asunto, sino que buscan la caída de ese régimen, pero como la dictadura es marxista, entonces echan mano de la autodeterminación de los pueblos, lo que demuestra la catadura política y moral de los gobiernos progresistas también denominados neomarxistas.
A la fauna mamerta en Colombia, que sigue una doctrina irracional, por simple sentido común se le debería preguntar: ¿cuánto le está costando a Colombia la migración venezolana que lleva 3 años? Además, interrogarla acerca de la cantidad de dinero en remesas que solamente en el 2018 salieron de Colombia para Venezuela, pues no hay que olvidar que existen 200 sitios en el país en donde los refugiados venezolanos que son más de un millón y medio mandan plata de Colombia a sus familias, recursos que muchas veces son producto de la prostitución o de pedir limosna. No obstante, los mamertos colombianos de manera inescrupulosa no reconocen la realidad de la patria de Bolívar, ya que por su marxismo son desquiciados.
Cuando una camarilla comunista como la venezolana se toma el poder, pretende que sea para siempre, sin importarle las desgracias y sufrimientos de la población, los países democráticos tienen que sancionar sin contemplaciones a la dictadura castrochavista, para que la cáfila del socialismo del siglo XXl sienta que la democracia y la libertad no se pueden ofender impunemente. Es que no se puede confundir la autodeterminación de los pueblos con alcahuetear a una dictadura sanguinaria, que comete delitos de lesa humanidad, como es el crimen de genocidio en contra de la población…
Las sanciones en contra del régimen venezolano se deben ampliar, siendo la primera que EE. UU. no le compre petróleo a Venezuela, que representa más de 400 mil barriles diarios, lo que dejaría a la pandilla chavista prácticamente sin recursos, pues eso representa el 95% de las exportaciones. Así mismo, Panamá como miembro del Grupo de Lima debería de impedir el tránsito por su canal de los buques que lleven el crudo venezolano hacia los países de Asia, principalmente para la China. Por último, prohibir que cualquier empresa de los 13 países del Grupo de Lima tengan negocios con miembros de la dictadura comunista venezolana, y expulsar de las naciones democráticas y libres del continente al canal chavista de televisión Telesur.
No es cierto que las sanciones a una dictadura como la de Maduro acarreen más aflicción a la población, pues hay que saber que en un régimen comunista, haya recursos o no los haya, a la pandilla gobernante lo que le interesa es sostener el poder a cualquier precio y los padecimientos del pueblo le importan un bledo, ya que por su concepción marxista supersticiosa los miembros de esa pandilla se creen predestinados para someter al resto de personas a sus instintos insanos, pues los otros mortales para ellos son simples objetos que se utilizan de acuerdo a las circunstancias. Con la preocupación de que si se consolida en Venezuela la tiranía comunista totalitaria en 2 años habrá por lo menos 5 millones de refugiados venezolanos en Colombia.
Otra fantasía comunista para justificar el fracaso del socialismo del siglo XXI en Venezuela es el cuento de que EE. UU. se quiere apoderar de los yacimientos de petróleo que existen en el occidente de ese país, cuando según cálculos en menos de 20 años los combustibles fósiles serán reemplazados casi en su totalidad por energías alternativas, resaltando que también la utilización de la tecnología fracking ha llevado a la rebaja de los precios del crudo.
Un país tan pequeño e insignificante como Cuba es el que le impone las directrices y la agenda política, militar, social, económica e ideológica a Venezuela desde La Habana, eso ocurrió por culpa del maniático de Hugo Chávez para hacerle desplantes al “imperialismo” entregando a Venezuela al peor criminal que ha conocido Latinoamérica en los últimos dos siglos, o sea el fallecido sátrapa de Fidel Castro que desde ultratumba pareciera que sigue como monarca de Venezuela.
Así como Venezuela hace casi 200 años de la mano de Bolívar se liberó del colonialismo español, análogamente llegó el momento de sacar al colonialismo cubano que se ha entronizado en todas las esferas del país, especialmente en la inteligencia militar con el G2 y los colectivos chavistas, conduciendo a esa nación a un estado policiaco, en donde el régimen asume todos los poderes sobre las personas, quitándoles los derechos individuales para perpetuar al chavismo en la burocracia del estado bajo la égida de La Habana, masacrando al pueblo.
Con la resistencia y la solidaridad ese pueblo hermano tiene que buscar la oportunidad histórica para romper las cadenas coloniales que se le imponen desde Cuba, pues las desventuras de Venezuela son orquestadas por la nomenclatura comunista en La Habana, y el salvaje de Maduro como fiel lacayo de Cuba cumple al pie de la letra sus órdenes para mantenerse en el poder. Por ello Venezuela tiene que luchar por la independencia, expulsando al colonialismo castrista del territorio patrio, contando con la solidaridad internacional que debe aislar a la camarilla comunista venezolana.