En ocasiones —por no hablar de la mayoría de las veces— el mismo Estado, por medio del gobierno central o municipal comete harakiri, la antigua y venerable costumbre japonesa de sacarse las tripas con un fino cuchillo. Como diría Nicolás Maduro, aquel intelectual que en su día se desempeñaba como chofer de buseta, se autosuicida. He aquí tres ejemplos de harakiri estatal:
- El gobierno central se queja que Colombia tiene una de las menores tasas de recaudo fiscal en América Latina. Mientras que en el resto del continente el recaudo promedio en tributos es del 21 %, y en la OCDE del 34 % en Colombia solo es del 19 %. De forma paralela, Colombia tiene prácticamente las mayores tasas impositivas de todos los países de las Américas, desde Canadá hasta Argentina.
¡Pero fuera de gordo, hinchado! Colombia también tiene una de las mayores tasas de informalidad global. ¿Será que nadie en el gobierno se da cuenta que las exageradas y poco justificadas tasas impositivas son la causa principal del bajo recaudo tributario y de las altísimas cifras de informalidad? ¿Será que nadie es capaz de entender que empíricamente está demostrado que se llega a un punto de inflexión en donde a mayores tasas de impuestos es menor el recaudo? ¿Será que los genios de los burócratas en el gobierno no son capaces de entender que cada vez que suben los impuestos, más gente entra en el sector informal en donde los impuestos son prácticamente inexistentes? En lo que sí podemos tener la certeza es que mientras tengamos tasas de impuestos desmesuradas, el recaudo va a ser mínimo y la informalidad desbordada.
- Por otra parte, el Ministerio de Justicia, las Cortes y las entidades de control manifiestan que el problema del hacinamiento carcelario se ha vuelto inmanejable, creando una peligrosísima y explosiva crisis humanitaria y de orden público. Sin embargo, el mismo Estado no parece darse cuenta que son ellos mismos los principales causantes del problema carcelario. Por un lado, en este país hasta las más nimias faltas administrativas, civiles y fiscales se han convertido en delitos penales. Como bien reza la sentencia popular, en Colombia el único verdadero derecho que existe es el derecho de aseguramiento. De otro lado, le exasperante lentitud del sistema judicial hace que a los jueces de garantía no les quede alternativa diferente a soltar los pícaros al haberse cumplido un determinado número de días sin que sean llamados a juicio, quedando la mayoría de los delitos en total impunidad. Es esa misma impunidad la que hace que buena parte de los criminales cometan delitos de manera sistemática y reiterativa, en el entendido que no tendrán que pagar cárcel por muchos días.
- Finalmente, las autoridades municipales se quejan que los ‘Patios’, aquellos lúgubres potreros o parqueaderos improvisados a donde van los carros que supuestamente han cometido infracciones de tránsito. Como está redactado el ‘Código’, la Policía de Tránsito se ve obligada a retener los vehículos por simples infracciones y enviarlos a los ‘Patios’. Según el prestigioso periodista, José Clopatofsky, editor de la revista Motor, solo un 5 % de los vehículos —los involucrados en accidentes mortales o utilizados en actividades crimínales— abandonados en los ‘Patios’ deberían estar allá. El que los ‘Patios’ estén a reventar, es culpa de las mismas autoridades, precisamente porque no han querido revisar el ‘Código de Tránsito’ para que solo en muy contadas y excepcionales situaciones un policía de tránsito pueda ordenar que un vehículo sea inmovilizado y trasladado a los ‘Patios’. Repetimos, es un ‘autosuicidio’ como diría en Caracas don Nicolás.