Todos conocemos la situación, pero resulta complicado pensar cómo resolverla. Por un lado, las justas demandas de los ciudadanos son muy dispersas y, por otro, las contrapropuestas del gobierno antes de calmar a los ciudadanos los exaspera más. Es necesario entonces en el primer caso enfocarse en los puntos más urgentes para la negociación y en el segundo se debe estas más atento a las exigencias de la gente.
Varias semanas antes del 21 de noviembre los diferentes promotores del paro han hablado de múltiples temas que orientan sus exigencias, esa es una muy buena estrategia para convocar a diversos sectores inconformes con las medidas que ha tomado el gobierno de Iván Duque. Esa es la estrategia del populismo, la cual me parece enormemente valiosa para crear una fuerza amplia que pueda hacer oposición al establecimiento. Muestra de lo que estoy señalando la podemos ver en los programas informativos de radio y televisión, cuando a la gente se le pregunta por qué marcha o saca la cacerola todos contestan cosas diferentes. Unos dicen protestar porque el gobierno le pone zancadillas al proceso de paz, otros por los constante asesinato de líderes sociales y varias voces protestan por el bombardeo en el que cayeron 8 menores de edad (8 confirmados, pero pueden ser más). También hay quienes marchan por las reformas económicas, ya sea las relacionadas con el empleo o las pensiones y obviamente por las gabelas que en la ley de financiamiento se les otorgan a los empresarios. Además de esto, hay gente inconforme con la puerta que este gobierno busca abrir al fracking, a las multinacionales mineras o a la caza de tiburones. Como es posible notar, la inconformidad popular tiene diferentes aristas y esto puede jugar en contra de los objetivos del paro. Pensemos por un momento en una eventual negociación, es fácil pensar que ante esta amplia diversidad de temas el gobierno puede afirmar que no hay una agenda organizada y por lo mismo es imposible llegar a un acuerdo. Salida que por supuesto le quería más difícil si los diferentes líderes de la movilización empiezan a limitar el número de sus exigencias, lo sé, no esto no es fácil, pues todo lo que acabo de mencionar es urgente, sin embargo una negociación implica ceder en algo, todo con miras a buscar un bien mayor.
Por el lado del Estado la cuestión es diferente, a pesar de estas estruendosas protestas, el presidente no parece escuchar, pues sus propuestas no tienen nada que ver con lo que acabo de mencionar. Ofrecer tres días sin IVA al año o devolver este impuesto a las familias más vulnerables no se acerca en lo más mínimo a lo que le pide el pueblo. La gente no está pidiendo migajas y a los ojos de la mayoría de protestantes es eso lo que ofrece el Estado. De forma paralela a estos ofrecimientos Iván Duque actúa en dirección opuesta a sentir popular, decreta la creación de una holding financiera que pone en peligro el trabajo de muchas personas, a lo que se suma que este decreto sería el primer paso de una eventual privatización del patrimonio de los colombianos. Insiste también en su "ley de financiamiento", que realmente es una reforma tributaria, sin retomar los aspectos que se demandan en las movilizaciones. Es decir, para este gobierno parece inamovible las ventajas que otorga a los empresarios, lo cual argumenta apelando al crecimiento de la economía. Pero tal prosperidad económica, como ya lo han dicho varios economistas, se queda en el sector financiero y no contribuye a la generación de empleo, por lo mismo estos beneficios no se distribuyen de forma equitativa entre la población. En la mente del presidente y de su equipo de gobierno esta triste devolución del IVA a quienes menos pueden consumir o los 3 días sin IVA son equiparables con lo que sus medidas económicas le extraen del bolsillo al ciudadano de a pie. Esto nos muestra que el gobierno tampoco parece listo para una negociación, pues sus medidas disuasorias no contribuyen a solucionar los problemas nacionales, por el contrario, generan una mayor descontento, haciendo imposible llegar a un acuerdo.
