A veces evito tratar las cuestiones de género porque peleo más con las feministas impositoras, en lugar de discutir con las personas que se oponen al feminismo. Pero ante las declaraciones de Gabriel Camargo sobre la Liga Femenina es imposible no opinar y debo decir que la mayoría de los colombianos piensan igual que Camargo, sólo que no lo dicen o no lo aceptan.
Cuando hace ocho días, el presidente del Deportes Tolima dio declaraciones sobre la Liga Femenina la mayoría de las personas -por no decir que todas- se indignaron y las calificaron de machistas, sexistas y homofóbicas. Osea, sucedió lo obvio.
Pocas personas iban a salir públicamente a decir “estoy de acuerdo” ante las palabras tan explícitas de Camargo, porque eso implicaría ir en contra de lo políticamente correcto. Está claro que para muchos colombianos lo que hizo Camargo estuvo mal. Pero no porque su comentario fue machista, homófobo, patriarcal y misógino sino porque el comentario fue público.
El rechazo y la indignación ante lo que obviamente está mal -como el comentario de Camargo- no significa un cambio en la mentalidad machista colombiana. Desafortunadamente ese rechazo y esa indignación no son continuos en la vida personal de la gente.
Aunque muchas personas machistas no lo acepten, la violencia de género abarca todos los aspectos de la vida de las personas. Así sean hombres, mujeres o no pertenezcan a este dualismo impuesto por el patriarcado, es algo que nos afecta a todos. En este artículo no voy a explicar por qué o cómo. Basta leer algunas páginas de Simone de Beauvoir.
El punto es que aunque nos apartemos públicamente de las declaraciones que social y obviamente deben ser descartadas, el rechazo no se extiende a todos los campos de la vida social y privada.
Violencia de género no es sólo decir públicamente que la Liga Femenina de fútbol es un cultivo de lesbianismo. Violencia de género también es no estar de acuerdo con el desarrollo de la Liga Femenina porque las que juegan son mujeres. Violencia de Género también es decirle a una niña o mujer que no puede jugar fútbol porque el fútbol es de hombres.
Camargo hizo estas declaraciones convencido de que lo que piensa está bien. Y esto gracias a la sociedad en la que se educó, creció y vivió. Prácticas cómo clasificar la ropa, los colores, los olores, las profesiones y en general los roles, son producto del sistema patriarcal. Los colombianos han vivido bajo estos estereotipos y por eso es que Camargo sintió que tenía todo el derecho del mundo para decir lo que dijo.
Hasta que no deconstruyamos esas actitudes machistas la violencia de género pública y privada seguirán existiendo. Sabemos que será un proceso largo y de cambio estructural profundo, pero si eso no sucede hombres seguirán matando mujeres y a las mujeres se les seguirán negando oportunidades sólo por ser mujeres.
El primer paso para superar este machismo que justifica tantas cosas horribles en el país, será empezar a leer e investigar sobre feminismo. Con eso dejan de igualar este gran movimiento con el machismo y empiezan a aceptar que también han sido violentados y violentadas por el patriarcado sin que les duela un testículo o un ovario.