Nada de lo que se haga por Santa Marta tendrá un final feliz si no se soluciona el problema del saneamiento ambiental. La ciudad es un caos cada vez que llueve. La imagen que pueden ver en la parte superior es la ludoteca que hace poco inauguró Carlos Vives en Pescaíto a través de su fundación Tras La Perla, la cual aparece sitiada por las aguas.
Vives es un buen samaritano, tiene grandes ideas para ayudar a Santa Marta, pero sin la ayuda de otros estamentos distritales y estatales es imposible salir adelante por más foros de medio ambiente que organice en la ciudad.
Santa Marta agoniza por la corrupción y la politiquería; la exportación de carbón a través de su puerto está matando sus playas, y la invasión de inmigrantes venezolanos que duermen en la intemperie en sus sitios turísticos ha hecho de la capital del magdalena un lugar que ahuyenta a los visitantes.
A este panorama oscuro hay que agregar que la falta de oportunidades laborales sitúa a Santa Marta como una de las ciudades de Colombia donde el desempleo es cada vez mayor.
Carlos Vives es un ser solidario, que le duele Santa Marta, pero una sola golondrina no hace verano y llegará el día en el que se canse de ver cómo todos sus esfuerzos se los lleva un aguacero por la falta de previsión de unos gobernantes que solo buscan la riqueza personal con el poder y una ciudadanía que hace tiempo hipotecó el futuro de sus hijos.