Aunque Iván Darío Agudelo es un senador desconocido en la opinión pública nacional, es un nombre que resuena con fuerza en el liberalismo antioqueño. En 2010 llegó a la Cámara como la cabeza del cuestionado grupo de la Universidad de Medellín y en 2014 repitió escaño con una de las votaciones más altas a nivel nacional: 40.356 “confianzas ciudadanas”. Para el 2018 el entonces representante consideró que tenía el capital suficiente para dar el salto al Senado y con el respaldo del liberalismo de Envigado en cabeza de Julián Peinado (cara amable de un grupo que tiene tres exalcaldes en líos judiciales) y el liberalismo de Bello, orientado por el representante John Jairo Roldán, montó equipo y se alzó con la segunda votación liberal en el departamento. Así se sumaron tres de las tendencias más tradicionales del liberalismo antioqueño en una fórmula electoral ganadora. Solo superada por la maquinaria del polémico senador Julián Bedoya.
En 2018 el electo senador ratificó su condición de gran elector; sin embargo, ese calificativo pronto sería cuestionado por una serie de hechos que darían cuenta del desmoronamiento de la estructura que lo llevó al Senado; primero, se alejó del grupo de la Universidad de Medellín, rompió con Néstor Hincapié y jugó con candidatos propios en las elecciones de 2019. Esa ruptura marcó el final de una relación política de diez años. A nombre de los “liberales de la UdeM”, Agudelo había llegado a la Asamblea en 2007, a la Cámara en 2010 y al Senado en 2018. Tras esa ruptura el senador se echó en los hombros la responsabilidad de montar su propia estructura sin la interferencia de Hincapié; segundo, la boyante alianza con Peinado y Roldán no trascendió más allá de las elecciones. Al llegar al Congreso cado uno siguió su propio camino y ya es claro que de cara al 2022 no volverán a confluir como fórmula electoral. Sin el sustento de esas redes clientelares y sin el más mínimo capital de opinión, se torna evidente que Agudelo no tiene la fortaleza del 2018. ¿Podrá volver al Congreso?
El factor Quintero
Quintero e Iván Agudelo son grandes amigos. Su amistad data de la militancia en el liberalismo del alcalde y se afianzó durante el gobierno Santos. En la carrera por la alcaldía de Medellín el senador apoyó a Quintero cuando buena parte del liberalismo local ya se había decidido por Alfredo Ramos. Fue de los pocos políticos tradicionales que respaldó públicamente a Quintero y en el movimiento Independientes su respaldo fue aceptado sin mayores reservas, eso sí, solo con una salvedad “sumar más allá de los partidos”. Tras conocidos los resultados y confirmada la derrota del uribismo en una de sus retaguardias históricas, también fue el único político que acompañó a Quintero en su discurso de victoria. Sin duda, fue un día de contrastes para el senador; por un lado, con la victoria de Quintero se aseguraba un “alcalde amigo” (muy importante para un político clientelista); y por el otro, Alexis Mejía, su candidato al Concejo de Medellín, solo alcanzó 8.322 votos quedando de cuarto posición (solo ingresaron dos liberales) y su ficha a la Asamblea, Rubén Callejas (quien formó parte del grupo de Julián Bedoya), entró en el último lugar.
A un año de las elecciones, esa fotografía de las pasadas elecciones da cuenta de la debilidad de su plataforma electoral y confirma que no la tendrá nada fácil en su intención de seguir en el Senado. A lo que se agrega que no contará con el respaldo de un representante en ejercicio y que su fórmula segura será un “ilustre quemado” o un aspirante sin mayor estructura; además, Agudelo no cuenta con capital de opinión, no tiene presencia en medios, tradicionales o alternativos, y no hay que olvidar que en 2018 se plegó a la decisión de Cesar Gaviria y respaldó a Duque en segunda vuelta. Su intención de convertirse en el senador de la ciencia y la tecnología se ha quedado a medio camino y no ha trascendido más allá de promover la creación del Ministerio; paradójicamente, un ministerio que ha recibido más críticas que elogios. Eso sí, ha sonado por insistir en la aspiración presidencial de Alejandro Gaviria, un humanista y tecnócrata, sin experiencia política y más cercano al centro que al sector de derecha que se tomó el partido liberal.
Ante ese escenario y con el reto de sacar un mínimo de 50 mil votos en Antioquia y otros 30 mil por fuera, el eventual apoyo de las maquinarias de la alcaldía presidia por su gran amigo, resultan determinantes.
¿Independientes con Iván Darío?
De cara a las elecciones legislativas va quedando claro que el movimiento Independientes no jugará con candidatos propios y apoyará candidatos de otras listas. Con la declinación de Miguel Quintero de aspirar al Senado y con sus principales cabezas políticas en la administración, al parecer, solo hay dos candidatos que se disputarán ese respaldo, Iván Darío y León Freddy Muñoz. Siendo el último un perfil más cercano a lo que ideológica y programáticamente se plantea ese movimiento, así como un incondicional de Quintero y un contrapeso entre los verdes a Daniel Duque, el principal opositor del alcalde en la ciudad. Ese respaldo se podrá rastrear en eventuales movidas burocráticas y relevos en secretarias claves, pues, aunque Muñoz tiene cierto capital de opinión y no depende del todo de redes clientelares, el apoyo de la alcaldía también le resulta fundamental para dar el salto al Senado. ¿Quién terminará ganando ese pulso?, ¿el amigo liberal o el aliado de gobierno?