Cuando las Farc secuestraron a los tres civiles norteamericanos, jamás se imaginaron que quien pagaría los platos rotos (de manera severa y lamentable) en una cárcel en Estados Unidos sería el niño bien de esa guerrilla, Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad. Es mas, el día que se lo llevaban esposado en un avión express para territorio gringo, el mismo Palmera no paró de lanzar arengas a favor de las Farc. Como era apenas natural, sus camaradas aplaudieron su actitud henchida desde la distancia. Era la época en que la arrogancia aún flameaba en el espíritu fariano. Pero las cosas cambiaron. A Trinidad lo capturaron en Ecuador y luego fue a parar ante un Tribunal en Washington para responder por el gravísimo delito de conspiración. Sus abogados hicieron toda clase de piruetas para defenderlo pero la suerte estaba echada. En su intervención ante el Tribunal, Simón Trinidad le echó loas a Tirofijo y volvió a lanzar consignas halagüeñas a las Farc. En realidad fue una admirable convicción ideológica y un exótico sentido de pertenencia a su ghetto, pero también fue una llana terquedad que demostró que cada quien es dueño de sus propias convicciones y esclavo de sus propias fantasías.
Cuando la arrogancia cobra sus efectos
Lo triste y lamentable de todo este episodio es que Simón Trinidad pudo haber salido si las Farc hubiesen dado un paso que no les costaba mucho, pero que no lo dieron porque la arrogancia y la torpeza siempre ha sido la sombra tutelar que los rige. El juicio de Simón Trinidad se aplazó varias veces, según algunos observadores, para ver si las Farc daban señales de liberar a los rehenes gringos, pero como ellos le apostaban a un intercambio mucho más amplio y, sobre todo, para demostrar que tenían arrinconado al Departamento de Estado, importante Politburó de Estados Unidos y, a la sazón, contratante de los tres norteamericanos, entonces las cosas terminaron como tenían que terminar: a Simón Trinidad le clavaron 60 años de cárcel y lo mandaron a una prisión federal de máxima seguridad en el frío y montañoso estado de Colorado, conocida como la Alcatraz de las Rocas. Allí comparte su lugar de reclusión con Terry Nichols, el bombardero de Oklahoma City; Ted Kaczynski, el eminentísimo profesor universitario que enviaba cartas por correos con bombas; Zacarias Moussaoui, el cerebro del 9/11, y Ramzi Yousef, el autor intelectual del ataque de 1993 contra el World Trade Center.
Como las Farc se tiraron en ese tiempo la libertad de Simón Trinidad, creyeron que durante las conversaciones en la Habana lo podían llevar como invitado especial, y a pesar de la insistencia en el tema, no pudieron convencer al presidente Obama, entre otras cosas, porque hay una presión muy fuerte de los tres norteamericanos que estuvieron secuestrados, los cuales tienen muchos simpatizantes en el Congreso en Washington. Y la cosa se puso peor con la elección de Donald Trump y la llegada de varios halcones de línea dura a la Casa Blanca: el futuro asesor de seguridad, Michael T. Flynn y el que sería el nuevo Attorney General (Fiscal General), Jeff Sessions. Y para colmo de males el senado y la cámara son de mayoría republicana. Mejor dicho, la tormenta perfecta para que Trinidad no salga. Por eso fue que las Farc tenían prisa en cerrar el acuerdo este año, porque si lo aplazaban para el 2017, la mueca de Trump no sería favorable a esa libertad.
Cómo está el caso a la luz de la ley americana
Los últimos cartuchos que le quedan a Simón Trinidad están por los lados de un indulto presidencial. Si Obama tiene la voluntad política, estas serían los eventuales beneficios: el perdón, la conmutación de la sentencia, la remisión de la multa o restitución, y la suspensión temporal del castigo, todo esto en cumplimiento a lo señalado en el (Article II, Section 2, clause 1, of the Constitution, under the Pardon Clause). La cláusula dice que el presidente tendrá la facultad de otorgar perdón y alivio de la pena, excepto en casos de Impeachment. Este proceso no lo adelanta el presidente por sí sólo, sino que lo prepara la Oficina del Abogado de Indultos (Pardon Attorney) que está adscrita al Departamento de Justicia. La persona interesada debe llenar una aplicación, la cual será estudiada y presentada al Presidente, quien la aprueba o la niega. El interesado puede presentarla otra vez en caso de que sea negada, un año después( para los casos de conmutación) y dos años después (para casos de perdón).
El perdón en la historia
El que más ha perdonado ha sido el presidente Franklin D. Roosevelt (2819) y el menos generoso fue George W. Bush, padre (74). Barack Obama ha perdonado a 70 personas (hasta ahora) y ha conmutado la pena a 944 desde su mandato. Actualmente están sobre su escritorio, 1935 perdones y mas de 2000 peticiones de conmutación (a fecha 6 de noviembre de 2016). Una de ellas podría ser la de Juvenal Ovidio Palmera.
Las posibilidades de Simón Trinidad
Simón Trinidad tiene vientos favorables y desfavorables para un posible indulto presidencial. Los primeros están amparados en el gesto que hizo Obama en nombrar a un emisario especial para las conversaciones en la Habana, el veterano diplomático Bernie Aronson. También, el compromiso que hicieron ante el jefe del Departamento de Estado John Kerry de renunciar a la violencia, entregar las armas y abandonar cualquier tipo de hostilidad contra Estados Unidos. Las Farc tocaron el tema de Trinidad, y Kerry los escuchó, pero no se comprometió. De todos modos son señales positivas para Simón Trinidad.
Los vientos desfavorables tienen mucho peso, y están en el Congreso norteamericano, cuyas mayorías están en manos de los republicanos. Marco Rubio, por ejemplo, ha dicho con mucha vehemencia que no está de acuerdo con la liberación de Trinidad. Los tres secuestrados norteamericanos, Keith Stansell, Marc Gonsalves y Tom Howes enviaron una carta al juez federal de conocimiento expresando su oposición a la liberación. “No hay ninguna razón humanitaria para liberar a un terrorista internacional”. De todos modos hay un punto que podría jugar a favor de Trinidad, y es si las Farc pudieran pagar la compensación que están exigiendo los ex-secuestrados contratistas que está en la suma de 318 millones de dólares, siempre y cuando Obama acepte la multa como restitución. Esto pondría a las Farc en una situación incómoda porque ellos han dicho que son como la pobre viejecita, aunque después reconocieron que tenían algo. Si pagan a los norteamericanos la choricera que viene después será inmensa.
El caso de Simón Trinidad no encaja en los casos que vimos cuando Obama otorgó perdones en 2014 a los tres cubanos acusados de espionaje, y tampoco cuando liberó a los tres iraníes que violaron las sanciones económicas, porque ambas situaciones eran de Estado a Estado, las cuales estaban inmersas en unas negociaciones específicas y muy sensibles para la política norteamericana: la Casa Blanca estaba acercándose a Cuba y con Irán negociaba el acuerdo nuclear. En el caso de Trinidad era USA y las Farc, un grupo que estaba en la lista de las organizaciones terroristas con daños a ciudadanos americanos.
Es muy posible que Obama en diciembre conmute la pena de Simón Trinidad y exiga algún grado de compensación a las víctimas. Aunque esta decisión será controversial, creo que Simón Trinidad sería el único que pagó con cárcel real su rebeldía. Y la pagó cara. Quienes lo han visitado han dicho que su deterioro físico y mental es lamentable.
Como dijo su hermano Jaime Palmera después que lo visitó, “él está donde está, porque él se lo busco”. Y no salió a tiempo, añado yo, por las Farc, debate interno del Secretariado que la historia exhibirá algún día.ME