La preparación del sínodo sobre la familia que se adelanta en ciudad del Vaticano es, sin duda alguna, la entrada -a la agenda temática del catolicismo- de las uniones civiles, los divorciados; pero, especialmente, los homosexuales. Por fin la influencia del papa Francisco trascendió los medios de comunicación y la opinión pública, para manifestarse en una institución permeada por la intolerancia.
No es para menos. Es la primera vez que en un documento oficial de la iglesia se deja un espacio para acoger a los homosexuales; además, se propone tratar el debate desde la raíz:
"La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta como un importante desafío educativo".
¿Cómo encontrar el equilibrio entre las nuevas perspectivas y la tradición?
La tarea más compleja que tienen los católicos es socializar "El cambio antropológico y cultural actual”; es decir, hay que hacer énfasis entre los fieles que apartes de la biblia como: “[…] pues en el reino de Dios no tendrán parte los que se entregan a la prostitución, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los afeminados, ni los homosexuales” han de ser interpretados a la luz de la historia, más no del presente.
Ojalá este gran paso sea la oportunidad de consolidar una iglesia incluyente, que se base –como siempre ha debido ser- en el comportamiento de Jesús; lo digo, sin temor a equivocarme, porque los evangelios nos han mostrado un hombre que amó y respetó a los que pensaban diferente a él. ¿Por qué nos cuesta tanto a nosotros hacer lo mismo?
@zamivar