No es inusual que cada día de por medio los periódicos y noticieros informen que un nuevo líder social o defensor de Derechos Humanos ha sido asesinado. Las cifras del Instituto de Estudios para el Desarrollo y para la Paz (Indepaz) revelan que casi todos los días de los primeros diez meses del año, un líder o defensor de Derechos Humanos padeció esta suerte: la cifra es de 256 asesinatos desde el 11 de enero hasta el 17 de noviembre de 2018.
Entre ellos hay líderes campesinos, ambientalistas y comunales; líderes indígenas; y líderes del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de uso Ilícito. Todas personas comprometidas con la protección de la vida, el medio ambiente y derechos humanos que hasta el momento el Estado no ha podido garantizar.
Desde 2016, año en que se firmaron los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y las Farc, la tasa de homicidios a líderes sociales y defensores de Derechos Humanos ha aumentado. En los primeros 10 meses de dicho año 97 de ellos fueron asesinados. La cifra para 2017 fue de 159. Los departamentos en los que los líderes sociales y defensores de Derechos Humanos son más vulnerados son Cauca, Antioquia y Valle del Cauca, con 48, 33, y 19 asesinatos en lo que va del año, respectivamente.
Las cifras demuestran que la persecución hacia aquellas personas que defienden el territorio, los recursos naturales y sus comunidades es real, ¿pero hasta qué punto entendemos lo que significa ser un líder social en Colombia? Cine para Sanar habló con Gabriel Murillo, experto en temas de gobernabilidad, democracia, y sociedad civil, y 5 líderes sociales del Cesar que hacen parte de la Escuela de Formación para la Democracia en el Cesar del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD), sobre los desafíos, los retos, y las satisfacciones que conlleva ser la voz de aquellos que, en sus palabras, “no pueden o les da miedo hablar”.
