¡Hasta pronto, barrilete cósmico!

¡Hasta pronto, barrilete cósmico!

"Maradona no solo gambeteó a sus rivales; también, por momentos, trató de gambetear ese mundo oscuro lleno de ángeles fantasmagóricos"

Por: Jhon Jairo Salinas.
diciembre 01, 2020
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¡Hasta pronto, barrilete cósmico!

El miércoles 25 de noviembre del 2020, los casi siete mil millones de habitantes del planeta tierra, como si fueran monoparlantes, pregonaron compungidos, al unísono, la noticia de la muerte del más grande futbolista que ha parido este pequeño rincón del universo.

La noticia llegó a los cinco continentes. Aquel niño nacido en la provincia de Villa Fiorito, Buenos Aires, Argentina, en 1960, bautizado con el nombre de Diego Armando Maradona, creció en su infancia como muchos otros niños latinoamericanos, en la pobreza. Él no era la excepción; en las calles polvorientas, en la villa Fiorito, empezó Diego Armando Maradona a gambetear la pobreza.

Aquel pequeño Goliat, había nacido para acariciar, besar y consentir la pecosa (un cariño para referirse al balón). Jugar en aquellas calles era la fiel excusa para espantar el hambre. Contra las brechas, cicatrices y heridas, señales y recuerdos, el pequeño Maradona luchó en favor de tantas barrigas insatisfechas de aquellos niños de Bueno Aires.

"Los días de lluvia, cuando caían piedras, se agujereaba el techo de chapa y el piso de tierra se iba llenando de manchas oscuras que parecían bichitos. Entonces mamá gritaba: "¡Andá a buscar los tachitos!". Y todos corríamos por la casita, poniendo las tachitos debajo de las goteras, hasta que se llenaban y tirábamos el agua por la ventana. Si no lo hacíamos, ¡ni te imaginás los pozos que quedaban en la tierra!". Testimonio del pequeño Maradona en un medio local de la Villa de Fiorito, cuando tenía escasos 18 años.

Esto me hace recordar un pequeño verso, del poeta español más conocido como el pastor de cabras, Miguel Hernández:

El animal influye sobre mí con extremo,

la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.

A veces, he de hacer un esfuerzo supremo

para acallar en mí la voz de los leones.

Es quizás este animal el mismo que influyó más tarde en la vida del astro, para alzar la voz por los más pobres y excluidos de este continente. Su voz, en más de una ocasión, retumbó como león hambriento de gloria.

A los 9 años empezó a jugar en el equipo infantil Las Cebollitas. En plena adolescencia, cuando apenas despuntaba sus 15 añitos, fue contratado por Argentinos Junior, en donde empieza a conocerse al pibe de oro. A los 18 años ya estaba en la lista de los 20 jugadores más importantes de Argentina.

En plena dictadura militar de Luis Videla, Argentina organiza el mundial del 78, excusa perfecta para tapar, ante el mundo, los vejámenes de una de las dictaduras más despiadadas del Cono Sur. Diego Armando Maradona ya hacia parte de la plantilla de aquel equipo que se alzaría con la copa mundial, pero no tuvo la oportunidad de jugar ningún partido.

Un año después, el pibe de oro haría parte de la nómina del equipo juvenil que participó en el torneo mundial en Japón (1979), convirtiendo 6 goles en dicho mundial y alzando la copa como capitán de la selección juvenil de Argentina al consagrarse como el mejor jugador del torneo.

La consagración, sin lugar a dudas, del barrilete de oro, fue quizás el mundial de 1986, en México, en el cual, entre otras cosas, Colombia no participó. Fue el país Azteca testigo presencial ante la rutilante figura del fútbol, Diego Armando Maradona. El estadio Azteca de México, aquel 22 de junio, con presencia de 120.000 espectadores, fue el lugar donde los astros del universo se estremecieron con aquel pequeño gigante del fútbol, Diego Armando Maradona, haciendo el mejor gol en la historia de los mundiales, frente a la selección de Inglaterra.

“La va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, deja el tendal y va a tocar para Burruchaga… ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… Gooooool… Gooooool… ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaazooo! ¡Diegoooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme… Maradona, en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos… barrilete cósmico… ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2 – Inglaterra 0. Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona… Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2 – Inglaterra 0". Fue una locura. 120.000 gargantas gritaron MARADONAAAAAA”. Así lo narró Víctor Hugo Morales; uno delos narradores más prestigiosos de la época. Antes, en ese mismo partido histórico, Maradona había convertido el famoso Gol 'la mano de Dios'.

“Esa tarde Maradona encontró la gloria y empezó una relación de enamoramiento con el pueblo argentino en el Estadio Azteca”, dice a Verne Ernesto Campos, analista deportivo y autor del libro El Trotaestadios. Corrían apenas cinco minutos del segundo tiempo de este encuentro, cuando Maradona recibió el pase de Jorge Valdano y saltó al mismo tiempo que el portero Peter Shilton, pero levantando el puño izquierdo con el que logra conseguir el gol. “Para muchos es considerada la mayor trampa de todos los tiempos, al levantar el puño y ganarle el salto al arquero Shilton, que era mucho más alto que él”, dice Campos.

¿Cómo fue el gol de la mano de Dios?

Shilton saltó adelantando su mano derecha, al mismo tiempo que Maradona lo hacía con el brazo izquierdo extendido. El puño del jugador argentino, cercano a su cabeza, golpeó antes el balón, que rodó hacia la meta. Qué mano de Dios, ¡fue la mano del Diego! Y fue como robarles la billetera a los ingleses también...

Alejandro Romero, músico y compositor argentino, años después compuso esta magistral oda al astro argentino, que después se convertiría en el himno oficial del más grande futbolista de todos los tiempos.

He aquí dos versos de esta magistral pieza musical, La Mano de Dios:

(…) En una villa nació, fue deseo de Dios

Crecer y sobrevivir a la humilde expresión

Enfrentar la adversidad

Con afán de ganarse a cada paso la vida

En un potrero forjó una zurda inmortal

Con experiencia sedienta, ambición de llegar

De cebollita soñaba jugar un mundial

Y consagrarse en primera

Tal vez jugando pudiera

A su familia ayudar (…)

Fue una locura el tapete verde del estadio Azteca que se convirtió en la consagración del “dios” del fútbol, Diego Armando Maradona. Estos goles pasarán a la historia, como venganza de Argentina contra Inglaterra, que cuatro años atrás bajo el gobierno de, la dama de hierro, Margaret Tatcher, había dado la orden de invadir las Islas Malvinas en Argentina. El pelusa lanzaba dos torpedos mortíferos a una de las selecciones de fútbol más poderosas del mundo, Inglaterra.

Así,fue como el barrilete de oro recobró la dignidad del pueblo argentino y latinoamericano, que había sido mancillado por una potencia europea (Inglaterra) en un país latinoamericano.

Maradona, en una de sus entrevistas, después del famoso doblete contra Inglaterra, dijo: "Cuando saltó la bolilla de Inglaterra, era inevitable no pensar en los chicos de las Malvinas, no quiero ser igual que San Martín, me basta y sobra con ser Diego Armando Maradona, pero mandar a los chicos de 16 y 17 años a Malvinas fue una carnicería, hablan de la mano de Dios, pero la nuca de Dios fue la del Vasco Olarticoechea, con la pelota que sacó, contra los ingleses jugamos con botines y fusiles".

Maradona no solo era un genio con la zurda, también con sus palabras. Metía goles pero también era irreverente. En una ocasión, cuando el gobierno japonés le negó el visado para ingresar a ese país, él respondió: “Me prohíben entrar por marihuano, pero viven rindiendo honores al mismo gobierno que ordenó lanzar las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, que en menos de veinticuatro horas acabaron con la vida de trescientos mil japoneses”. Sin palabras.

Maradona fue uno de los pocos jugadores de fútbol que se inquietaba por la cultura; prueba de ello es cuando recitó uno de los versos, del veterano de Las Malvinas, Doménico Bova:

Tu rostro sigue marcado a través de tantos años,

tu tristeza no se borra, tu valentía no se olvida.

Muchacho joven aún

de niño fuiste soldado

y supiste de la guerra

sin haberla deseado.

Verso que se convirtió en coro celestial de victoria en el vestuario de la selección albiceleste, en el triunfo contra Inglaterra.

La vida del astro del fútbol estuvo marcada por muchos azares, Maradona fue popular, orgulloso, vanidoso, lloró, rio... Sí, vivió una vida intensa, tormentosa, donde desafortunadamente, el pelusa llegó al país donde estaba una de las mafias más poderosas del mundo, la Cosa Nostra de Sicilia. Allí, en la década de los 80, la Italia del sur, estaba tomada por los mercaderes de la cocaína y el astro del fútbol había sido contratado por el equipo Nápoles de Italia. Fue allí el comienzo de un infierno del que Maradona nunca pudo salir.

La fama y popularidad del mejor 10 de todos los tiempos lo llevaría a la cumbre de la gloria, dejándose seducir por el polvo maléfico de los demonios de la cocaína; elíxir del fetichismo libertario de las bondades del capitalismo. Escándalo tras escándalo, el pibe llevaría una carrera hacia la meta de la miseria y desgracia de quienes se dejan seducir por el polvo misterioso, que posa como una nube negra en la estampa del barrilete de oro.

Con el pasar de los años, el dios del fútbol entraría en las oscuras cavernas de su humanidad muda, forjando su personalidad como durísimo metal, entrampado en la podredumbre del cielo negro de las drogas.

Maradona no solo gambeteó a sus rivales; también, por momentos, trató de gambetear ese mundo oscuro lleno de ángeles fantasmagóricos. Parafraseando un verso del poeta Georg Trakl:

Maradona, estarás bajo el dorado ramaje de noche y estrellas;

por la arboleda silenciosa irá la sombra de tus fantásticos goles, de la jugada, de la finta,

para saludar el espíritu de los héroes, las cabezas sangrantes y suaves

resuenan en los juncos oscuras flautas de otoño en tus eternas jugadas.

Maradona nunca ocultó su problema de adicción a las drogas. Cargó con dos infiernos: la fama y su adicción.

"Es un Dios sucio de barro humano, se nos parece mucho: pecador, mentiroso, fanfarrón, mujeriego, le gusta el trago como a nosotros. Es el más humano de los dioses y por eso muchísima gente se reconoce en él", anotó Eduardo Galeano, uno de los más grandes pensadores latinoamericanos.

Años más tarde, después de la muerte del escritor uruguayo, Diego le devolvió la pared: "Gracias por enseñarme a leer el fútbol. Gracias por luchar como un 5 en la mitad de la cancha y por meterles goles a los poderosos como un 10. Gracias por entenderme, también. Gracias, Eduardo Galeano: en el equipo hacen falta muchos como vos. Te voy a extrañar".

Esto me lleva a una reflexión: han existido gobernantes y religiosos del mundo que no han consumido drogas o alcohol. No han sido mujeriegos y, arropándose bajo la manta de la hipocresía celestial, han asesinado y robado… ¡Maradona nunca robó o asesinó!

"Solo les pido que me dejen vivir mi propia vida. Yo nunca quise ser un ejemplo". La frase que mejor explica todo: a Maradona siempre lo señalaron como si tuviese que ser un ejemplo para la sociedad, cuando él nunca se puso en ese lugar.

Acróstico de despedida

Dios de la zurda..., tus piernas fueron pinceles de poética paleta de gol.

Inspirado en lírica cancha azteca... tus goles ante los ingleses fueron letales morteros de dignidad al pueblo latinoamericano.

Émulo de heroicos guerreros jóvenes defensores de Las Malvinas, ¡gloria al pueblo gaucho!

Gol de la fina estampa del barrilete cósmico: tu mano izada en histórica altura, bajo el cielo de dioses aztecas.

Oh, Mariscal de la cancha, hinchas gritan en coro celestial tus goles, como lanzas fundidas en el cristal de la fama incomprensible.

Acaricias la estrella del mágico universo del diez albiceleste. Llevas a cuestas la cruz de infernal pesadilla.

Rayos y centellas adornan el tapete verde en cancha sagrada del gigante estadio azteca, ciento veinte mil gargantas vitoreando tu gesta de dignidad.

Muerdes el césped con hambre de gloria libertaria, ruges como león, pateas como potro salvaje y lloras como niño indomable.

Amas a tu pueblo como niño travieso, odias la injusticia del imperio matón.

Naciste en cuna humilde, metiendo goles para desterrar el capitalismo salvaje

y con Fidel te decimos,

¡Patria y dignidad!

Duerme hoy en el paraíso de los ángeles juguetones de la vida, acariciando suavemente el balón esculpido en tus piernas fundidas de plomo.

Omnipotente hombre de acero, frágil como mariposa plateada y suave hilo de grama glorificada.

Mano bendecida en finos tafiletes de oro, profanando la red del gigante portero inglés.

Alas de libertad, vuelas como águila imperial llevando en su pico amor y dignidad.

Ronda de fiesta infantil, con voz de gigante ruges sin fin; la zurda del pibe certero misil.

Alzas la copa sagrada, hasta lo más alto del universo, bebiendo la sangre como vino sagrado.

Duermes hoy como niño rebelde.

Onírico canto de gol.

Necio guerrero brillante como el sol. No temas, no tengas miedo. La misma energía que mueve las estrellas y los planetas es la que te dará larga y eterna vida...

Andas en cielo celeste bajo sagrado crisol. Cada vez que te vean unos ojos, barrilete cósmico de heroico amor, estarás incendiando el mágico universo del gol.

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