En el nuevo mundo se respiran aires de una relativa autonomía de los pueblos frente a las potencias que han manejado el planeta, como Estados Unidos, Francia, Reino Unido entre otros, con gobiernos no tan proclives a la dependencia como Nicaragua, Chile, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil y Uruguay; países que están haciendo esfuerzos por hacer otra cultura sobre la sociedad, la paz y la hermandad entre los pueblos, que por razones económicas y culturales tienen muchas semejanzas, sin embargo los organismos creados en la Postguerra como la Organización de las Naciones Unidas y su Tribunal Penal de la Haya, que en nombre de la democracia de las potencias, que tienen miembro permanente en ese tribunal internacional y con el dominio del derecho al veto, están emitiendo fallos por fuera del fundamento con que se elaboró este organismo internacional, que hoy pone en peligro acuerdos de paz, delimitaciones fronterizas y marítimas y el derecho a la autodeterminación de los pueblos y aunque ha guardado silencio cómplice con violadores del derecho humanitario como Pinochet, Somoza, Batista, Rafael Videla, El coronel Hugo Banzel, el Civil José María Bordaberry, entre muchos mas que gozan de fuero e inmunidad por estar alineados con los países dominantes, que son los que nombran los miembros de las Naciones Unidas y sus gobernantes casi siempre guardan silencio cómplice ante estos siniestros genocidas.
En la coyuntura política, ese tribunal se convierte en una amenaza para las negociaciones de paz, convirtiendo el delito político, si es que así se le puede decir, en delito de lesa humanidad, tal vez como pretexto para perpetuar la guerra y los conflictos internos, buscando el beneficio para la industria bélica financiada por el Fondo Monetario Mundial y auspiciada por los guerreristas jefes de Gobierno de las superpotencias; será que para las Naciones Unidas, es un principio mantener la dependencia política, económica y social de nuestros países centro y latinoamericanos, impidiendo con la amenaza de juicios y condenas posteriores a las organizaciones político militares y a los dirigentes de Estado, que buscan un futuro luminoso en un abrazo de entendimiento entre quienes por razones económico sociales nos hemos mantenido en un conflicto armado, que aunque hoy mantiene las mismas causas, se puede hacer un acuerdo de paz y convivencia.
La Organización de las Naciones Unidas y su Tribunal Penal, están condenando a los Estados a que indemnicen a los monopolios mundiales del sector petrolero-energéticos, con fallos aberrantes condenando a países, como en el caso de Rusia a pagar 50.000 millones de dólares y los costos judiciales con sumas exhorbitantes de casi 70 millones de dólares, en favor de las compañías Hulley Enterprises, Yukos Universal Limited, filiales de GML; política que de continuar no permitiría ningún cambio en el orden económico internacional y buscaría perpetuar el desequilibrio social que hoy lacera la humanidad por el hambre, la miseria, la falta de educación, de vivienda, el empleo digno de más del 80% de la población mundial; es decir la Haya no está permitiendo ni la nacionalización ni la expropiación de los grandes recursos del planeta, que se pudiesen colocar al servicio de la humanidad, que es su propietaria natural; en su conjunto.
Ante este fenómeno, hoy cobra más vigencia la necesidad de un movimiento bolivariano que empuñando las banderas de José Martí, San Martín, Sandino, Tupac Amaru, Benito Juárez, Che Guevara, Simón Bolívar, Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, José Mujica entre otros, acojamos las consignas de la Revolución Francesa de libertad,unidad y fraternidad, desacatando los fallos y tratados como el Acuerdo de Roma y reclamemos la autonomía de los pueblos y sus gobiernos, con plena independencia de los organismos que los impiden; por la paz y la unidad de los pueblos, no a las ataduras de las Naciones Unidas, de la Haya y el Tratado de Roma.