Con motivo de la convocatoria a la protesta del 26 de agosto por parte del Comité Nacional de Paro, presentamos algunos comentarios sobre la oportunidad del llamamiento, en vista de que ciertos comentaristas de la prensa y de la radio consideran extemporáneo en el marco de la actual situación política, económica y social del país.
En nuestra percepción, las condiciones del momento no pueden ser más oportunas para el desarrollo de la protesta pacífica de masas si tenemos en cuenta la situación de miseria, pobreza, desempleo, violencia y corrupción a todo lo largo y ancho del país. El gobierno de Uribe-Duque no solo no ha cumplido las promesas y compromisos contraídos con los diversos sectores que participaron en el paro del 28 de abril, sino que en muchos aspectos las condiciones de vida del pueblo colombiano se han deteriorado de manera contundente.
Empezando por el proyecto de reforma tributaria “Que nos cobren a nosotros”, dijo el presidente de la Andi ante la gravedad de la situación, y después de “una amplia concertación democrática” llegaron al “desprendimiento humanitario” de una sobretasa temporal del 3 % al impuesto a la renta para resolver la crisis agravada por la pandemia, y poder continuar con los programas sociales como el Ingreso Solidario, el Programa de Apoyo al Empleo Formal, la matrícula cero temporal en las universidades públicas, o la generación de empleo juvenil, tratando de asegurar los intereses de los grandes banqueros y de los grandes capitalistas con vistas a las elecciones del 2022.
Las reivindicaciones del Pliego de Emergencia presentadas hace un año no se han tenido en cuenta por el gobierno nacional: la renta básica para 7 millones de familias, la matrícula cero durante toda la carrera universitaria, las garantías para la protesta social, la reforma de la policía y del Esmad, la reforma de la salud, la reforma tributaria, han sido ahora presentadas por el CNP en un paquete de proyectos de ley que deberán contar con la movilización ciudadana y con el apoyo de la fracción parlamentaria de oposición democrática en el Congreso de la Republica, como banderas de lucha por la renovación democrática.
Obviamente, la respuesta del 26 de agosto va a mostrar qué tanto ha variado el estado de ánimo de los trabajadores, de las juventudes rebeldes y de algunos sectores de las llamadas capas medias, durante la tregua del paro nacional del 28 de abril y, por su puesto, la capacidad de convocatoria y de interpretación de la realidad del momento por parte de los dirigentes de los trabajadores.
Alguna franja de opinión alega la inconveniencia del llamamiento en estos momentos, argumentando que la protesta ciudadana hay que transformarla en participación electoral; que ahora estamos en campaña; y que en este momento la movilización de masas lo que hace es causar desprestigio a la verdadera oposición democrática para las elecciones del 2022.
Además insinúan que fuerzas de la ultraizquierda en connivencia con la extrema derecha, desde puntos de vista diferentes están interesados en crear el caos político y la anarquía social para pescar en rio revuelto hacia las elecciones del año entrante.
Desde la oposición democrática pensamos que este es un análisis superficial y sesgado que no consulta con la realidad de la situación, y que por el contrario, se debe asumir la posibilidad de un nuevo remezón político y social, de una nueva protesta ciudadana que sea capaz de superar en cantidad y calidad la primera edición del 28 de abril, para lo cual no queda otro camino que comprobar en los hechos la capacidad de respuesta de los sectores populares.
Es decir, si se logra una manifestación de masas, con mayor participación de los trabajadores, de las juventudes rebeldes y de las capas medias de la ciudad y del campo, con una mayor claridad sobre la causa principal de la crisis y del Estado actual cosas que no es otra distinta al manejo autoritario y despótico del poder político en manos de la oligarquía dominante, se podría decir que se habría avanzado en la conciencia de los cambios democráticos que está exigiendo el momento político del país.
En este sentido pensamos que no se debe perder de vista por ningún motivo la construcción, movilización y desarrollo de un gran movimiento popular de masas como única garantía para asegurar el poder y la realización de las reformas democráticas que está reclamando el pueblo colombiano.
A seis meses de elecciones para Congreso de la Republica y para las consultas de las coaliciones presidenciales, tenemos claridad en el Pacto Histórico, ambivalencia en la Coalición de la Esperanza, divisiones en el Partido Verde, y especulaciones en la derecha, por lo cual una manifestación multitudinaria bien conducida podría inclinar a sectores importantes de la opinión pública en favor del movimiento democrático y popular.
La última encuesta de intención de voto ha presentado los siguientes datos: voto en blanco, 26 %; Abstención, 24 %; Gustavo Petro, 21 %; Sergio Fajardo, 6 %; Juan Manuel Galán, 5 %. Esta es la foto política del momento, y aunque la tendencia del Pacto Histórico continúa ganando holgadamente el primer lugar, no debemos olvidar que faltan candidaturas de la derecha, y sobre todo tener en cuenta el voto en blanco y la abstención electoral, con un 50 % entre los dos. ¿Cómo va a trabajar la izquierda democrática para romperle el espinazo a la abstención electoral de las juventudes rebeldes, en una forma significativa?
Así las cosas y teniendo en cuenta los pronósticos para el próximo pico de la pandemia con la nueva derivación del delta para el mes de octubre; con una economía que según el Dane creció un 17,6 % del producto interno bruto en el segundo trimestre del 2021, especialmente en los renglones del esparcimiento y el turismo con un 80 %, en los servicios con un 40 % y en la industria manufacturera con un 30 % (números redondos), sin que a la vez haya habido un crecimiento significativo del empleo formal, solo en algunas manifestaciones del empleo informal, lo que llaman el rebusque diario para poder medio subsistir.
Súmele a esta situación la corrupción en el Ministerio de las TIC; la violencia en Cauca, Nariño, Catatumbo, Bajo Cauca Antioqueño, y Chocó; el fuego de los incendios y las inundaciones torrenciales; el desempleo inclemente y la miseria irritante; el atraso en los planes de vacunación para alcanzar la inmunidad de rebaño; el autoritarismo del régimen en ausencia de una democracia real, y tendrá las circunstancias para salir a marchar el 26 de agosto en ecompañía de los sectores populares sumidos en el desahucio y la desesperanza.