Hoy quiero dirigirles esta columna tanto a las directivas del equipo Rionegro-Águilas Doradas, como a la Federación Nacional de Fútbol colombiano, por la responsabilidad que les compete como parte importante de un cambio que pide hoy a gritos la sociedad colombiana: la de la violencia de género, la violencia intrafamiliar.
Les voy a contar el caso, casi idéntico al de Mosquera, de un jugador de fútbol americano que también agredió a su prometida y las consecuencias que le trajo, porque ahora hay que concentrarse en las consecuencias de los hechos en sí mismos como verdaderas y eficientes soluciones, más que en las cifras que se constituyen solo en un reflejo, pero que no dejan de ser más que un registro.
En febrero de 2014 Ray Rice, jugador de Los Cuervos de Baltimore, agredió en el ascensor de un hotel en Las Vegas a su prometida; le dio un puño que la mandó contra el pasamanos y la dejó inconsciente. El asunto llegó a oídos de las directivas del equipo, que lo sancionaron económicamente y con su suspensión de las canchas por un par de juegos.
Nada más hubiera pasado si no hubiera sido porque los medios de comunicación tuvieron acceso siete meses después, en septiembre, al video del ascensor
y lo publicaron. ¿Y qué pasó entonces? Que ante la presión social generada por los mismos medios, tal como está sucediendo hoy con nuestro patán criollo, al jugador lo arrestaron, le terminaron su jugoso contrato y le llegaron por defecto otras consecuencias: Nike le quitó su patrocinio y su tienda en Baltimore ofreció cambiar las camisetas que tuvieran el nombre del jugador por otra mercancía; una pizzería ofreció consumo gratis de sus productos a cambio de las camisetas, para luego destruirlas.
Y saltó al escenario la pareja de Rice quien no solamente se había casado con él un mes después de la golpiza, en marzo, sino que salió a defenderlo en rueda de prensa y remató culpando de su desgracia a los medios escribiendo en su Instragram: “Si sus intenciones eran hacernos daño, avergonzarnos, hacernos sentir solos, quitarnos toda la felicidad, han tenido éxito en muchos niveles”. Pero era lo que se esperaba de una víctima tan enferma como su agresor: culpar a los demás como mecanismo de defensa por su baja autoestima y necesidad del abusador, o su miedo, o su dependencia económica.
¿Y ante el escándalo que hizo la liga, la NFL? Le quitó el derecho a jugar por una temporada, lo que suscitó la protesta de la sociedad norteamericana que clamaba por su salida definitiva de las canchas. El vicepresidente de política laboral de la NFL, Adolpho Birch, aseguró que era lo correcto y agregó –que es lo que considero ejemplar-: “Pienso que está absolutamente claro para todos los involucrados que la NFL no condona violencia doméstica de ninguna manera y no será tolerada en nuestra liga”. Y este es el punto.
Qué hemos visto en el caso de Hanyer Mosquera y que se puede concluir:
El Club emitió un comunicado en el que expresa que “En el código de disciplina de la institución se contempla como faltas graves los actos que pongan en riesgo la imagen o la reputación del club; y al considerar que este hecho lo hace, el caso se enviará para el trámite respectivo en el Comité de Disciplina del Club, el cual deberá imponer las sanciones y las acciones que estime necesarias luego de estudiar el caso”. Agrega que “Mosquera deberá responder y acatar las decisiones judiciales que se desprendan del proceso entablado en su contra”. Firma Paola Salazar Olano, presidenta.
De otra parte, un directivo del equipo Rionegro-Águilas Doradas, dijo ayer en declaraciones radiales que allí se tenía en cuenta al profesional, al ser humano y a la familia.
Tengo varias cosas por decirles puntualmente a los directivos de este equipo:
- Que un profesional lo es de manera integral cuando también es una buena persona y Mosquera claramente no lo es porque le pega a su esposa, entonces el ser humano está enfermo (le puede ayudar con el tratamiento), pero familia ya no tiene porque Indira Erazo, la agredida, mostró ser una mujer inteligente al manifestar que aunque todavía está enamorada no tiene ningún futuro promisorio si sigue casada con Hanyer Mosquera. Ojalá se mantenga en su decisión.
- Que si tanto les preocupa la reputación del equipo, bien pueden comenzar expulsando sin contemplaciones a un nada ejemplar jugador de fútbol, porque eso va a reafirmar lo que tanto dicen defender y va a enviar un mensaje sólido a todos los patanes que se han salvado de la denuncia y que han sido protegidos por sus propios equipos para blindar no solo su reputación sino su inversión económica.
- Dicha inversión es el otro punto y siento que para ustedes es el más importante porque hermanitas de la caridad no son, están en un negocio y le han invertido plata al jugador. Pero hagan de cuenta que le donaron ese dinero, poco o mucho, a una causa social invaluable que rendirá sus frutos sociales y reputacionales con el tiempo.
- Señora Paola Salazar Olano, presidenta del Club Rionegro-Águilas Doradas, a usted le asiste doble responsabilidad: la de ser la directiva del equipo y la de género por su condición de mujer, que –dependiendo de su decisión- les estará diciendo a las colombianas hasta dónde diferentes estamentos de la sociedad están dispuestos a jugarse el todo por el todo para luchar contra los maltratadores que a hoy no tienen quién los frene.
¿Y qué responsabilidad le asiste a la Federación Colombiana de Fútbol? La misma del equipo. No puede ser que esté callada como si nada hubiera pasado. No estamos hablando del Bolillo Gómez, pero si de un jugador que no solamente debe hacer goles o defender las huestes de su equipo, así no esté en la selección, sino que es parte de una actividad profesional que por ser pública se constituye en ejemplo de una sociedad y eso es formador.
Doctor Ramón Jessurum, el mensaje debe llegar por todas las vías y ustedes son la autoridad máxima. O seguiremos viendo desde el fútbol a jugadores como los compañeros de Hanyer Mosquera que están llamando a la agredida para que “no le dañe la carrera”. No, perdón, la carrera se la dañó él y usted debe ser parte del ejemplo. Patanes como él merecen su suerte.
¡Hasta el próximo miércoles!