Aleida, la pequeña Aleida como le dicen quienes más la quieren, es la hermana menor de Daniel ‘El Loco’ Barrera, quien fuera el narcotraficante colombiano más buscado durante los últimos tiempos hasta que fue capturado hace dos años en Venezuela. De hecho las autoridades colombianas ofrecieron hasta cinco millones de dólares por quien diera información sobre su paradero y cuando fue deportado a Colombia, el propio Presidente Juan Manuel Santos hizo una rueda de prensa donde dijo: “Este es el último de los grandes capos”.
Aleida cierra sus ojos por un momento y de repente sale una lagrima, con una voz temblorosa dice que solo quisiera devolver el tiempo, tiempo en el que eran niños, en el que la preocupación de ellos era ayudar a su madre quien se desgastaba horas cuidándolos y trabajando; de su padre dice que era un hombre de bien que siempre estuvo con ellos y era comerciante de ganado.
Silvia la madre del narco y de ocho hijos más, tres mujeres y cinco hombres, es una mujer de campo a quien luego le tocó dedicarse a los trabajos duros de las plazas de mercado, cargando bultos, surtiendo estándares, llevando mercados a las amas de casa para recibir una propina y tener para el sustento de sus hijos; es fuerte pero por ser fuerte, trabajadora y honesta no le significó que la vida la haya recompensado bien, ha pasado por cosas fuertes como ver morir a sus hijos, cuando la ley de la vida dice que debe ser al contrario.
Su primer duelo fue el de su hija Rubiela quien murió en un accidente, luego la muerte de su hijo Omar por una meningitis en el año 1990. Y ahora ver enterrado en vida, en una cárcel de los Estados Unidos a su hijo Daniel.
Ellos recuerdan que era un joven tranquilo, a quien se le veía su anhelo por crecer y ayudarles a cambiar el humilde estilo de vida que llevaban. Cuando Daniel cumplió los 16 años, época por la cual ya vivían en Bogotá, arrimados en la casa de unos familiares, Daniel escapó para irse a trabajar a San José del Guaviare. Allá conocería gente con la que iniciaría sus andanzas. Solo regresó a los 21 años cuando ya tenía cierto dinero y le contó a su familia en lo que estaba metido Para ellos lo que les contó parecía una película de ficción.
Su hermana Aleida, quien ahora pertenece a una iglesia cristiana, insiste en que le sorprende el papel que los medios toman para manipular la información y hacer quedar bien a aquellos que vienen de cuna. De pronto sonríe mirando a Silvia, su mamá, y dice: “Mírela ahí está”.
Y es verdad, ahí está Silvia con sus manos arrugadas por los años, envueltas en un crucifijo, su cabello blanco, sus ojos aun brillantes y radiantes a pesar de tanto dolor. Aleida dice que le gustaría que la vieran también aquellos que dijeron que estaba muerta y a quien sindican de ser cómplice de su hijo por haberlo traído al mundo. Pero Silvia, dice, nunca estuvo de acuerdo en las cosas que estaban en contra de su religión.
Aleida entonces comenta: “Hemos tenido que pasar por muchas cosas, mi familia ha sido víctima de humillaciones del Estado, como por ejemplo que nuestros hijos sean testigos de un allanamiento. Gracias a Dios la casa en la que residimos no cayó en extensión de dominio porque está a nombre de mi papá, quien falleció en diciembre de 2012”.
Al Loco Barrera le ocuparon bienes por más de 35 millones de dólares
Aleida se levanta de la silla y comienza a señalar cada objeto que se encuentra alrededor: “Mírenos, mire cómo vivimos, observe mi casa, o solo mire el televisor que tengo, aún no he podido comprar el HD que me gustaría tener, porque no tengo cupo en la tarjeta Condensa por todo lo que debo”.
Y sí. Viven en una casa humilde que satisface las necesidades básicas, ubicada en el oriente de Bogotá. “No es una mansión como la que la gente supone, ni está ubicada en un estrato atmosfera”, argumenta.
De Daniel, dicen sus familiares: “Es un hombre noble, amplio, que siempre está a favor del pueblo, pues ese era uno de sus ideales, ayudar al más necesitado. No se quemó sus huellas, ni mucho menos se puso las huella dactilares de su hermano Omar”.
También comentan que la última vez que establecieron comunicación con el capo, él pensaba entregarse y de hecho era el último en la lista en entregarse, que no fue una captura como tal, porque él no intentó huir y que cuando las autoridades le dijeron que si él era Daniel Barrera, no dudo en decir que sí y se entregó.
Además de este relato manifiestan que admiran: “La capacidad tan grande que tuvo Daniel para poder unir guerrilleros y paramilitares, cosa que el gobierno no ha podido ni en la misma Habana”.
Aleida y una de sus primas que llega en el momento de la conversación cuentan que a Daniel lo delató un primo hermano, pero que de él no se sabe nada porque cuando lo delató solo tenía especulaciones. De dicho primo hasta la fecha se desconoce su paradero.
La familia dice que Dios está con ellos, que ellos sabían que Daniel no iba a terminar de una buena forma y pensaban que la próxima vez que lo vieran iba a ser en un ataúd. Aseguran que no han sido víctimas hasta el momento de amenazas ni nada por el estilo. Además, que al contrario de lo que dijeron varios medios, ellos nunca estuvieron metidos en ‘los rollos’ de Daniel. Cuentan que siguen siendo una familia humilde, trabajadora, que esperan a que la oveja descarriada vuelva su rebaño.
Finalmente, Aleida dice que ella es hermana, hija, madre, esposa y amiga. Que le pide perdón a todos aquellos a los que su hermano les causó dolor y les arrebató a sus seres queridos.
Paradójicamente esta familia que sigue viviendo en la misma casa de siempre, el mes pasado vieron por televisión como las autoridades anunciaban que a Daniel Barrera le acababan de ocupar una decena de bienes por un valor superior a los 78.000 millones de pesos. De hecho, entre las propiedades se encontraban 487 parqueaderos, 14 casas, 23 fincas, 28 vehículos, 4 apartamentos, 6 establecimientos comerciales, 7 sociedades, 8 lotes, un salón de cómputo y 3 oficinas. Millonarias propiedades de las cuales, asegura la familia, nunca supieron nada.
