El New York Times entrevistó a más de 70 personas y viajó por gran parte de Haití para encontrarse con políticos, amigos de la infancia de Jovenel Moise, policías, pescadores y participantes en el tráfico de drogas.
Según la extensa investigación del diario estadounidense el entonces presidente de Haití estaba trabajando en una lista de poderosos políticos y empresarios implicados en el tráfico de drogas en su país. La lista iba a ser entregada al gobierno estadounidense, según contaron al New York Times cuatro altos asesores y funcionarios haitianos encargados de redactar el documento.
La pista parece ser confirmada por las interrogaciones de algunos de los hombres capturados, acusados de asesinar a Moise. Estos hombres, confesaron que recuperar la lista era una prioridad absoluta, según dijeron al New York Times tres altos funcionarios haitianos con conocimiento de la investigación.
Entre los testimonios recopilados por el medio está el de la viuda de Moise, Martine Moise, quien fue herida durante el ataque que terminó con la vida del mandatario. Martine simuló estar muerta y pudo escuchar cómo los asesinos revisaban el domicilio en busca de algo. “Esto es”, escuchó la viuda que decían los sicarios antes de partir del lugar. Sin embargo, la ex primera dama no sabía qué era lo que los asesinos habían encontrado.
Haití puede haberse convertido en la mayor ruta del tráfico de drogas jacia a Estados Unidos, dice el New York Times. No es nuevo que en el Parlamento de Haití haya presuntos traficantes de drogas y armas. Avionetas con contrabando aterrizan con frecuencia en pistas de aterrizaje clandestinas. Se ha capturado in fraganti a agentes de policía haitianos ayudando a los traficantes de drogas, mientras que los jueces son sobornados regularmente para desestimar los casos, señala el medio agregando que el país se ha vuelto difícil para realizar investigaciones policíacas.
Las fuerzas de seguridad estadounidenses son incapaces de llevar a cabo un programa de escuchas telefónicas en el país, o incluso de colaborar plenamente con sus homólogos haitianos, porque la corrupción en la policía y el poder judicial es muy profunda, dicen los funcionarios estadounidenses al New York Times.
Las operaciones de la D.E.A. en Haití también han sido objeto de escrutinio, resalta el New York TIome. Las críticas a la agencia han aumentado porque al menos dos de los haitianos sospechosos de estar implicados en el asesinato de Moise eran antiguos informadores de la D.E.A.
Una figura central en la lista de Moise era Charles Saint-Rémy, conocido como Kiko, dijeron dos de los funcionarios haitianos encargados de ayudar a redactar el expediente. Para la Agencia Antidroga de Estados Unidos, Saint-Rémy, un hombre de negocios haitiano, es sospechoso desde hace tiempo de estar involucrado en el tráfico de drogas. Además, es cuñado del ex presidente Michel Martelly, quien sacó a Moise de la oscuridad política y lo eligió como su sucesor.
Martelly, que está contemplando la posibilidad de volver a presentarse a la presidencia, y Saint-Rémy tenían una enorme influencia en el gobierno de Moise. Ambos incluso decidían desde quién obtenía contratos públicos hasta qué ministros del gabinete eran nombrados, según funcionarios haitianos de dentro y fuera de su administración.
Según testimonios recopilados por el New York Times, Moise llegó a sentir que ellos y otros oligarcas estaban sofocando su presidencia. Moise no podía elegir su propio gabinete sin la aprobación de la familia Martelly o de Saint-Rémy. Los Martelly llamaban a menudo a Moise, gritándole por sus iniciativas legislativas, según varias personas que escucharon las conversaciones.
El año que viene se celebrarán elecciones nacionales, y Martelly es considerado el principal candidato.
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