¿Y si ese activista fuera su hijo?
¿O el vigilante del banco incendiado fuera su tío que estaba feliz por haber conseguido ese trabajo la semana pasada luego de un año sin trabajo?
¿Y si la señora ahogada tras inhalar gases lacrimógenos, fuera su mamá?
¿Qué pensaría si el muchacho con la cara es tallada fuera su hermanito? ¿O al que le dieron bala fuera su sobrino?
¿Qué tal que el policía apuñalado fuera el único hijo y sostén emocional y económico de su abuela, tías y demás familiares?
¿Qué tal si su hermana fuera la dueña de la tiendita vandalizada, que apenas se estaba levantando tras el confinamiento de la pandemia, y que ahí estuviera el dinero que iba a llevar al banco para que no le embargaran la casa?
¿Qué pasaría si a la adolescente que le dieron bolillo, que metieron en un camión, que asustaron, amenazaron y tocaron sus partes íntimas, fuera su hija?
¿O qué tal el señor del puesto de los chicles, los tintos, los minutos y los caramelos fuera su abuelo que vive del día a día?
¿Qué tal si su esposa estuviera embarazada y fuera en un bus de servicio público al que le tiran un tarro de gas lacrimógeno mientras busca desesperadamente la salida?
¿Qué pensaría si el conductor del bus destruido e incinerado fuera su esposo que ahora se queda sin trabajo?
¿Qué pensaría donde el gobernante fuera su amigo de infancia o compañero de universidad?
¿Qué decisión tomaría si los jóvenes que se manifiestan fueran sus nietos? ¿Les mandaría a disparar?
¿Qué tal si usted fuera el policía, y al frente se encuentra con su hijo que está marchando? ¿Le dispararía en un ojo?
¿Imagínese que usted fuera el manifestante que ayudó a incendiar el banco de la esquina, y justo ahí, al otro día, iban a desembolsar el dinero de un préstamo que había hecho su mamá para pagar su semestre de universidad?
¿Qué tal si dentro de esa ambulancia que usted no dejó pasar, fuera su hija herida de gravedad que requería atención urgente hospitalaria?
¿Supongamos que usted no tuviera trabajo y además los productos que compra a diario para darle de comer a su familia subieran de precio?
¿Qué pasaría si las miradas de odio de los unos con los otros coincidieran, y se pudiera ver que en el fondo es angustia lo que hay de parte y parte, por el desasosiego de un futuro incierto?
¿Qué tal si seguimos votando por los mismos?
¿Qué sucedería si todos los que vivimos en este país nos viéramos como miembros de la misma familia, y nos diéramos cuenta de que nos estamos dañando entre hermanos y hermanas, padres, sobrinos, nietos, abuelos, tíos, suegros, que pertenencen a la misma casa llamada Colombia?
¿Qué pasaría si me pusiera en los zapatos del otro?
¡Hagamos el ejercicio mental!
"Ama a tu prójimo como a ti mismo, pero si están siempre mordiéndose y devorándose unos a otros, ¡tengan cuidado! Corren peligro de destruirse unos a otros" (Gálatas 5:14-15).