Hace unos días salía publicada en periódico El Tiempo una columna de Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional de Colombia, en la cual hacía referencia a George Orwell y su producción literaria, la cual no ha dejado de estar vigente pues, aunque fue escrita en la primera mitad del siglo XX, sigue siendo un referente hoy en día a la hora de describir los comportamientos de muchas personas que se precian de ser dirigentes u opinadores del acontecer nacional. En aquel texto del exrector se hacía relación a quien hoy en día llamamos fundamentalista y se decía: “El fundamentalista nunca escribe o piensa en nada que no se dirija a demostrar la superioridad de su propia posición sobre la de sus oponentes”.
Siguiendo con la lectura, me encuentro con una columna de un señor de apellido Cock, a quien se le recuerda como exministro de Minas, refiriéndose a un proyecto minero que se prospecta para nuestro país, pero a quien mi memoria asocia no con su desempeño en el gobierno, pues debe haber sido muy gris ya que pocos lo recuerdan, sino más bien con sus premoniciones sobre el Túnel de Oriente en Antioquia.
En aquella ocasión el señor Cock hacía uso de su gran sabiduría y conocimiento técnico escribiendo: “Mi punto fundamental es que al disminuirse el nivel freático muchas plantas pequeñas como helechos y líquenes ya no alcanzarán con sus raíces a tomar el agua, entonces el rastrojo se seca y se pierde la capa absorbente que forma una especie de esponja en todos los montes. Así, las lluvias no penetran en la Tierra, sino que ruedan por la superficie, de manera que desaparece el papel del bosque: se muere, y con él las aguas”. Agrega, pesimista, que “prácticamente eso será un desierto, como en Boyacá o en Santander”.
Hoy el túnel existe, no se secó la quebrada Santa Elena, no se secaron los acuíferos, pues había un estudio hidrogeológico serio que así lo demostraba y Santa Elena no se convirtió en un desierto como lo predijo este superexperto. Hoy en día todo el país está orgulloso de esa obra de ingeniería, la cual estuvo parada por más de dos años por aquellos dirigentes políticos que hicieron caso de las advertencias de aquel exministro, quien haciendo gala de su posición e intereses personales desvió la atención y ocasionó al proyecto un sobrecosto millonario que hoy debemos pagar entre todos.
Hoy el susodicho exministro vuelve a la carga y de nuevo usa supuestos argumentos técnicos para soportar sus afirmaciones con el fin de “demostrar la superioridad de su propia posición sobre la de sus oponentes”, es decir sacando a flote su postura “fundamentalista” tal como lo definía Orwell y nos lo recuerda el profesor Wasserman. En los textos de Orwell se lee también, refiriéndose a la víctima (el señor Cock en este caso en particular): “Adelanta su caso, con supresión deliberada del punto de vista de sus oponentes... no miente por un fin político, sino que cambia sus sentimientos para poder hacerlo”. “Le resulta difícil descubrir lo que sucede realmente, le es más fácil colgarse de creencias lunáticas”. Para Cock no valen los argumentos técnicos ya que “lo que el partido mantiene como verdad es verdad” (Orwell, en 1984), es decir, los argumentos técnicos esgrimidos por profesionales altamente calificados respecto a los conocimientos de los macizos rocosos, la geología minera, la geomecánica, la hidrogeología, los aspectos técnicos mineros, los procesos metalúrgicos, los aspectos paisajísticos y el manejo de colas y relaves carecen de validez, pues riñen con su posición filosófica (¿la tiene?) o con sus intereses personales y particulares.
Y siguiendo con Wasserman y Orwell: “Piensa que este pensamiento fundamentalista (voy a asignarle ese término a su definición) tiene tres características. En primer lugar, es obsesivo. El fundamentalista nunca escribe o piensa en nada que no se dirija a demostrar la superioridad de su propia posición sobre la de sus oponentes. En segundo lugar, es inestable. El objeto de su devoción puede cambiar con las circunstancias de la coyuntura política, intercambia fácilmente odios y amores, lo único que permanece constante es su fervor inexorable. Por último, es indiferente a la realidad. Es capaz de la mayor deshonestidad intelectual porque siente que le sirve a algo superior a él mismo”.
Nos vemos avocados de nuevo entonces a soportar que estos señores de gran linaje y poder económico, así como acceso directo a los medios, quienes al defender sus propios intereses pretenden seguir imponiendo sus mensajes camuflados de verdades técnicas y rigor académico, influyendo de manera directa en quienes toman las decisiones en nuestro país.
La minería hoy en día no es aquella que describe el señor Cock. La argumentación científica y el desarrollo tecnológico existen en la industria minera y han permitido que hoy en día hablemos de Minería moderna. Eso lo enseñamos en la universidad a nuestros estudiantes, quienes se gradúan con rigor. En la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia estamos formando ingenieros como profesionales altamente calificados, con rigor académico y científico que les permitirán seguir influyendo en las decisiones técnicas que toman nuestras empresas para seguir transformando el futuro de nuestro país de una manera responsable y sostenible. Pero para ello se requiere estudio, capacitación, disciplina y mucho profesionalismo, algo que el señor Cock parece que no conoce al hacer sus afirmaciones. Creo que no estaría de más que se diera una pasadita por la universidad, pues sus argumentos siguen siendo los de hace años. Ojalá no nos pase de nuevo como con el Túnel de Oriente.