La rabia que me ha generado el gobierno de Iván Duque en las últimas semanas no me ha dejado descansar bien en las noches. No se cansan de demostrarnos que están gobernando para ellos, y que el pueblo colombiano les importa más bien poco.
Prueba de lo anterior son los connacionales que se encuentran encerrados en Wuhan, producto del Coronavirus. Imagínese usted estar allá, que pase lo que pasó y que la embajada de su país le diga que puede evacuar a la mitad de los compatriotas en la ciudad y, como si se tratase de un chiste de muy mal gusto, los que saldrán serán escogidos por sorteo… por rifa. ¿Qué tiene eso de diplomático? Es que si me hubiera pasado a mí, no me hubiera temblado la lengua para escupirle la cara al funcionario que se inventó semejante chambonada de estrategia.
Pero es que esa no fue la peor parte. El costo personal por los cupos de evacuación fue la penúltima cachetada del gobierno colombiano a los compatriotas en Wuhan. Como si se tratase de una misión individual de preservar la vida en semejante adversidad, la Cancillería decidió imponer los costos totales de dicha estrategia a cada uno de los afectados, como si no fuera suficiente ya tener que dejar todo atrás y salir corriendo a una nueva vida.
Y la última cachetada fue el trato a Guaido, el autoproclamado presidente de Venezuela, a quien el gobierno de Duque le alcanzó a prestar un avión del gobierno para su mayor comodidad en su gira por Europa, mientras los 14 colombianos en Wuhan tendrían que tomar un bus para escapar de la muerte. Hoy es el día en que el plan de evacuación no se ha llevado a cabo. Pero Guaido ya fue a España, Francia y el Reino Unido con plata de los colombianos.