Detrás de la irreverencia de la frase se esconde lo que a usted lo hace realmente feliz, le gusta, lo disfruta, le aprende, le enseña, lo comparte y le ayuda a trasegar por su ruta en esta vida que a veces parece inclemente, según como se le mire.
Hace unos cuántos años, dirigiendo las comunicaciones de una de las empresas más prestigiosas de este país, agotada, comenzó a salir al escenario con mucha fuerza una pasión que me acompaña desde niña: cocinar. Para ser más precisa, la pastelería, y para significarles lo que hago hoy como actividad alterna al periodismo y la comunicación estratégica corporativa, ¡soy una apasionada diseñadora de ponqués!
Hacer lo que a uno le da la gana suena delicioso, como a postre de cinco mil calorías. Lo que pasa es que hasta eso hay que planearlo… Hacerlo bien. Solo escuche su voz interior y a quienes usted les tiene confianza y quieren verlo hacer lo que usted quiere y le apasiona. Claro que hay que ser sensatos, porque si quiere ser cantante y le sale la voz como en Cante aunque no cante, con el desaparecido Jimmy Salcedo, pues no. Yo hubiera querido tener voz de negra para cantar como negra y no soy ni lo uno ni lo otro, para mi pesar.
En ese importantísimo cargo que les comentaba, tuve una compañera inglesa, Jane Atkin, quien a la hora del café después del almuerzo me encontró buscando sobre pastelería en internet.
—¿Le gusta la pastelería?
—Sí, pero la de diseño y, eso sí, con sabores deliciosos.
—Voy a venir cada dos meses. Cuando vuelva le traigo el libro de una de las más prestigiosas pasteleras en Londres; eso le puede ayudar.
Así lo hizo y ahí quedé enganchada.
Del periodismo amo la radio, contar historias y escribir; de eso no tengo la menor duda. Pero… “¿Ahora haces ponqués?”, me decían con extrañeza y si quieren con desagradable expresión de sorpresa muchas personas cercanas y no tan cercanas. Es más, ni siquiera creían —y aún pasa— que fuera yo quien los hacía.
Pero comencé la tarea de planear lo que llamé “mi negocio de viejita”: Cake me. Un día alguien me dijo:
—Mira, busca la forma de verte como empresaria, no como pastelera. Tienes todo un recorrido como periodista, presentadora de noticias, estratega en comunicación corporativa y presentarte ahora como pastelera, no sé.
—Pues es que soy diseñadora de ponqués, pero si lo quieres escuchar más rimbombante soy empresaria en pastelería y, lo más importante: ¡absolutamente feliz!
Nadie se imagina lo que otra persona siente frente a lo que le apasiona, así sea cambiar una llanta. Lo digo literalmente porque algún día a Ricardo Soler, reconocido periodista de automovilismo y compañero en Blu Radio, le pedí el favor de ayudarme a cambiar una llanta y se puso feliz. “Me fascina hacer esto”, me dijo. Para mi es una lata, pero como dicen las mamás, al que le gusta le sabe. Pues lo mismo que siento frente a un micrófono, lo siento frente a un ponqué por decorar.
Busqué a los mejores para crear la marca, registrarla, diseñarla y ponerla a andar. Tengo web, redes y un voz a voz muy valioso. Investigo todos los días y tengo contacto directo con pasteleros gringos y europeos que me responden con generosidad sobre mis dudas y sus recetas. Con esto quiero decir que los pasos que sigo tienen todo que ver lo que al cliente “le da la gana”, porque él manda en lo que quiere y para eso creé todo un protocolo. Mi estilo de diseño de un ponqué comienza mucho antes de hornearlo y mucho después de entregarlo.
Algunas personas descubren ese algo muy temprano y lo explotan con más tiempo; a otras les llega con los años. Lo importante es que aparezca cuando sea; nunca es tarde. Del periodismo y de las comunicaciones he aprendido mucho, pero nada me ha enseñado más sobre los negocios que mi pastelería. No hay nadie peor para negociar y cobrar que un periodista, pero con este negocio aprendí a valorar más mi trabajo, a negociar, a decir no y a disfrutar de las cosas dulces de la vida.
Haga su proyecto de vida con calidad, con amor, con disciplina; solo escúchese a usted mismo y a quienes usted sabe que lo quieren ver feliz, rodéese de mentores en su tema y por sobre todas las cosas Haga lo que le dé la gana, ¡pero bien!
¡Hasta el próximo miércoles!