En las últimas semanas hemos sido testigos de una serie de noticias falsas totalmente descabelladas y sin fundamento alguno, entre las que se encuentran que el virus en realidad es una bacteria, que la transmisión del SARS-CoV-2 puede hacerse por las redes 5G y que a los médicos les pagan por cada muerto reportado con COVID-19. Sin embargo, el tema que hoy nos concierne no es basado en ninguna teoría conspirativa, sino es más bien una serie de datos a analizar (que finalmente quedan a la interpretación de cada individuo).
Primero, hay que fijarse en las estadísticas por grupo de edad brindadas por el Ministerio de Salud, la OPS y la OMS el día 11 de junio del 2020 con respecto a la actual pandemia en el país, ya que según los reportes, al 9 de junio, el total de casos por COVID-19 en Colombia ascendía a 42.078, de los cuales fallecieron 1.372 personas (letalidad aproximada del 3.3%). De esos 42.078 casos, el 15% corresponde a personas mayores de 60 años, es decir, 6.259 casos. Podría sonar muy baja la proporción con respecto al total de casos, pero en la población de 60 años y más se observa la mayor proporción de casos graves y fatales con 1.007 fallecidos. Esto quiere decir que el 73.4% del total de decesos en el país ocurren entre personas de 60 y más años.
Ahora bien, desde la presidencia se ha promocionado la hipoteca inversa como un mecanismo con el que los mayores de 65 años (edad con mayor riesgo por COVID-19) podrán recibir una renta mensual por su vivienda. El presidente ha manifestado en múltiples ocasiones que no se trata de un proceso de expropiación, que es un instrumento voluntario y que funciona ya en 37 países. Lo anterior, más allá de aclarar dudas, las ha aumentado, ya que en la mayoría de países a los que Iván Duque hace mención el mecanismo lleva funcionando mucho tiempo. ¿Por qué hasta ahora se implementa en Colombia? Exaltar su carácter voluntario, en un momento en el que la hambruna por la pandemia acorrala a los más vulnerables, parece más una salida por la tangente para tomar provecho de la situación sin brindar un beneficio real, donde los beneficiados al fin y al cabo serán los banqueros, a quienes pasarán los títulos de propiedad una vez fallezca el beneficiario.
En el país tranquilamente se puede hacer una analogía de quienes justifican la hipoteca inversa por su carácter voluntario con los que no ven como un delito la “labor” de los prestamistas simplemente porque “nadie está obligando a la gente a endeudarse”. Jugar con la necesidad de las personas, en especial la de los ancianos, en un momento como este hace pensar que como especie estamos perdiendo cada vez más la humanidad.