El Departamento Nacional de Estadística (DANE) mide y estudia varios tipos de pobreza, pero hay una de la que poco se habla a pesar de que tiene mucho que ver con el día a día de la población: la pobreza energética.
“La pobreza energética a nivel hogar se entiende cuando este no tiene acceso equitativo a servicios energéticos de alta calidad (adecuados, confiables, no contaminantes y seguros) para cubrir sus necesidades fundamentales y básicas, que permitan sostener el desarrollo humano y económico de sus miembros” (CEPAL, 2021) y se puede medir de diferentes maneras. Jesús Villamizar propone un Índice de Pobreza Energética -IPE- compuesto por los siguientes indicadores: a) Iluminación (donde se mide el grado de confiabilidad del sistema), b) Confort térmico de la vivienda, c) Cocción y conservación de alimentos, d) Tecnologías para comunicación e información, así como entretenimiento y otras actividades y e) Equidad en el gasto energético. Entre más alto el IPE, mayor es la limitación del servicio energético y por tanto la pobreza.
La aplicación del índice a nivel territorial muestra que el departamento de Nariño alcanza un alarmante 89,69%, siendo de 81,94% para la zona urbana y de 97,84% para la rural.
Otro esfuerzo para tratar el tema lo ha hecho Promigas e Inclusión SAS, proponiendo un Índice Multidimensional de Pobreza Energética para Colombia (IMPE) compuesto por los siguientes elementos ponderados: a) Acceso a energía adecuada y de calidad (40%); b) Vivienda funcional y liberadora de tiempo (25%); c) Aprender y comunicarse (25%); y d) Territorio equipado para el bienestar (10%).
Este índice nos muestra que el 44,7% de la población en Nariño se encuentra en pobreza energética y en condiciones similares a los departamentos de Putumayo, Caquetá y Guaviare.
Algunos elementos que permiten retratar de mejor forma los estudios y estándares utilizados por la mediciones son los de Proyección de Demanda de Energía Eléctrica y Gas Natural elaborada por la UPME (Unidad de Planificación Minero energética) que muestran cómo para el 2022 tan solo el 3,4% del territorio de Nariño contaba con cobertura de energía eléctrica.
La vulnerabilidad que vive el departamento en materia energética y sus altos niveles de pobreza son un impedimento para el desarrollo de fuentes de empleo y generación de riqueza vinculados a la industria, que demandan confiabilidad en el suministro energético para lograr el desarrollo de proyectos de mayor complejidad. Ejemplos como los de Brasil pueden ser base y muestra de que gobierno nacional y locales pueden atender la crisis que en la materia vive Nariño.