El gobierno y especialmente el Ministerio de Educación deben contemplar la posibilidad de incluir en el plan de estudios --desde colegios y hasta universidades-- materias de lenguaje de señas, lectura y escritura de braille, etc.
Una de las grandes complejidades en Colombia es tener un sistema educativo desarmónico con las necesidades de su ciudadanía, sobre todo en lo que refiere a personas en diversas situaciones de discapacidad, como por ejemplo los sordos y mudos, no “sordomudos”, como muchas veces se les denomina.
Al respecto, la Federación Nacional de Sordos de Colombia (Fenascol) en su portal online, manifiesta que dicho término de "’sordomudo’, responde a una concepción de carácter peyorativo, puesto que reduce a estas personas a una mirada social que las considera sin “capacidad de comunicación, cuando en realidad pueden acceder tanto a la Lengua de Señas Colombiana, como a la lengua oral en sus formas escrita y hablada mediante una educación adecuada dependiendo de las características personales propias”.
No obstante, ese problema es tan importante como el conocer cuál es el número de diferentes ciudadanos que están en múltiples situaciones de discapacidad, puesto que no se conocen cifras exactas.
Así se evidencia en el informe (ver) presentado por el portal digital del Senado colombiano en el que se enfrentan datos entre el DANE y el RLCPD (Registro de Localización y Caracterización de personas con Discapacidad), puesto que el primero dice que “el país tiene 2.624.898 personas con discapacidad, equivalente al 6,3% del total de la población”; mientras que el segundo manifiesta que “a corte de agosto de 2014, tan sólo son 1.121.274 personas registradas, lo que no concuerda con las cifras del DANE, pues son 1,5 millones de personas las que no están en el Registro, y por lo mismo no son objeto directo de los beneficios de las políticas y programas del Estado”.
Mientras perviven estos dos obstáculos, se atasca la posibilidad de que una innumerable cantidad de colombianos en situación de discapacidad pueda acceder a una educación que les permita comunicarse, proponer soluciones en torno a su ámbito y otros en los que también tendrían potencial pero al nosotros no generar herramientas o estrategias eficientes para dialogar con ellos, perdemos sus aptitudes y habilidades que generarían desarrollo para la nación, porque también cabe recordar que el acceso al trabajo para estas personas es muy incipiente o casi nulo.
Al respecto, es necesario mencionar que a 2013, “en Colombia, el 61% de las personas con discapacidad no recibe ningún tipo de ingreso económico para su subsistencia (*), es necesario que como sociedad les brindemos más oportunidades laborales”, según la Fundación Agencia de Comunicaciones Periodismo Aliado de la Niñez, el Desarrollo Social y la Investigación – PANDI.
De acuerdo a lo anterior, se hace el llamado a los representantes políticos y jóvenes que recién empiezan su carrera de servicio a la sociedad; y específicamente para el Ministerio de Educación Nacional, para que comiencen a trabajar con los diversos ciudadanos en situación de discapacidad para generar políticas públicas alrededor de la educación en instituciones académicas, que faciliten que todos y cada uno de los colombianos tengamos diferentes formas de comunicarnos.
Pero ante todo, la mayor responsabilidad para conectarnos con el resto de colombianos en situación de discapacidad corre por nuestra propia cuenta. Podemos hacerles señas al gobierno y demás personas que hagan lo que tienen que hacer pero mientras tanto podemos acceder a lecturas por ejemplo de lenguaje de señas o a cursos para ir preparando el camino de la responsabilidad ciudadana con los otros. Con el interés y la acción comienza el cambio.
En este sentido, el Ministerio de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), por ejemplo, generó una iniciativa interesante a través del curso (ver) llamado ‘Inclusión para personas con discapacidad a través de las TIC – Autogestionado’, que puede ser realizado según la disponibilidad del usuario al que se le certifica.
De la misma manera, la Universidad Católica del Norte ofrece un documento para aprender lenguaje de señas (ver); y las Universidades Javeriana y del Valle en Cali, también cuentan con cursos para que los ciudadanos interesados puedan empezar interactuar con este tipo de lenguajes.
