El miércoles 7 de octubre celebramos en todo el mundo la Octava Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Una iniciativa de la Confederación Sindical Internacional —CSI— a la que se han unido millones de trabajadores y sindicatos para promover la deliberación pública sobre la pésima calidad del trabajo que sufren millones de trabajadores en el mundo y la mayoría de los trabajadores colombianos.
Desde la Primera Jornada Mundial nos respaldó la Organización Internacional del Trabajo —OIT—. Ese año 2008, cuando empezaba la crisis económica mundial, su director, Juan Somavía manifestó que:
Respaldamos esta iniciativa y la manera en que la Confederación Sindical Internacional pone de relieve esta noción, que constituye la principal demanda democrática del mundo de hoy, que es el trabajo decente. Con esta jornada y otras iniciativas, está surgiendo en el mundo un movimiento por el trabajo decente, tal como existen por el medioambiente, la igualdad de género o los derechos humanos, los cuales han desempeñado un papel fundamental en la generación de conciencia y también en la acción política y la legislación.
Es un concepto muy sencillo que se ha vuelto difícil de realizar. Un trabajo se considera decente cuando ofrece oportunidades para que los hombres y mujeres puedan desempeñar un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana, en el que los derechos sean protegidos y cuenten con remuneración adecuada y protección social.
La CSI ha logrado su cometido convirtiendo el tema y la jornada en objeto de debate público mundial al que se han vinculado cientos de sindicatos, organizaciones sociales, gobiernos e instituciones académicas que creen con razón que el trabajo decente es hoy una prioridad global. El papa Francisco señaló en el año 2014 en su cuenta de Twitter: “¡Cuánto me gustaría ver a todos con un trabajo decente! Es algo esencial a la dignidad humana”.
Colombia, con un enorme déficit de trabajo decente, vivió un día intenso de debate e información al respecto debido a que por primera vez el gobierno nacional decidió hacer un gran evento público y se publicaron informes nacionales de trabajo decente. Es una buena noticia que además de la Escuela Nacional Sindical la Universidad del Rosario publicó el suyo, y ambos coinciden en la difícil situación de los trabajadores de Colombia.
Entrando ya en detalles de las cifras tenemos que destacar cuatro noticias positivas: la informalidad, la violencia antisindical y el desempleo han disminuido mientras la sindicalización ha aumentado.
Todas las cifras anteriores muestran un leve avance que se opaca y se contrasta con otros datos realmente dramáticos. Por ejemplo, la ENS ha registrado 18 homicidios de sindicalistas en el transcurso del 2015, frente a 21 casos en el 2014. Al mismo tiempo, la hostilidad empresarial se ha incrementado, es decir, las reacciones jurídicas y antisindicales por parte del empresariado son más fuertes. La Encuesta de Opinión Sindical de la ENS muestra cómo para los dirigentes encuestados los principales problemas para el ejercicio de la libertad sindical son: despidos injustificados, hostigamiento, amenazas de despidos y prohibiciones para sindicalizarse. De hecho Bruce Mac Master, presidente de la Andi, está de acuerdo que en Colombia hay prejuicios hacia los sindicatos.
La tasa de desempleo se redujo de 9,6 % en el 2013 al 9,1 % en el 2014. Pero la alegre disminución contrasta con la reducción de los ingresos de los trabajadores. Si bien es cierto que más personas están ocupadas, su remuneración ha bajado. Como lo dice muy gráficamente el informe de la ENS:
Las cifras revelan que el 48,6 % (10.450.000) de las personas con ingresos laborales obtienen un salario mínimo o menos cada mes. O sea que se encuentran en condiciones de pobreza. Pero eso no es lo peor, según el Dane este porcentaje subió más de 10 puntos entre 2013 y 2014, es decir los ingresos de los colombianos disminuyeron en el último año a pesar de la prosperidad o la paulatina disminución del desempleo.
Las tasas de sindicalización sin incluir falsos sindicalistas ni sindicatos (los asociados a contratos sindicales y sindicatos de papel) han crecido marginalmente por el esfuerzo que ha hecho el movimiento sindical de afiliar trabajadores tercerizados y llegar a nuevos sectores económicos como el de los trabajadores del comercio, informales o las empleadas domésticas.
Este crecimiento quebró la tendencia descendente en la tasa de sindicalización desde 1984 y se debe a una acción decidida y muchas veces heroica de los trabajadores que han enfrentado la férrea obstrucción de los empresarios y la usual desprotección del Estado. Esto contrasta con los datos sobre negociación colectiva que muestran una reducción al pasar de 459 convenciones colectivas firmadas en el 2013 a 347 en 2014 mientras crecieron los pactos colectivos o planes de beneficios para trabajadores no sindicalizados, de 204 a 236, y los contratos sindicales que tuvieron un aumento del 100 %, pasando de 984 a 1925, lo cual demuestra claramente la tendencia antisindical de estas dos figuras como lo habíamos anotado anteriormente en esta tribuna.
Los resultados del 8º Informe Nacional de Trabajo decente revelado por la Escuela Nacional Sindical evidencian los retos del país en informalidad, trabajo rural, discriminación de género, salud en el trabajo, libertades sindicales y sobre todo la inspección en el trabajo. En este asunto es clave que el Ministerio de Trabajo logre que sus sanciones sean eficaces y disuasivas porque en sus cuatro años de existencia ha impuesto 9048 sanciones y multas, pero solo se han hecho efectivas 38, es decir, alrededor del 0,5 % del total, por lo cual los empresarios la tienen fácil para incumplir las normas laborales.
Adenda: Quiero aprovechar esta tribuna para rendir un homenaje al ingeniero Federico Maya, quien falleció la semana pasada producto de un lamentable accidente. Su carisma y su alegría lo acompañen en la eternidad. Paz en su tumba.