“De El Bagre debo decir que tengo dos buenos recuerdos y una pequeña agriera que me causó un personaje que a estas alturas de su vida cree tener el cielo en las manos”, dice de manera pausada este abogado que se las tuvo que ver con las verdes y las maduras cuando la violencia le mostró en su cara los colmillos en forma de amenaza.
Así le dimos comienzo a un diálogo que versaría sobre muchos temas, pero que siempre tuvo a dos municipios antioqueños como los ejes principales: Apartadó, su tierra natal y El Bagre en el Bajo Cauca.
Se los presento. Se llama Samir Alonso Murillo Palacios, actual secretario general y gerente encargado de la empresa Metroplús S.A., hijo de dos educadores: Isauro Murillo Romaña y Enemesia Palacios Mosquera.
Por esas cosas del destino, sus padres debieron empacar lo poco que tenían y salir a las volandas de Apartadó para evitar ser el blanco de las balas asesinas que en esos años se repartían de manera democrática.
Para el efecto fueron custodiados por una docena de policías que cuidaban en ese entonces a esta población, ubicada en el corazón del eje bananero y en medio de una de las más largas y sangrientas trifulcas de las que se han vivido a lo largo y ancho de nuestros territorios. La familia completa vino a dar a Medellín y aquí volvieron a tener una segunda oportunidad. Era la década de los años 80.
Fruto de esas amenazas que ponían en riesgo la vida de su padre, toda la familia de la que hacen parte, además, Harold, Melisa y Yeny, sus hermanos, salieron aquel día con rumbo a Medellín sin ningún otro aliciente salvo que con esa decisión apresurada podrían comenzar una nueva vida marcada por la incertidumbre, pero con ganas de hacer realidad todo lo que sus padres les han repetido siempre sobre la importancia de ser personas como la primera cualidad que debe caracterizar a los verdaderos seres humanos. Las riquezas y las comodidades vendrán por añadidura.
“Esa tragedia me sirvió para comenzar a descubrir todo lo que significa la palabra poder, que en principio creía que era todo aquello que los violentos de la región nos querían imponer bajo las amenazas de sus armas y descubrí que la única arma que podía esgrimir para vencerlos no era otra que el estudio”, dice hoy de manera clara como si recitara una lección. Entonces, luego de concluir sus estudios básicos del bachillerato, se matriculó en una universidad con sede en Envigado, en el sur del área metropolitana, para adelantar los estudios de Derecho, entendido como el conjunto de principios y normas que tienen como centro de inspiración la justicia y el orden, que desde sus comienzos se tienen como las reguladoras de las relaciones humanas. Pero más allá, porque esta disciplina guarda una estrecha relación con otros soportes de la sociedad como son la política y la economía, además de ser el centro de problemas muy complejos que vive la humanidad.
En su hoja de vida se registra una maestría en gerencia en empresas sociales para la innovación social y el desarrollo local; graduado en especialización en derecho público y en gerencia de entidades de desarrollo social. De manera que con esa llave salió dispuesto a abrir las puertas que hasta la fecha considerada cerradas y se hizo abogado hasta cuando encontró a la persona que le brindó un punto de apoyo para comenzar a mover al mundo, como lo dijo Arquímedes en su momento, y esta fue el entonces concejal Carlos Mario Mejía Múnera quien le sirvió de soporte para llegar a un cargo en la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Medellín. Sabía que no bastaba con tener el apoyo de alguien dentro del mundo de la política, sino la necesidad perentoria de demostrar a tope sus capacidades como profesional y poco a poco fue escalando los peldaños del servicio público y en este recorrido se encontró con personas como Luis Pérez Gutiérrez, que además de sus consejos, le servía de ejemplo para ampliar su panorama laboral.
Su llegada a Metroplús S.A. coincidió con las malas noticias de que esta empresa estaba a un paso de ser declarada en disolución, tal como lo declaró en su momento el exgerente James Enrique Gallego Álzate, quien presentó su renuncia irrevocable a partir del domingo 31 de enero de este año. En su balance de gestión, Gallego Álzate aseguró que la empresa la encontró en un estado deplorable desde el punto de vista financiero, y uno de los caminos que se veían para un futuro cercano era disolverla, pero con la ayuda de la administración municipal este paso se evitó y la dejó viable. Es más, su salida coincidió en la mitad de un año decisivo para la empresa debido al sinnúmero de obras que estaban sin terminar; unas por incumplimientos de los contratistas y las restantes por problemas legales. Se trata de la llamada pretroncal de la carrera 80, el tramo 2B de Envigado, el tramo 12 Sur, la troncal de la Avenida Oriental y el corredor de Itagüí. Aquí es bueno precisar que Metroplús s.a. es el resultado de los aportes económicos de la Alcaldía de Medellín que tiene una participación accionaria del 55,32 %, el Metro de Medellín con el 25,14 %, la alcaldía de Envigado y su 10,06 %, la de Itagüí con el 5,03 %, las Terminales de Transporte con 4,02 % y el Idea que es dueño del 0,43 %.
A estas alturas y ya como funcionario de esta empresa, puede contar que las obras de construcción del carril en la calle 12 sur, entre las avenidas El Poblado y Guayabal, que estaban suspendidas desde el mes de agosto del 2019, fueron puestas en ejecución por Metroplús, en un trayecto de 1,8 kilómetros de longitud que permitirá unir a los municipios de Envigado e Itagüí, las cuales tendrán un costo total de $22.900 millones de pesos, en donde la nación aporta $20.876 millones, y el municipio de Medellín $2.096 millones, respectivamente.
De otra parte se avanza en las obras de construcción de la fase 1 y obras complementarias sobre la calle 12 sur, así como el tramo que va entre la avenida Guayabal y el costado occidental del puente de la Aguacatala. Esta obra se divide en tres tramos: el tramo 1, que va entre la avenida Guayabal y la carrera 51, ya está ejecutado; el tramo 2, entre la carrera 51 y la carrera 80, está ejecutado en cerca de un 30 %; y el tramo 3, que va de la carrera 80 al costado occidental del puente de La Aguacatala.
20 años después de aquellos sucesos que provocaron la salida de su familia, Samir Alonso Murillo Palacios, regresó a Apartadó y lo encontró diferente, pero con los mismos ánimos resueltos de seguir siendo la esquina mejor prepara da Antioquia para su desarrollo, y de paso recuerda su primera visita a El Bagre, en el 2012, cuando se enamoró de una batea de madera cuya dueña no quiso desprenderse de ella por la simple razón de que era su única herramienta para conseguirse el pan de cada día. Esa vez fue en calidad de profesional para adelantar una consulta previa de negritudes y 7 años más tarde, en el 2019 regresó y aquella señora se enteró de su presencia y no solo le agradeció su gestión, sino que de presente le regaló la batea que hay hace parte de su galería personal porque al mes lo nombraron en la división de Fomento de Desarrollo Minero en la Gobernación de Antioquia.
De su rato amargo, solo espera que la vida y el destino hablen por él porque dice no guardarle rencores a nadie.
