Si usted es un juez, ¿admitiría una demanda para proteger los derechos laborales de una actriz porno?; si fuese un congresista, ¿votaría por una ley para reconocer la pornografía como una profesión importante en la sociedad?; o como ciudadano ¿hoy en día puede imaginar un mundo sin pornografía? Con preguntas como estas convocaba un grupo de investigadores y estudiantes a un conversatorio donde la protagonista principal era una actriz porno.
La rigidez del derecho se veía seducida por la presencia de una persona que ese día les quitaba protagonismo a los más connotados catedráticos. La gente en los pasillos no dejaba de hablar toda la semana sobre qué les podía enseñar una actriz porno y cómo podían conversar académicamente con ella. En últimas, se prestaban a escuchar si la pornografía se debería prohibir o regular; y de esa manera abogados, estudiantes, psicólogos, filósofos y pedagogos llenaron el aula máxima de la más importante escuela de derecho de Cúcuta, la Universidad Libre.
Alejandra Omaña (@AmarantaHank), quien días atrás causó revuelo al proponer hacer un vídeo porno al exprocurador Alejandro Ordóñez, llegaba con dos condiciones al auditorio de la universidad: la primera, que en el diálogo tuviese la libertad y respeto para expresar sus ideas; y la segunda, pero no menos importante, que su animal de compañía ‘Bowie’, un perro pitbull, pudiese estar con ella en el alma mater. De esta manera, y con un auditorio lleno, empezó un diálogo que podemos decir que continúa hasta hoy, pues lejos de sonrojarse, un grupo de investigación de la Universidad Libre aún estudian desde las repercusiones que tiene hoy por hoy la pornografía y cómo ello influye en la legislación penal de algunos países, hasta cuál sería la regulación en torno a su forma de trabajo o labor.
La pornografía sin duda es un asunto contemporáneo por excelencia: en ella convergen el internet, las redes sociales, el capitalismo, los asuntos educativos, tiene en sí luchas del feminismo, de reivindicación de derechos de las trabajadoras y de los menores de edad. El fenómeno es complejo y en el conversatorio se pudo evidenciar lo extenso del tema, pero sobre todo la urgencia de que la academia estudie estos asuntos y tome enserio los análisis que merecen personas como Amaranta Hank o Amarna Miller a las que, dicho sea de paso, tenemos el gusto de tener en nuestro país esta semana en el Segundo Festival de Artes Eróticas en Medellín, en donde no solo las podemos disfrutar desde el rol de actrices porno, sino de productoras, poetas, escritoras, periodistas o fotógrafas.
En conclusión, una actriz porno hacía en una facultad de derecho lo que cualquier persona de una comunidad ignorada por sus normas jurídicas y sociales puede hacer: tender puentes para su dignificación como personas, haciendo que el diálogo entre academia y realidad continúe.