La sabiduría popular afirma “el hábito hace al monje” y podemos preguntarnos si la bata blanca hace al médico. Umberto Eco tiene un ensayo con ese mismo refrán como título y coincidencialmente lo inicia escribiendo sobre la corbata, prenda que más abajo discutimos. Entonces es asunto discutible pero quisiera comenzar parafraseando a Don Manuel, el menos recordado de los hermanos Machado:
Nadie más cortesano ni pulido
Que nuestro buen médico, que Dios guarde,
Siempre de blanco hasta los pies vestido.
Pues parecería que el médico debe ser siempre cortesano y pulido.
Cuando yo estudiaba mi abuelo me preguntaba: ¿cuándo te vas a vestir de blanco? En mi país los médicos se vestían entonces de punta en blanco: camisa, pantalones, medias y zapatos blancos. Sí, zapatos blancos como solo usan ahora los bailarines de salsa, “quesos” en buen caleño. Yo nunca vestiré de blanco, le contesté a mi abuelo y quizás lo desilusioné. Seguramente habré desilusionado a otras personas por mi rebeldía a usar habitualmente bata blanca. Para mí la bata blanca es como un esmoquin que reservo para ciertas ocasiones formales: conferencias, graduaciones, visitas de ministro, etc. Por esto me pregunto hoy, sintiéndome un poco culpable, cómo debe vestir un médico respetuoso de las normas sociales. La cosa se complica más cuando consideramos otras prendas de vestido como saco y corbata.
La BBC (21 de julio, 2013) pone el dedo en la llaga cuando titula una nota reciente: ¿Confiaría usted en un médico en camiseta? Y el problema es discutido más académicamente por la microbióloga Stephanie Dancer en el British Medical Journal (BMJ 2013;346:f3211) El argumento de la doctora Dancer se origina en la recomendación del gobierno británico en 2007 que los médicos no usen en su práctica diaria corbatas colgantes. Las corbatas de lazo, hoy tan fuera de moda como los zapatos blancos que antes mencioné, parecen estar permitidas. Afirma la autora que esa disposición ha llevado a un descuido generalizado del vestir y la higiene en los médicos ingleses. Y hoy es común ver que se atiende pacientes en camiseta lo que parece irritarla particularmente.
La regulación gubernamental se basó en la posibilidad que las corbatas largas contribuyeran a la diseminación de infecciones. A mí personalmente me gusta la determinación pues solo tengo seis corbatas que no cambio hace diez años. Creo que nunca las he mandado a lavar con excepción de una que llevaba cuando sangré horriblemente y mi esposa no me deja volver a usar por superstición.
En contra de la medida del gobierno británico una revisión cuidadosa de la evidencia (British Journal of Infection Control 2007; 10,1177) llega a la conclusión que los uniformes, lavados en la institución o lavados en casa, no aumentan significativamente el riesgo de infecciones en las instituciones de salud. Subrayo “lavados” pues las corbatas no lo son frecuentemente y las autoridades sanitarias inglesas podrían tener razón respecto a esa molesta prenda de vestir masculina.
Entonces los uniformes o trajes que usan los profesionales de la salud no parecen aumentar el riesgo de infecciones para el paciente y la prohibición es un poco exagerada. Así pues la doctora Dancer puede sugerir más formalidad en la ropa de los médicos. Es también importante el fondo psicológico y cultural de su petición de mayor cuidado en el vestir: el paciente debe reconocer y confiar en el profesional de la salud que lo atiende. Los textos hipocráticos ya parecían conocer la importancia de esto cuando recomendaban que el médico debía “ser cuidadoso en su limpieza corporal, vestir bien y usar ungüentos personales de buen aroma”. Los médicos medievales de Salerno observaban que el médico desarreglado era usualmente mal pagado. Vestir formalmente en Occidente desde el siglo XIX incluye usar saco y corbata. Para los médicos desde los inicios del siglo XX se añade la bata blanca. A veces se dice que esta bata blanca es percibida como amenazante o paternalista por algunas personas. Se describe por ejemplo la hipertensión de bata blanca que es la ocasional presión arterial alta del paciente frente a un médico.
Entonces lo de vestir cortesana y pulidamente con bata blanca podría ser apropiado.Pero es aún más importante suscitar y mantener la confianza del paciente. Para esto no solo hay que tener en cuenta el vestir. Hay que cuidar el tono de voz y las palabras que se usan, la mirada, los gestos. No puede ser uno un médico untuoso y tocón pero es recomendable cierto apropiado contacto cutáneo. Y en todo debe mostrar el buen médico ecuanimidad o constancia de ánimo e imparcialidad de juicio como la define la RAE y recomendaba ese paradigma de la buena práctica clínica William Osler (Aequanimitas, 1925). El uniforme blanco, azul o verde en diversas tonalidades con corbata o sin corbata es opcional. La bata no hace al médico.