¿Hay discriminación de género en el cubrimiento mediático de las campañas?
Opinión

¿Hay discriminación de género en el cubrimiento mediático de las campañas?

Sobra enfásis en el carácter femenino de las candidatas, en destacar ciertas particularidades que se les atribuyen y, sobre todo, falta relevancia al contenido de sus propuestas

Por:
diciembre 06, 2017
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Una entrevista de El Espectador a Angélica Bernal Olarte[i] profesora de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, invita a analizar si el tratamiento que están dando los medios a las campañas de las mujeres que aspiran a la presidencia es discriminatorio o no.

La tesis es que las presentaciones son basadas en destacar ciertas particularidades que se atribuyen a las aspirantes, y que se minimiza el contenido de su acción como políticas propiamente. Se haría el cubrimiento más de su condición de género que de la actividad misma que desarrollan o de las propuestas que ofrecen. El énfasis en la forma -o incluso en las formas- y en las características femeninas opacan la importancia de lo que tratan.

Lo cierto es que sin saberse que fue primero si la gallina o el huevo, es decir sin saberse si la imagen que se proyecta de las candidatas se debe a su propio comportamiento o si es la creación de los medios, sí hay una identificación casi caricaturezca de lo que se presenta y lo que se atribuye al estereotipo femenino.

Es lo que llama la ‘espectacularización’ de los medios que dan por natural que los hombres estén en el poder pero que ven en una mujer que lo busca un hecho nuevo, un espectáculo y como tal lo tratan. Por eso siempre muestran ante todo la naturaleza y enfatizan la descripción de la persona antes que profundizar en lo que propone -cosa que no sucede con los hombres-.

Y si bien es cierto que hay diferencias en el tratamiento de los medios hacia los candidatos y las candidatas; y si bien es cierto que hay un sesgo de género que tiende a mostrar como curiosidad o excepcionalidad que las mujeres participen en las contiendas con los hombres, también parece verdad que al hacerlo sí están describiendo una realidad -así pueda considerarse errado dar mayor relevancia al hecho de pertenecer a un género que a los temas políticos de fondo que los diferencian-.

 

 

Las pretendientes a la candidatura del Centro Democrático
reciben más exposición según parecen representar el estereotipo
de la mujer como más impulsiva que reflexiva, más emocional que racional

 

Si vemos por ejemplo el caso de las pretendientes a la candidatura del Centro Democrático estas reciben más exposición según parecen representar la imagen estereotipada de la mujer como más impulsiva que reflexiva, más emocional que racional. Y al tiempo que no llaman la atención sobre lo insólito de su aspiración -sin ninguna trayectoria ni antecedentes-, son las ‘metidas de pata’ anecdóticas las que les dan vida en los medios (prometer la vicepresidencia para su jefe Uribe; ofender a García Márquez o descalificar sus escritos; confundir Rusia con la Unión Soviética; etc).

A otras con credenciales y trayectoria suficientes para compararlas con cualquier aspirante hombre a la primera magistratura, les destacan muchos aspectos personales (como su forma de hablar o el cuento de ‘la negra tiene tumbao’) pero muy poco (o nada) informan sobre el trabajo político (actos de campaña, recolección de firmas, etc.) de Marta Lucía Ramírez, o las excluidas del Partido Liberal, Piedad Córdoba, Sofía Gaviria o Viviane Morales,

Pero como lo ilustra la entrevistada, los extremos son donde más se nota la correlación entre las características de género de las candidatas y la presencia que tienen en los ‘formadores de opinión’.

 

 

Clara López la de más trayectoria y más preparada, no parece tener interés noticioso.
Como su comportamiento no se basa en el ‘feminismo’,
parece que no existiera su preparación ni su ejercicio en el sector público

 

Menciona cómo Clara López la candidata con más trayectoria y más preparada no parece ser motivo de interés noticioso. Como su comportamiento no se basa en el ‘feminismo’, parece que no existiera su preparación con pregrado y maestría en Economía  de Harvard y toda la carrera de Derecho en Los Andes con maestría en la Universidad de Salamanca; ni su ejercicio en el sector público desde la Secretaría Económica de la Presidencia de López Michelsen, pasando por los órganos de control de Contralora del Distrito y Auditora General de la Nación, hasta los cargos políticos y administrativos como concejal, alcalde, ministra y candidata a la Presidencia; ni lo coherente de su orientación ideológica y de esta con sus acciones, siendo la primera en denunciar tanto los falsos positivos como la presencia de los paramilitares en el Congreso.

Y por otro lado toma el caso de Claudia López, destacando que recibe el mayor despliegue por la proyección que ofrece de ‘maleducada, gritona y conflictiva’’ pero sin que reconozcan que a eso se debe que le prestan atención.

Lo que pasa es que los ejemplos muestran la coincidencia, sugiriendo la eventual relación causal, pero no la consecuencia: la diferencia en el tratamiento según el género se refleja en que entre más seria y más interesante como posibilidad -en cuanto a las propuestas y la capacidad de la persona-, más desaparecen o minimizan el cubrimiento de una candidatura..

Como lo sugiere la investigadora, la discriminación existe y trivializa la participación de las mujeres candidatas solo destaca lo que consideran estereotipo de lo‘femenino’; lógico que sí hay diferencias entre los estereotipos que se atribuyen a los géneros;  pero sobra el enfásis en el carácter femenino de las candidatas, y hace falta en cambio dar relevancia al contenido de sus propuestas y a una evaluación de si, por sus capacidades y características profesionales y personales, puedan concretarlas desde la Presidencia más o mejor que los candidatos varones.

[i] Historiadora y analista de medios; Autora del libro ‘Las mujeres y el poder político; una investidura incompleta’

 

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