Al propósito de "limpiarle" la posesión al presidente Duque, aprovechando las últimas semanas del gobierno de Santos, por parte de paramilitares reactivados que se sienten envalentonados por el triunfo electoral, atribuye el dirigente de Colombia Humana, Jorge Rojas, el recrudecimiento del asesinato de líderes de diversas comunidades urbanas y rurales de numerosos municipios que defienden causas incomodas para el gran capital agroindustrial y minero nacional e internacional, y luchan para que se haga efectiva la restitución de tierras despojadas a miles de campesinos y legalizadas fraudulentamente con el concurso de notarios, jueces y autoridades regionales al servicio de narcopolíticos, hacendados y empresarios quienes alegan ser “compradores de buena fe”.
La improvisada y concurrida velatón en las principales ciudades del país y varias del exterior, y que en Popayán congregó a cerca de 500 personas en el parque Caldas, es una muestra de la resistencia civil y democrática que le espera a Duque y sus socios, y un llamado de atención al nuevo gobierno y a sectores de ultraderecha que se sienten con el camino despejado para revivir sus andanzas paramilitares, que con la negociación hecha durante el gobierno de Uribe con las Auc no se desmovilizaron totalmente, sino que entraron en vacaciones, mientras los volvían a necesitar reviviéndolos con distintos nombres, como para despistar.
En Colombia los grupos paramilitares tienen larga tradición, desde los chulavitas de los años 50, al servicio de Laureano Gómez y godos radicales; y en los años 60 aprendiendo de sus experiencias en la guerra del Vietnam, enmarcada en la lucha mundial contra el comunismo, cuando los asesores norteamericanos se los recomendaron a militares colombianos que combatían a las nacientes Farc y el Eln, siguiendo las directrices de la “Doctrina de la Seguridad Nacional”, impuesta en países del sur del continente por medio de dictaduras y democracias de fachada.
Además de perseguir a sindicatos, estudiantes y movimientos campesinos e indígenas que asociaran con ideas de izquierda, al gobierno de Guillermo León Valencia le recomendaron armar autodefensas campesinas que colaboraran con el ejército y no con la guerrilla. Buscaban “quitarle al agua al pez” y ganarse el apoyo de los habitantes de pueblos y alejadas zonas rurales por donde se movían los guerrilleros. Sin embargo, estos grupos no tuvieron el desarrollo que a principios de los 80 le imprimieron los cabecillas del cartel de Medellín, cuando guerrilleros del M-19 secuestraron a una hermana de los caballistas y narcos Ochoa Vásquez y en asocio con Pablo Escobar crearon el MAS (Muerte a Secuestradores), que emprendió acciones armadas contra familiares de miembros del M-19, sus amigos y habitantes de las zonas de actividad guerrillera.
A partir de este grupo surgieron "sucursales" en el Magdalena Media, creadas por el “Mexicano”, Rodríguez Gacha, los “Masetos” en Santander y otras bandas, que con la asesoría del coronel israelí Klein se capacitaron en milicia y terrorismo, que les fueron fundamentales cuando emprendieron el exterminio de comunidades campesinas opuestas al despojo de sus tierras, de militantes de la UP y de varios jueces, magistrados, periodistas, políticos y hasta candidatos presidenciales que se les atravesaban en su carrera delictiva.
Gracias a su poder económico y corruptor, varios oficiales, suboficiales y soldados rasos de las fuerzas militares fueron reclutados por los paramilitares para que desde estas les colaboraran con información, complicidad pasiva, armas, uniformes, transporte y hasta presencia activa en numerosas masacres y atentados.
Después de un receso, y ante el recrudecimiento de los secuestros, extorsiones y crímenes de las guerrillas, como el asesinato de padre del expresidente Uribe, a mediados de los 90, con este, en la gobernación de Antioquia, a partir de las cooperativas de autodefensa Convivir, se gestaron las Auc, que con gran financiación y con todo una política de expansión que abarcaba el control militar, político y económico del país, por medio de los Castaño, Mancuso, el Alemán, don Berna, H,H, etc, lideraron numerosas masacres y despojos de miles de hectáreas de tierra a campesinos que acusaban de ser colaboradores de la guerrilla. Esta acción se complementó con la toma de alcaldías, concejos, asambleas y hasta la presidencia de la república a través de la parapolítica.
Al salirse de las directrices de Uribe, Santos negoció la desmovilización de las Farc, pero un influyente sector de radicales de derecha del que hacen parte políticos, empresarios, militares activos y retirados, medios de comunicación, etc, se oponen radicalmente al proceso. Uno de los puntos acordados con las Farc fue el desmonte del paramilitarismo, a la par que el Estado enfrenta a las disidencias, al Eln y bandas criminales que también atacan a líderes comunitarios. Ya es hora de terminar con la “combinación todas las formas de lucha” para construir una verdadera democracia en paz. Le corresponderá decidir al presidente Duque.